28/09/11

Cultivo de algodón GM beneficia a la mujer en Colombia

Colombia tiene cultivos comerciales de algodón transgénico desde 2003 Crédito de la imagen: Flickr/Martin LaBar (going on hiatus)

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[BOGOTÁ] Las razones para adoptar cultivos genéticamente modificados (GM) difieren entre hombres y mujeres, así como el acceso a la información sobre agricultura transgénica; entender estas diferencias podría beneficiar a las mujeres y a sus familias, según un estudio sobre las percepciones de los cultivadores de algodón en Colombia. 

Las mujeres cultivadoras entrevistadas dijeron que la adopción del algodón GM les ahorra tiempo y dinero, en la desyerbada y en la contratación de hombres para fumigar con insecticidas, respectivamente. Dijeron además que las variedades GM eran más fáciles de manejar, liberando tiempo que pueden dedicar a otras actividades, dice el estudio, publicado por el International Food Policy Research Institute este mes. 

La tecnología transgénica empodera a la mujer y le permite tener más voz en las decisiones del hogar, dijo Jorge Maldonado, uno de los autores del estudio, y profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad de Los Andes, en Bogotá. 

Agregó que el estudio identificó como una de las desventajas la falta de información sobre el manejo de los cultivos que reciben los agricultores por parte de las empresas multinacionales que venden las semillas. 

Ese acceso limitado a la información sobre cultivos de algodón GM fue catalogado por las mujeres como el mayor problema de la tecnología, incluso mayor que el alto costo de las semillas. Sin embargo, la información que finalmente llega a manos de los agricultores parece ser más acatada al pie de la letra por las mujeres, lo que se traduce en un mejor manejo de la tecnología. 

Tanto hombres como mujeres pedían mejor información y más frecuente en diferentes tipos de medios de comunicación, tanto de compañías privadas de semillas, asociaciones y tecnólogos, dice el estudio. 

Concluye que hay un amplio margen para más investigación respecto del papel que la mujer desempeña en la siembra de algodón transgénico. 

Patricia Zambrano, investigadora analista de la División de Tecnología Ambiental y de Producción del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por su sigla en inglés) y líder del estudio, dijo que “los puntos discutidos ameritan un estudio con el uso de métodos cuantitativos que puedan sustentar las percepciones recogidas en este trabajo”. 

Por su parte, María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agrobio, una asociación sin ánimo de lucro de las empresas multinacionales que producen plantas GM, dijo que el enfoque del estudio en género es tan original, que sería interesante replicarlo en otros cultivos transgénicos como maíz o clavel. 

Jonathan Gressel, profesor de ciencias de las plantas en el Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, dijo que el algodón GM debería estar disponible también para las mujeres de África, China e India, donde algunas de ellas pueden pasar desyerbando hasta el 60 por ciento de sus horas activas. 

"La mejor manera de empoderar a la mujer del mundo en desarrollo es sacándola de la labor del deshierbe e insertándola en actividades como la escolarización y el comercio. El valor agregado de [los transgénicos] es que hacen a la mujer agricultora más independiente", dijo. 

Colombia cultiva y produce comercialmente algodón GM desde 2003,  año en el que ocupó un área aproximada de 6.000 hectáreas. Esta cifra subió a más de 37.000 en 2010, todas ellas para el consumo interno. 

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