14/02/12

Ciencia ayuda a pobladores de Fiji a conservar su pescado

El objetivo del proyecto Kubulau es aumentar la biomasa de peces en la zona Crédito de la imagen: Wayne Moy

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Proteger la valiosa biodiversidad marina combinando el conocimiento científico con el local es difícil pero funciona, sostiene Naomi Antony.

A lo largo de las costas de las islas Fiji, las amenazadas comunidades pesqueras combinan lo antiguo con lo nuevo intentando conservar sus valiosos recursos marinos.

Junto con tradiciones que han perdurado por siglos y enfoques comunitarios para el manejo marino, aprovechan la ciencia moderna para recuperar sus medios de subsistencia y contribuir con los esfuerzos internacionales para salvar los océanos.

Sin embargo, encontrar un balance entre lo local y lo científico ha demostrado ser difícil. Sin ciencia, las comunidades en riesgo aplican prácticas que tienen poco impacto a largo plazo. Pero el exceso de ciencia puede pisotear la manera en que una comunidad hace las cosas, destruyendo la moral que subyace en el centro de la conservación local.

Tensión sobre las tácticas

Diez aldeas del distrito Kubulau de Fiji han trabajado con el programa nacional de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre (WCS por sus siglas en inglés), la World Wildlife Fund y Wetlands International, para crear la primera red de áreas marinas protegidas del país basada en la ciencia.

El propósito era aumentar la biomasa de peces en el área —para proporcionar alimentos  a las comunidades y mantener la biodiversidad  en la zona costera— a través del establecimiento de una red de áreas donde se deja en paz a los peces o se pesca  solamente bajo condiciones estrictamente controladas.

El proyecto combinaba métodos tradicionales  usados frecuentemente en las áreas marinas de la región manejadas localmente (LMMA por sus siglas en inglés) —cerca de áreas costeras administradas por comunidades locales, organizaciones no gubernamentales y representantes del gobierno— con la ciencia de manejo basado en ecosistemas (MBE), que los considera de manera holística y reconoce las interacciones entre los humanos y su medio ambiente.

En 2008, cuando Stacy Jupiter, conservacionista marina de la WCS, llegó a Fiji para hacerse cargo del proyecto de tres años en ese entonces, encontró que había discrepancias sobre la forma de proceder.

"Había conflictos entre los socios del proyecto LMMA, que estaban a favor de la forma local [actual] de hacer las cosas, con poca tecnología y bajo costo, y [las personas detrás] del proyecto MBE, que llegó con mucho dinero, tirando todo tipo de ciencia al LMMA para ver si funcionaba", recuerda.

Jupiter y sus colegas se tomaron "una pausa estratégica" para evaluar la efectividad de la ciencia que estaba siendo usada por el programa, financiado por la Fundación Packard and Moore.

Técnicas ancestrales no son suficientes

WCS staff working with Kubulau community members to adapt their management plan

Los años noventa vieron una proliferación de proyectos basados en la comunidad

Stacy Jupiter

Algunas áreas protegidas en Kubulau reviven prácticas tradicionales para mantener la seguridad alimentaria  que les han servido a sus ancestros por generaciones: áreas temporalmente prohibidas —o tabú— y vedas de pesca.

"El concepto de zona tabú tiene cientos de años de historia", explica James Comley, asesor de investigación del Instituto de Ciencias Aplicadas de la Universidad del Pacífico Sur en Fiji.

"Cuando moría un alto dignatario, una sección del arrecife se cerraba durante cien noches para permitir que los peces se congregaran. Al final de ese periodo era reabierta y pescaban para conmemorar la muerte del jefe con un festival".

Este enfoque depende de un sistema de tenencia según el cual las comunidades retienen el derecho de propiedad o control de un área costera.

Pero los sistemas locales de tenencia se fueron desintegrando gradualmente en el siglo XX, a medida que la población migraba. La Segunda Guerra Mundial trastocó la vida normal y las comunidades comenzaron a practicar la economía y formas de gobierno de Occidente.

Los años noventa vieron un renacer de las áreas comunales de conservación y una proliferación de proyectos basados en las comunidades. Los conservacionistas acordaron el término LMMA para definir el manejo comunitario de los ecosistemas durante una reunión en Asia el año 2000.

Sin embargo, las prácticas tradicionales y las iniciativas basadas en la comunidad son insuficientes hoy en día, dice Comley. La población ha crecido, agrega, y los métodos modernos de pesca, junto con los sedimentos costeros de la escorrentía, el cambio climático  y la deforestación  amenazan los ecosistemas en formas que hace doscientos años eran desconocidas.

"La pesca es solamente una de las amenazas a los ambientes marinos", prosigue Comley.

Jupiter está de acuerdo. Por ejemplo, mientras muchas comunidades reconocen los beneficios de vedar parte de sus zonas pesqueras, no necesariamente están dispuestos a dejar que estén cerradas permanentemente.

"Por lo tanto realizan capturas periódicamente, y a menudo las capturas son mayores de lo que informan a sus gobiernos o socios de manejo", afirma Jupiter. "Cinco años de arduo trabajo es aniquilado en dos semanas".

Dónde interviene la ciencia

Jupiter dice que la ciencia puede ser útil para definir hasta qué punto las practicas tradicionales pueden ser utilizadas.

Por ejemplo, una pregunta que requiere ser respondida es cuánto pescado se puede capturar sin comprometer la seguridad alimentaria futura.

"Necesitamos herramientas científicas para ser capaces de determinar ese umbral y por el momento no estamos allí", subraya Jupiter.

View out to the Namena Marine Reserve

La biomasa de peces en la Reserva Marina Namena de Kubulau ha sido sistemáticamente alta

Stacy Jupiter

También se está usando la ciencia para determinar si las redes de las áreas protegidas en general mejoran la conservación de la biodiversidad y la gestión pesquera. Tradicionalmente, los investigadores han respondido ‘no’ a esta pregunta, dice Comley, pero eso está comenzando a cambiar.

"Esto es lo que los científicos están estudiando en este momento en Fiji", comenta. "¿De qué manera esta red de pequeñas áreas protegidas se suma a la totalidad de redes nacionales de las áreas protegidas? ¿Qué porcentaje de ecosistemas están protegidos y cuáles son algunos de sus servicios y rutas críticas que están protegidos?

Indica que un impresionante 30 por ciento de las áreas individuales en Fiji están actualmente bajo alguna forma de protección, comparadas con el porcentaje "excesivamente pequeño" anterior al establecimiento de la red LMMA.

No obstante, estos sistemas son eficaces solamente bajo ciertas condiciones: se debe proteger el desove, y las zonas deben estar permanentemente cerradas o controlarse cuidadosamente las capturas periódicas.

Lecciones de Kubulau

En general, el proyecto del distrito Kubulau ha sido "un gran éxito", asegura Jupiter, aunque los datos anteriores al inicio del proyecto no son de la calidad o del tipo de los más recientes, por lo que no es posible una comparación.

Sin embargo, se ha observado que la biomasa pesquera en la Reserva Marina Namena de Kubulau ha superado a la de áreas de pesca adyacentes en aproximadamente mil kilos por hectárea, lo que fue consistente entre 2007 y 2009. Otras reservas han sido más difíciles de evaluar.

Los científicos también han identificado una tendencia al incremento de la biomasa pesquera en partes de las áreas manejadas que están abiertas a la pesca, lo que sugiere un efecto indirecto de recuperación de las áreas vedadas.

Jupiter señala que las comunidades están más conscientes de la conexión entre sus hábitats y las consecuencias de acciones como la tala sobre el ecosistema en su conjunto.

La red de Kubulau se completó, y fue aprobada por los jefes del distrito, en 2009. Fue el primer distrito en lograr el compromiso del gobierno de Fiji de proteger el 30 por ciento de sus aguas costeras y de alta mar.

Los factores que han contribuido al éxito de la red incluyen el tamaño de las zonas de no captura, sus ubicaciones —por ejemplo en hábitats naturales productivos— y el nivel y alcance de la protección.

Comley es un "firme convencido" de que la ciencia marina tiene un impacto positivo en los LMMA, pero advierte que tiene un papel específico que cumplir.

"La ciencia necesita respetar las prácticas y creencias tradicionales; nunca debe usarse para suplantar las prácticas tradicionales", puntualiza.

En la mayoría de casos, señala, está el tema de "lo agradable versus lo necesario" alrededor del uso de las herramientas científicas. Por ejemplo, algunos enfoques científicos son de uso limitado cuando se aplican a reservas marinas pequeñas, y se vuelven fundamentales solo a escala nacional o regional.

Algunos de los usos más efectivos de la investigación a escala local han sido los más simples, agrega. Por ejemplo, él y sus colegas recientemente participaron en un estudio para saber cómo las áreas protegidas afectan los ‘cambios de fase’, cuando los arrecifes de coral pasan de ser dominados por el coral a ser dominados por algas.

Longnose hawkfish in the Namena Marine Reserve

El pez halcón pico largo es una de muchas especies beneficiadas con el manejo comunal de Kubulau

Stacy Jupiter

Las áreas protegidas tienen más peces consumidores de algas que las no protegidas. Cuando los investigadores pusieron trozos de algas marinas en las áreas protegidas, vieron que los peces se las comían y "actuaban para obtener el ambiente anterior, un estado más sano y dominado por los corales".

"Es una imagen simple e increíblemente clara. Más importante aún: se demostró visualmente; pudimos usar cámaras submarinas de video para filmar lo que estaba pasando", relató.

Hugh Govan, consultor independiente y asesor técnico de la Red LMMA, concuerda en que la ciencia simple, apropiada y dirigida a objetivos específicos es invaluable para asegurar que los consejos sensatos sobre "buenas prácticas" lleguen a las comunidades y las ayuden también a evaluar lo que está funcionando.

"Dependiendo de la calidad y la adopción de este consejo, las comunidades han necesitado poco para establecer sistemas eficaces, en gran parte porque parece que las claves para el éxito son más sociales y de gobernanza", añade.

Funciona en ambos sentidos

Pero el proceso no siempre ha sido fluido. "[Algunos] LMMA se han visto afectados no por la ciencia sino por los científicos", afirma Govan.

Una mentalidad científica según la cual se debe recoger información antes de cualquier intento de manejar un área ha dado lugar a demasiada inversión en encuestas e investigaciones preliminares, sostiene, perdiendo el punto de que las LMMA son manejadas localmente.

Este tipo de mentalidad tampoco toma en cuenta la complejidad de los arrecifes tropicales del Pacífico.

"[Ecosistemas] mucho más simples con un estricto manejo de arriba hacia abajo nos han desafiado en otras partes del mundo", precisa.

Como lugareño, Etika Rupeni, quien trabaja con la Red LMMA Asia-Pacífico y es director del programa regional de la Fundación de los Pueblos del Pacífico Sur, ha sido testigo del apogeo y declive de esos debates.

"No podemos hacer ciencia sin un buen manejo basado en la comunidad", afirma, "y los procesos de este tipo necesitan ser informados por la buena ciencia".

La clave de todo, dice, es responder a la pregunta: ¿cuánta ciencia necesita mínimamente una comunidad para hacer su propio manejo?

Así, parece que la ciencia ha desarrollado un saludable respeto por las maneras locales de hacer las cosas, y viceversa.

El reto para las comunidades ha sido encontrar la forma más eficaz de reconstruir las prácticas ancestrales, desarrollando enfoques que sean compatibles con sus necesidades y limitaciones contemporáneas, y escuchando a los científicos por el camino. El reto para los científicos ha sido ser humildes en torno a la contribución que pueden hacer —tanto en la teoría como en la práctica— al tiempo que hacen la diferencia.

Ha sido una historia de mutuo aprendizaje.

Naomi Antony es editora asistente de noticias de SciDev.Net.

Este artículo forma parte del Especial sobre Ciencias Oceánicas para el desarrollo sostenible.