23/12/09

El reto de mejorar la nutrición: hechos y cifras

Una dieta saludable no sólo se compone de calorías. La desnutrición afecta a una de cada tres personas en el mundo Crédito de la imagen: Flickr/gbaku

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Una dieta saludable no sólo se compone de calorías. Priya Shetty ofrece cifras del costo de una nutrición pobre, y de la magnitud de este reto.

Hambre es un término emotivo para la desnutrición. Evoca imágenes de hambruna en el mundo en desarrollo. Técnicamente, la desnutrición es resultado de una alimentación insuficiente y de repetidas enfermedades infecciosas. Incluye pérdida severa de peso o delgadez extrema (debilidad), baja estatura (retraso en el crecimiento) y deficiencia en vitaminas y minerales.

Pero los problemas mundiales de alimentos son mucho más complejos e incluyen más que solamente la desnutrición.

De hecho, muchas personas no siempre tienen alimentos y cada año alrededor de 1.5 millones de niños mueren de debilidad causada por desnutrición severa. Pero no necesariamente la mayoría de las personas de los países pobres se enfrentan a una falta total de alimentos. Lo que es más probable es que la desnutrición provenga de una dieta desequilibrada o insuficiente.

Muchos confían demasiado en alimentos básicos ricos en calorías, como el maíz o el arroz. La buena nutrición no significa solamente consumir suficientes calorías; los seres humanos necesitan proteínas y micronutrientes que solo se pueden conseguir a través de una dieta equilibrada. Cuando la gente no lo hace, o no puede comer un rango amplio de alimentos, sobreviene la desnutrición. Pueden sobrevivir, pero no prosperar.

Los países en desarrollo ya están priorizando la seguridad alimentaria, es decir asegurando el acceso a los alimentos. Pero es cada vez más claro que el simple suministro de comida no es suficiente. Para proteger a las poblaciones vulnerables, los gobiernos deben asegurar también la seguridad nutricional.

Para ello necesitarán intervenciones que funcionen, lo que significa que deben tratar y prevenir la desnutrición en el corto plazo y abordar sus causas subyacentes, lo cual incluye la pobreza, la baja producción agrícola, la limitada educación, y el deficiente cuidado de la salud y de higiene en el largo plazo.

La carga de la desnutrición

En 2000, la OMS estimaba que la desnutrición afectaba a una de cada tres personas en el mundo [1]. En 2009, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estimó que más de mil millones de personas sufrían desnutrición severa. [2]

Este dato sorprendente es, en parte, resultado de un lento pero constante crecimiento en el número de personas desnutridas durante la década pasada. Las crisis económicas también tienen parte de culpa. La crisis de alimentos y de combustibles entre 2006 y 2008 propició que millones de personas no tuvieran acceso a productos de primera necesidad. Y se estima que la crisis financiera del año pasado ha añadido cien millones más al número de personas desnutridas en el mundo. [2]

Los países en desarrollo cargan con casi la totalidad de este aumento, siendo el sur de Asia y el África sub-sahariana los más afectados (Ver Figura 1).

Figura 1: Porcentaje de población desnutrida (Crédito: FAO) [3]

Los impactos de la desnutrición pueden ser severos (Ver Recuadro 1). Incluso la falta de micronutrientes requeridos en minúsculas cantidades puede ser asesina, pues sin ellos el cuerpo no puede producir las enzimas y hormonas necesarias para el crecimiento y el desarrollo.

Recuadro 1: La nutrición en cifras

Carga mundial

  • 1.02 mil millones de personaspadecen desnutrición, una forma severa de malnutrición.
  • 99 por ciento de las personas desnutridas viven en los países en desarrollo.
  • 642 millones de personas de Asia y el Pacífico están desnutridas.
  • Más del 60 por ciento de las personas con desnutrición crónica son mujeres.

Desnutrición infantil

  • 6 millones de muertes de niños cada año están vinculadas con la desnutrición.
  • 1.5 millones de niños mueren anualmente debido a la debilidad causada por la desnutrición.
  • 178 millones de niños y niñas terminan físicamente poco desarrollados en parte debido a la falta de consumo de suficientes alimentos o vitaminas.
  • 146 millones de niños menores de cinco años tienen bajo peso.
  • Más del 50 por ciento de los niños con bajo peso, menores de cinco años, vive en el Asia.
  • 20 por ciento de las muertes en menores de cinco años podrían evitarse si se siguieran las recomendaciones sobre lactancia materna.

Deficiencia de micronutrientes

  • Más de 500.000 muertes infantiles anuales están vinculadas a la falta de vitamina A.
  • Más del 20 por ciento de niños menores de cinco años en los países en desarrollo padecen anemia vinculada a deficiencia de hierro.
  • 40–60 por ciento deniñosde los países en desarrollo presentan problemas en su desarrollo mental debido a la deficiencia de hierro.
  • 2 mil millones de personas en el mundo tienen deficiencia de yodo.
  • 176.000 (In the English version it says 176,00)personas mueren cada año por diarrea vinculada con deficiencia de zinc.
  • 406.000 personas mueren anualmente por neumonía vinculada con deficiencia de zinc.

Costos económicos

  • US$20–30 mil millones esel costoanualestimado de la desnutrición.
  • 12 por ciento de la reducción de ingresos durante el periodo de vida en Zimbabwe es atribuible a los años escolares perdidos debido a la desnutrición.

Sobrenutrición

  • Más del 20 por ciento de niños menores de cinco años de algunos países en desarrollo tienen sobrepeso.

Adaptado de las estadísticas publicadas por la OMS y el Programa Mundial de Alimentos

Nutrición y enfermedad

Cada vez más, los científicos se están dando cuenta de que la nutrición interactúa con los tratamientos de muchas enfermedades, sean infecciosas o crónicas, y que el control de esas enfermedades requiere de una mejor nutrición.

La desnutrición y la infección actúan juntas en un círculo vicioso y, con frecuencia, mortal. La desnutrición debilita el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a las infecciones. A su vez, las infecciones disminuyen las reservas de nutrientes y energía, impidiendo el tratamiento y exacerbando el daño causado por las enfermedades infecciosas (Ver Recuadro 2)

Recuadro 2: VIH y desnutrición

El tratamiento médico para el VIH puede haber avanzado rápidamente en las últimas décadas, pero un ingrediente esencial para el tratamiento de la enfermedad —la buena nutrición— es con frecuencia ignorado.

Las personas desnutridas tienen comprometido su sistema inmunológico, lo que las vuelve más vulnerables a la infección del VIH. La infección del VIH, a su vez, hace más difícil que las personas absorban los nutrientes de los alimentos debido a las frecuentes diarreas. También altera la absorción de grasas, y las vitaminas solubles en grasas, lo que aumenta las deficiencias de nutrientes en los pacientes.

El virus también incrementa el gasto de la energía usada durante el reposo, lo que significa que las personas infectadas necesitan más proteínas de lo usual. Los niños infectados con VIH pueden requerir el doble de energía.

Hay implicancias sociales y clínicas. El hambre puede obligar a la gente a asumir conductas de riesgo, como vender sexo por comida o dinero, aumentando su probabilidad de infectarse con VIH.

Los expertos en VIH y nutrición claman con vehemencia intervenciones conjuntas (Ver Nutrición, clave para reducir tasas de infección), por ejemplo, dirigiendo la ayuda alimentaria a los pacientes con VIH, y respaldando así la terapia antirretroviral.

Pero la nutrición no sustituye a los antirretrovirales que salvan vidas, como lo muestra claramente la historia de Sudáfrica.

Investigadores de Harvard estiman que entre 2000 y 2005, se perdieron 330.000 vidas sudafricanas por causa del VIH/SIDA, y 35.000 bebés nacieron con el virus, debido a la falta de acción del gobierno y a la carencia de medicamentos antirretrovirales. [4]

Hace cinco años, un médico alemán llamado Matthias Rath viajó a Sudáfrica para denunciar a los antirretrovirales como tóxicos e innecesarios, reclamando que tan sólo con sus píldoras vitamínicas se podía tratar el VIH. Lamentablemente, obtuvo el apoyo de Manto Tshabalala-Msimang, entonces ministro de salud.

Con el nuevo gobierno y un nuevo ministro de salud, esta actitud negativa parece haber terminado (Ver South African court bans trial of ‘vitamin HIV cure’, disponible en inglés).

Pero cómo integrar la nutrición y el VIH, sigue siendo un problema. Hasta el momento, por ejemplo, existen pocos datos sobre la forma ideal de apoyo nutricional, o cuál es el costo-efectividad de las intervenciones nutricionales en torno al VIH en los países de escasos recursos.

Hasta que estos problemas no sean superados, la eficacia antirretroviral siempre podrá verse comprometida.

Los niños sufren más

La desnutrición también puede afectar a toda la población, pero los niños son, sin duda, los que llevan la peor parte.

La OMS estima que más de un tercio de las muertes infantiles son causadas por la desnutrición. [5]

Los científicos a menudo ponen énfasis en la importancia de la nutrición en los primeros años de vida. La desnutrición en el vientre materno puede conllevar a un bajo peso al nacer, defectos de nacimiento y bajas tasas de supervivencia, así como aumentar el riesgo de contraer enfermedades crónicas, como diabetes y obesidad en la edad adulta.

La deficiencia de micronutrientes puede ser devastadora. Más de medio millón de niños con deficiencia de vitamina A se quedan ciegos cada año, la mitad de ellos muere al año siguiente a la pérdida de visión; igualmente, la deficiencia de hierro está perjudicando el desarrollo mental del 40 a 60 por ciento de niños y niñas en los países en desarrollo.

Lo más preocupante: hay evidencias de que el daño causado por una desnutrición es irreversible después de los dos años de edad. [6]

Como lo demuestran las más recientes investigaciones, la desnutrición infantil puede causar daño permanente, al alterar el desarrollo intelectual y la productividad. Un estudio realizado en Zimbabwe encontró que los niños con retraso comienzan la escuela siete meses más tarde que los niños que no tienen este problema.

Otros estudios realizados en los países en desarrollo han asociado de manera similar la desnutrición en los primeros años de vida con una menor escolaridad, reducción de la productividad económica, menor estatura en la edad adulta y traer al mundo niños con bajo peso al nacer. [7]

Y estudios de largo plazo en Guatemala sugieren que las intervenciones nutricionales tempranas tienen efectos persistentes sobre la escolaridad y la productividad económica. [8] Por ejemplo, se encontró que aquellos muchachos que recibieron permanentemente un alto complemento nutricional antes de los tres años de edad, ya de adultos habían mejorado su comprensión de lectura y las habilidades cognitivas no verbales, y ganaban un salario 46 por ciento más alto en relación con el promedio.

Paradójicamente, la desnutrición en edades tempranas puede predisponer incluso a adquirir enfermedades crónicas en la edad adulta, frecuentemente asociadas con la sobrealimentación, como diabetes y obesidad.

Calidad, no cantidad

No obstante, un aumento en el suministro de alimentos no necesariamente se traduce en una mejor nutrición.

De hecho, la ‘transición nutricional’ que ocurre en algunos países de rápido desarrollo y que implica que las personas dejan de lado sus dietas tradicionales y adquieren estilos de vida más sedentarios, está lejos de ser benigna. Los estudios sugieren que las poblaciones con acceso a dietas altas en calorías, adquieren la mayor parte de éstas de las grasas y los azúcares. En consecuencia, la cantidad de carbohidratos compuestos y de alimentos ricos en micronutrientes como frutas y vegetales sigue siendo baja. [9]

El rápido aumento de la obesidad está creando nuevos segmentos poblacionales que enfrentan problemas de salud relacionados con exceso de peso pero que todavía carecen de los nutrientes esenciales que necesitan para estar saludables.

En muchos países el número de personas obesas está superando rápidamente al número de personas con bajo peso, incluso en las regiones rurales más pobres (Ver Figura 2). En México, por ejemplo, cerca del 60 por ciento de personas tiene sobrepeso, en comparación con menos del diez por ciento con bajo peso.

Figura 2: Porcentaje de mujeres (entre 20 y 49 años) de las áreas rurales que tienen bajo peso y sobrepeso en países en desarrollo seleccionados. (Créditos: Barry M. Popkin, Programa Interdisciplinario de Obesidad de la Universidad de Carolina del Norte.)

China también enfrenta una epidemia de obesidad (Ver: China too must confront obesity, disponible sólo en inglés). Es el hogar de 215 millones de personas con sobrepeso, y su aumento anual de obesidad sólo se compara con Australia y el Reino Unido. [10]

Soluciones genéticas

¿Y si pudiésemosresolver los problemas nutricionales ajustando nuestra estructura genética? La idea de que nuestros genes afectan la manera como procesamos los nutrientes ha dado lugar a un campo de investigación denominado nutrigenómica. [11]

A veces, el vínculo entre los genes y los nutrientes se manifiesta de una manera bastante sencilla bajo la forma de alergias o intolerancias a las comidas (por ejemplo, la generalizada alergia a la lactosa en el sudeste de Asia y el sur del África).

En otros casos, esto es más complejo. Por ejemplo, al cambiar la dieta de los pacientes con problemas coronarios o cáncer, tendremos resultados muy diferentes, dependiendo de la persona y de su estructura genética individual.

Comprender cómo interactúan los genes y los nutrientes en los individuos, o entre poblaciones, podría ayudar a diseñar intervenciones precisas para mejorar la nutrición en el mundo en desarrollo (Ver Usar la genética para enfrentar la desnutrición). Pero la investigación nutrigenómica todavía está en sus primeras etapas y es poco probable que ofrezca soluciones pragmáticas en un futuro cercano.

¿Y que hay sobre las modificaciones genéticas a los cultivos alimenticios? Los alimentos modificados genéticamente ofrecen una forma de asegurar los suministros de alimentos en un clima cambiante (Ver: Can crops be climate-proofed? disponible en inglés y francés) y de desarrollar cultivos biofortificados, como el conocido arroz dorado enriquecido con vitamina A. Pero la ingeniería genética para mejorar nutricionalmente los cultivos, sea que deba hacerse, y que además sea eficiente, sigue siendo objeto de un gran debate (Ver NUTRITION FEATURE ¿Podrán los transgénicos ser la salvación?).

Demostrando que funciona

Hay muchas otras intervenciones nutricionales con probada efectividad que, si son adoptadas a una escala suficientemente amplia, podrían aliviar la carga global de la desnutrición. Ellas incluyen suplementos con micronutrientes y fortificación de los alimentos.

Los suplementos con micronutrientes son ampliamente recomendados y han probado ser efectivos en la reducción de problemas asociados con la desnutrición. La OMS estima que se han evitado 1.25 millones de muertes desde 1998 mediante la distribución de suplementos de vitamina A. Un suplemento con hierro en Nicaragua ha reducido en un tercio la anemia entre mujeres embarazadas. [12]

Alrededor de dos tercios de hogares en el mundo en desarrollo tienen acceso a sal yodada

The Micronutrient Initiative

La sal yodada es el alimento fortificado más común y, según la OMS, las deficiencias de yodo han sido reducidas drásticamente desde la campaña mundial por la yodación de la sal que comenzó en 1993. Alrededor de dos tercios de hogares en el mundo en desarrollo tienen ahora acceso a la sal yodada, en tanto que el número de países con deficiencia de yodo como un problema de salud pública se redujo a la mitad durante la pasada década.

Muchas agencias internacionales también recomiendan la fortificación de alimentos básicos como el azúcar y la harina de trigo. Y 58 países —incluidos muchos del mundo en desarrollo— tienen ahora regulaciones para fortificar la harina con hierro o ácido fólico.

El espolvoreado —micronutrientes en polvo en paquetes de dosis individuales que se esparcen sobre los alimentos— ha probado ser eficaz en la reducción de la anemia en varios países en desarrollo a través de América Latina, sur de Asia y el África sub-sahariana.

La educación y el monitoreo del crecimiento son también factores invaluables para mejorar la nutrición. El monitoreo del crecimiento ayuda a identificar señales tempranas de desnutrición y, donde está acompañado de una educación exitosa para cambiar los comportamientos, reduce el retraso en el aumento de estatura. [12] Las prácticas recomendadas incluyen la lactancia materna en infantes y niños y la continuación de esta práctica reforzada con sales de rehidratación oral durante las diarreas.

Los programas de protección social pueden ayudar a asegurar una red de nutrición en el corto y mediano plazo, especialmente en tiempos de crisis (Ver Seguridad nutricional en la balanza). Esto incluye programas de trabajo por alimentos, cupones de alimentos, comidas escolares y transferencias condicionales de efectivo que proporcionan dinero por la asistencia regular a la escuela y atención clínica de la salud.

La raíz de la causa

Sin embargo, cualquier intento por salvaguardar la nutrición en el largo plazo debe abordar las causas subyacentes de la desnutrición: pobreza, inseguridad alimentaria, falta de educación, limitado cuidado de la salud y poca higiene.

Invertir en la ciencia agrícola para hacer cultivos más nutritivos es igualmente vital, y el cambio climático hace que esto sea doblemente importante. Un cambio climático podría incluso hacer que los actuales cultivos alimenticios sean menos nutritivos, al alterar el contenido relativo de proteínas de los principales alimentos básicos (Ver Cambio climático causa ‘hambre oculta’).

Sin embargo, el aumento de la productividad agrícola para asegurar la disponibilidad de alimentos simplemente podría ser una prioridad particular para los países en desarrollo. Respecto a esto, muchas organizaciones, incluida la FAO y el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés), están de acuerdo.

La periodista Priya Shetty, es especialista en asuntos del mundo en desarrollo como salud, cambio climático y derechos humanos. Ha trabajado como editora de noticias en New Scientist, editora asistente en The Lancet y editora encargada en SciDev.Net.

References

[1] Turning the Tide of Malnutrition: Responding to the challenge of the 21st century. OMS, Génova (2000)

[2] The State of Food Insecurity in the World: Economic crisis — impacts and lessons learned. FAO, Roma (2009)

[3] The State of Food Insecurity in the World 2006: Eradicating world hunger — taking stock ten years after the World Food Summit. FAO, Roma (2006)

[4] Chigwedere, P. et al. Estimating the lost benefits of antriretroviral drug use in South Africa. Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes 49, 410–415 (2008)

[5] 10 Facts on Nutrition. OMS, Génova (2008)

[6] Ruel, M. & Hoddinott, J. Investing in Early Childhood Nutrition. IFPRI, Washington, Estados Unidos (2008)

[7] Victora, C. G. et al. Maternal and child undernutrition: consequences for adult health and human capital. The Lancet 371, 340–357 (2008)

[8] Hoddinott, J. et al. Effect of a nutrition intervention during early childhood on economic productivity in Guatemalan adults. The Lancet 371, 411–416 (2008)

[9] Eckhardt, C. L. Micronutrient Malnutrition, Obesity, and Chronic Disease in Countries Undergoing the Nutrition Transition: Potential Links and Program/Policy Implications. IFPRI, Washington, Estados Unidos (2006)

[10] Popkin, B. M. Global nutrition dynamics: the world is shifting rapidly toward a diet linked with noncommunicable diseases. American Journal of Clinical Nutrition 84, 289–98 (2006)

[11] Mutch, D. M., Wahli, W., Williamson, G. Nutrigenomics and nutrigenetics: the emerging faces of nutrition. Federation of American Societies for Experimental Biology Journal 19, 1602–1616 (2005)

[12] Levinson, F. J. & Bassett L. Malnutrition is Still a Major Contributor to Child Deaths. Population Reference Bureau (2007)