21/12/17

Desplazamiento de vientos al Sur beneficiará energía eólica

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Crédito de la imagen: World Bank Photo Collection

De un vistazo

  • Simulación usó diez modelos climáticos globales desarrollados internacionalmente
  • Desde México hasta norte de Argentina e islas del Caribe aumentarán vientos
  • Capacidad global de energía eólica crece un 20 por ciento anualmente

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[BUENOS AIRES] Una investigación que empleó diez modelos climáticos a escala global determinó que los recursos eólicos podrían disminuir el próximo siglo en regiones del Hemisferio Norte y aumentar drásticamente en áreas del Hemisferio Sur.

Combinando modelos climáticos de vanguardia —un conjunto de modelos climáticos globales  que forman la base de los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) — desarrollados por un grupo de expertos mundiales en esa temática, se pudo predecir la distribución geográfica de los futuros cambios del viento bajo dos escenarios posibles de emisión de gases de efecto invernadero: el de no intervención y el de mitigación. 

A nivel local, esta información puede ser clave para asignar recursos y planificar dónde y cuándo construir nuevos parques eólicos, dar servicio a los antiguos y ajustar la combinación de energías renovables que respalden el consumo de energía regional, en constante crecimiento”.

Kristopher Karnauska, Universidad de Colorado, Estados Unidos.

Si bien el viento sólo produce el 3.7 por ciento del consumo de energía en todo el mundo, la capacidad global de energía eólica aumenta anualmente en aproximadamente 20 por ciento.

En busca de alcanzar el acuerdo de París varias naciones apuestan por esta energía con el objeto de reducir las emisiones de carbono y combatir el cambio climático.

No obstante, las evaluaciones realizadas hasta ahora en cuanto a disponibilidad del viento en el futuro se han basado en las condiciones actuales del clima, sin considerar eventuales cambios en la circulación atmosférica derivados de la emisión de gases de efecto invernadero resultado de la actividad humana.

“Esta es la primera evaluación de este tipo realizada de tal manera que sea relevante para las discusiones de política global, ya que usamos el mismo marco de escenarios de emisiones y el conjunto de modelos climáticos globales que forman la base de los informes del IPCC”,  dice a SciDev.Net Kristopher Karnauskas, autor del estudio publicado en Nature Geoscience (11 de diciembre).

El equipo utilizó una "curva de potencia" de la industria de la energía eólica para convertir las predicciones de los vientos, la densidad y la temperatura mundiales en una estimación del potencial de producción de energía eólica.

“A nivel local, esta información puede ser clave para asignar recursos y planificar dónde y cuándo construir nuevos parques eólicos, dar servicio a los antiguos y ajustar la combinación de energías renovables que respalden el consumo de energía regional, en constante crecimiento”, añade Karnauska, profesor del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Colorado, Estados Unidos.

Si las emisiones de dióxido de carbono continúan a niveles altos, los recursos de energía eólica pueden disminuir en las latitudes medias del Hemisferio Norte y aumentar en el Hemisferio Sur y los trópicos para el 2100, de acuerdo a las predicciones.

Extrañamente, el equipo también descubrió que si los niveles de emisiones se mitigan, cayendo más bajo en las próximas décadas, sólo propiciarán una reducción de la energía eólica en el Norte, que no se contrarresta con un aumento de vientos en el Sur.

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Foto: United Nations Photos.

En el Hemisferio Norte, las temperaturas más cálidas del Polo Norte debilitan la diferencia de temperatura entre esta región fría y el cálido ecuador. Un gradiente —o variación— de  temperatura más pequeño significa vientos más lentos en las latitudes medias del norte.

"Estas disminuciones en América del Norte ocurren principalmente durante la temporada de invierno, cuando esos gradientes de temperatura deben impulsar los vientos fuertes", dice Julie Lundquist, coautor del trabajo, profesor  de la Universidad de Colorado.  Además de América del Norte, el equipo identificó posibles reducciones de la energía eólica en Japón, Mongolia y el Mediterráneo.

En el Hemisferio Sur, la tierra se calienta más rápido que los océanos circundantes, mucho más grandes. En este hemisferio hay más océano que tierra,  lo que suscita un tipo diferente de gradiente que al intensificarseincrementa los vientos.  

Karnauskas subraya que el recurso de energía eólica no puede considerarse una constante. “Suponiendo que sigamos el escenario de no intervención, muchas regiones del Hemisferio Sur verán un aumento en la energía eólica, especialmente Brasil, sur de África y este de Australia”, señala.

Sobre América Latina y el Caribe, el estudio predice que la mayor parte de la región, desde México hasta el norte de Argentina, así como las islas del Caribe, verán un aumento en la energía eólica.

En el este de Brasil, por ejemplo,  se proyecta un aumento extremadamente grande en la energía eólica (en el escenario de no intervención): 21% para 2050, y 42%, en 2100.Por otra parte, Lundquist señala: “Los modelos climáticos son muy inciertos sobre lo que sucederá en regiones de energía eólica altamente productivas, como Europa, los Estados Unidos centrales y Mongolia interior; necesitamos utilizar diferentes herramientas para tratar de pronosticar el futuro: este estudio global nos brinda una hoja de ruta para saber dónde debemos enfocarnos luego con herramientas de mayor resolución ".

Tércio Ambrizzi, quien no participó del estudio y es profesor del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de San Pablo, advierte que la resolución espacial y temporal relativamente vasta de los modelos en los que se basaron las proyecciones genera grandes incertidumbres sobre el futuro del viento.

“En resumen, el estudio proporciona una discusión general sobre la importancia de la energía eólica y los posibles cambios en las proyecciones de escenarios futuros, pero las incertidumbres involucradas son tan grandes que se debe tener cuidado de extraer conclusiones específicas sobre los impactos, particularmente en América Latina, donde sólo en el escenario de no intervención hay alguna señal significativa, hacia el final del siglo XXI”, dice a SciDev.Net el especialista.

> Enlace al resumen del trabajo en Nature Geoscience