13/11/19

Fabrican plástico biodegradable con almidón de yuca

bioplastics cassava by Gerhard Waller
El bioplástico de almidón de yuca es tan resistente como los plásticos hechos de petróleo. Crédito de la imagen: Gerhard Waller / USP-ESALQ.

De un vistazo

  • Bioplástico de yuca puede usarse incluso para embalar productos alimenticios
  • Bioplásticos son menos dañinos para el ambiente y aminoran consumo desenfrenado de plásticos
  • Para 2030 habrá en el mundo aproximadamente 550 millones de toneladas de plásticos

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Aplicando ozono al almidón de yuca, un equipo de investigadores en Brasil ha logrado producir un tipo de plástico más resistente y biodegradable que puede usarse en varios tipos de empaque —incluyendo los que se usan para embalar productos alimenticios— o como bolsas de plástico.
 
El ozono (O3) cambia las propiedades moleculares del almidón de yuca, obteniéndose un bioplástico 30 por ciento más resistente que el hecho de almidón de papa, arroz o maíz.
 
“Nuestras pruebas indican que esta nueva técnica puede generar un plástico biodegradable tan resistente como los plásticos hechos de petróleo”, refiere a SciDev.Net Carla Ivonne La Fuente Arias, ingeniera química de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo.
 
Además, el ozono les ha permitido mejorar la transparencia del plástico hecho de yuca, asegura Arias, autora principal del estudio publicado en la revista científica International Journal of Biological Macromolecules.
 
Aunque aún no se sabe exactamente el costo de producir el plástico biodegradable con la nueva técnica, Arias y su equipo ya han solicitado la patente para su invento. “Ahora estamos negociando con algunas empresas para decidir a cuál transferir esta tecnología”, señala a SciDev.Net

“Nuestras pruebas indican que esta nueva técnica puede generar un plástico biodegradable tan resistente como los plásticos hechos de petróleo”.

Carla Ivonne La Fuente Arias – Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, Universidad de São Paulo.

 
“En este momento, ciertamente el costo será mayor al de producir el plástico tradicional de petróleo”, reconoce. “Sin embargo, debería bajar a medida que se produzca a gran escala”, añade.
 
Se considera que los bioplásticos son menos dañinos para el medio ambiente porque pueden degradarse por acción de organismos vivos, dióxido de carbono (CO2), biomasa o dentro del agua.
 
Por ello, Arias remarca que este tipo de plástico tiene el potencial de ayudar a los países del mundo a enfrentar el consumo desenfrenado de plásticos y la contaminación generada por su inadecuada eliminación.
 
Sin embargo, Alexander Turra, biólogo del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo comenta a SciDev.Net que el problema referido a la contaminación generada por la eliminación inapropiada del plástico es más complejo y se relaciona con problemas socioeconómicos.
 
“La contaminación causada por el plástico tiene que ver con la forma en que se estructura la economía global y también la lógica de consumo de las sociedades, lo que, a su vez, guarda relación con la forma como se desecha la basura”. Ello resulta, afirma, en la producción de un montón de desechos que van al medio ambiente.
 
“Es esencial pensar en ello, reflexionar en ello para cambiar los hábitos de consumo, incluso si se trata de residuos biodegradables”, añade, aunque reconoce que “esta nueva solución tecnológica es importante y podría actuar como una medida paliativa para el ambiente”.

Se estima que desde mediados del último siglo —cuando comenzó la producción a escala industrial— se han generado 8.9 mil millones de toneladas de plásticos primarios (sin reciclar) y secundarios (producidos a partir de reciclados).
 
Aproximadamente dos tercios de este total, es decir 6.3 mil millones de toneladas, se han convertido en basura, mientras que 2.6 mil millones de toneladas todavía están en uso, según un estudio publicado en Science Advances.
 
La fabricación de plástico primario en el siglo XXI es equivalente al volumen producido en los 50 años previos. En 2016, la producción llegó a 396 millones de toneladas. Las proyecciones indican que si el ritmo de producción no se detiene, para el 2030 el mundo tendrá que hacer frente a aproximadamente 550 millones de toneladas de este material.
 
“Es fundamental evitar que toda clase de residuos, biodegradables o no, lleguen al medio ambiente”, enfatiza Turra.
 
Para hacerlo, los gobiernos deberían invertir en reducir la desigualdad social, que implica la falta de saneamiento básico y sistemas ineficientes de recolección de basura, sumados a las bajas tasas de educación ambiental, todo lo cual contribuye a aumentar las tasas de contaminación en muchas regiones, concluye.
 
El estudio publicado en International Journal of Biological Macromolecules es apoyado por FAPESP, donante de SciDev.Net.

Enlace al resumen del estudio publicado en International Journal of Biological Macromolecules.