15/06/11

Políticas familiares también deben incluir a los hombres

A menudo los hombres temen el descrédito si toman licencia de paternidad, pero políticas a favor de la familia pueden cambiar actitudes tradicionales. Crédito de la imagen: Flickr/ c a r a m e l

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

Políticas para superar prejuicios sobre cuidado de los niños ayudarán a poner en igualdad a hombres y mujeres en la ciencia, dice Mary Ann Mason.

Es bien sabido que tener bebés puede terminar con las carreras de las mujeres científicas. En todo el mundo, en los países desarrollados y en desarrollo por igual, las mujeres todavía asumen la mayor parte de las tareas domésticas incluso mientras trabajan para salir adelante en sus carreras.

El problema persiste aún en países que han hecho grandes progresos a favor de la igualdad en el trabajo. En un estudio sobre académicos de Estados Unidos se encontró que las científicas con hijos tienen 39 por ciento menos probabilidades que los hombres con hijos de conseguir un empleo permanente.

Debemos fomentar que los padres tengan igual participación en la crianza de los hijos. Y para eso, necesitamos instituciones dispuestas a poner en práctica políticas que propicien una nueva cultura donde ni hombres ni mujeres vean a la familia como una amenaza a sus carreras.

El ‘segundo turno’

Para las mujeres trabajadoras con hijos, hay un ‘segundo turno’ esperando en casa.

Nuestra encuesta realizada a más de 8.000 profesores de la Universidad de California (UC) reveló que las madres trabajaban unas 95 horas a la semana, 43 de ellas dedicadas al cuidado de los niños y de la casa. Los padres trabajaban 81 horas a la semana, con solo 26 horas dedicadas a las tareas domésticas.

Algunos podrían desestimarlo como un fenómeno en descenso propio de una generación anterior. Pero encontramos el mismo patrón en los 8.000 estudiantes de doctorado encuestados en la UC Berkeley, a excepción de que trabajaban más horas.

Esto no se limita a los Estados Unidos. Recientemente diserté en la Universidad de Lund, en Suecia —un país comprometido con la igualdad de género— y me dijeron que las suecas también llevan la peor parte del cuidado de los niños y de las tareas domésticas, y luchan por alcanzar los más altos niveles profesionales.

Y que fue solo cuando el gobierno de Suecia ordenó que los padres usaran las licencias, bajo pena de perderlas, que comenzaron a hacerlo.

Barreras al cambio

Pero antes de levantar el dedo acusatorio contra los padres, reconozcamos las barreras sociales e institucionales que les impiden hacer más para sostener a sus familias.

El padre como sostén de la familia es un estereotipo cultural profundamente arraigado en todas las sociedades que he estudiado.

Muchos padres de nuestra encuesta a profesores de la UC expresaron su reticencia a usar las nuevas políticas favorables a la familia adoptadas por la Universidad de California, como detener el tiempo de la titulación por parto y la exoneración de enseñar para los nuevos padres, porque creían que habían sido dadas para las mujeres.

Incluso aquellos hombres que pasan una parte sustancial de su tiempo como cuidadores pensaban que serían estigmatizados si hacían uso de la licencia. Un profesor y padre dijo: "en mi opinión, existe una cierta cultura alrededor de la solicitud de exoneración de la enseñanza que hace difícil que los hombres de la facultad la consideren como una opción factible".

De otro lado, muchas madres no usaban los beneficios porque les preocupaba ser consideradas como ‘jugadoras’ menos serias. "Antes de ser titular nunca habría considerado usar la opción", confesó una madre. "La habría considerado… un error fatal".

Rompiendo el círculo

Este es el círculo vicioso del cambio cultural. Los padres son renuentes a usar los servicios de ayuda porque va en contra de la ética del sostén masculino de la familia. Y las madres temen aprovechar las políticas hechas para ellas, por temor a ser consideradas en forma menos seria que los hombres.

En la Universidad de California hemos tratado de romper este círculo con iniciativas que incluyen una titularidad temporal, de medio tiempo con derecho a regresar al tiempo completo, y el derecho al cuidado infantil de emergencia cuando se es titular a tiempo completo.

Es importante asegurar que todos los docentes estén conscientes de los beneficios a los que tienen derecho, por lo que comenzamos una campaña poniendo énfasis en estas políticas de contratación y retención.

Dichas políticas requieren alguna inversión. Pero los estudios han demostrado que perder la titularidad —sea por el padre o la madre— es una pérdida económica general. Cada universidad, y cada nación en cualquier parte del mundo, invierten una gran cantidad de su dinero y de sus ambiciones futuras en capacitar a los jóvenes científicos. Y no pueden darse el lujo de perderlos.

Auge de bebés

La cultura no cambia fácilmente, pero hay signos tempranos de mejoría en la Universidad de California: más madres y padres están aprovechando las ventajas de los derechos automáticos, mas no de los beneficios que se tienen que solicitar.

Y estamos teniendo un ‘auge de bebés’ muy prometedor. Entre 2003 (antes de estas nuevas iniciativas) y 2009 (después) el porcentaje de profesoras asistentes con al menos un hijo, fue más del doble, pasando del 27 por ciento al 64 por ciento. Entre los hombres el aumento fue del 39 al 59 por ciento.

El cambio cultural ocurre cuando tanto el padre como la madre usan las políticas que favorecen a la familia. Solo entonces se disiparán los estereotipos fuertemente arraigados contra los hombres comprometidos como cuidadores, allanando el camino para una mayor contribución a la vida familiar que ayude a poner a los hombres y mujeres en pie de igualdad en sus carreras.

En la medida que las nuevas actitudes se vuelvan la norma, las mujeres y los hombres que trabajan en el campo científico ya no considerarán a las políticas favorables a la familia como una trampa que interrumpe y hace trizas las carreras de uno de los progenitores.

Mary Ann Masson es profesora y codirectora del Centro Jurídico de Salud, Economía y Seguridad Familiar de la Universidad de California, Berkeley y coautora del estudio de las mujeres científicas: Staying Competitive: Patching the Leaky Pipeline in the Sciences, y del libro, Mothers on the Fast Track.

Este artículo forma parte del especial Superar las barreras de género en la ciencia.