04/02/11

Centroamérica necesita plan de comunicación científica

Las ferias de ciencia pueden ayudar a promover exitosamente la comunicación científica Crédito de la imagen: Flickr/DrBacchus

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Los países en desarrollo deben usar la comunicación científica para crear una cultura que asuma la ciencia, dice Jorge A. Huete-Pérez.

La información y el conocimiento son esenciales para el desarrollo. Esta creencia se basa en el concepto de ‘sociedad de la información’ y ‘sociedad del conocimiento’ que en conjunto representan una aspiración estratégica hacia la modernidad.

Reconociendo el papel de los periodistas y los científicos en el desarrollo, la Academia de Ciencias de Nicaragua, junto con SciDev.Net y otras organizaciones, celebró recientemente un seminario de periodismo científico titulado Ciencia y Divulgación Científica, en la Universidad Centroamericana en Managua, Nicaragua.

Los objetivos de este tipo de eventos—capacitar a los periodistas y fortalecer las capacidades del periodismo científico— son considerados de rutina en los países industrializados. Sin embargo, alcanzarlos equivale a los trabajos de Hércules para muchas naciones en desarrollo.

En América Central hay relativamente pocos científicos, y sus oportunidades de realizar una carrera de investigación son limitadas. La inversión en ciencia y tecnología es exigua: está estimada entre 0,5 y 0,7 por ciento del PIB. Esto desalienta a los investigadores jóvenes y los obliga a emigrar. Ello, a su vez, limita las capacidades científicas del país y reduce los beneficios provenientes de tener una rica reserva de conocimientos científicos y técnicos.

De cara a estos temas y al impacto creciente de la ciencia y la tecnología sobre la vida de las personas, los países de América Central deben establecer prioridades para la comunicación de la ciencia y la construcción de una cultura científica.

No solo noticias 

El escaso compromiso político con la ciencia por parte de quienes toman las decisiones en el mundo en desarrollo, pone a estos países en una clara desventaja para su desarrollo sostenible. Esta falta de interés socava el progreso de la comunicación de la ciencia y, como resultado, no les va bien.

Mientras los países más desarrollados en América Latina, como Chile y México, comenzaron a capacitar a sus periodistas y comunicadores científicos en la década de los años sesenta, América Central dio sus primeros pasos en esta dirección tan solo hace unos meses, con medio siglo de retraso.

La situación en América Latina es una paradoja: aunque el volumen de noticias sobre ciencia, tecnología e innovación es mayor que nunca, un alto porcentaje de nuestros ciudadanos carece de las habilidades necesarias para interpretar el valor real de esos nuevos conceptos y descubrimientos.

La educación pública se debate en una profunda crisis. En Nicaragua ni siquiera el cinco por ciento de los estudiantes que postulan a la universidad son capaces de pasar el examen de admisión.

Bajo estas circunstancias, la comunicación de la ciencia debe constituirse en algo más que solo transmitir noticias: también se requiere educar a la gente sobre el valor de los descubrimientos científicos. La comunicación de la ciencia debe facilitar una mayor apropiación, compromiso y participación social en el proceso político de toma de decisiones sobre ciencia y tecnología.

Lazos duraderos 

La identificación de prioridades es el primer paso hacia una exitosa comunicación de la ciencia. Estas pueden incluir la realización de ferias de ciencias en la comunidad y los ‘museos de descubrimientos’ así como atractivos programas universitarios y premios anuales para la comunicación científica.

Pero también debemos construir lazos sólidos y duraderos entre los comunicadores y los científicos en conjunción con la sociedad civil.

Esto debe basarse en la visión de que la comunicación de la ciencia es una herramienta esencial para el desarrollo humano y social. Los comunicadores no deben ser considerados meros intermediarios entre los científicos y la sociedad civil.

Y los investigadores no deberían considerar la comunicación de la ciencia exclusivamente como un instrumento para publicitar sus propios logros o asegurarse más subvenciones.

La obligación de los científicos de compartir sus resultados con los medios de comunicación debe estar acompañada de un compromiso de su parte para valorar el papel de los comunicadores científicos, que asumen la tarea crucial de dar seguimiento crítico a los esfuerzos de investigación, un ejercicio natural dentro de las sociedades democráticas.

En los países en desarrollo, la comunicación de los avances y desafíos de la ciencia y la tecnología se debe manejar de manera estratégica para crear una cultura de la ciencia y para aspirar a mayores niveles de apropiación social.

Dicha ‘cultura de la ciencia’ se discute con frecuencia en términos de ‘alfabetización científica’ y ‘popularización de la ciencia’. Pero el concepto debe entenderse como el conjunto de conocimientos que permite a los individuos entenderse a sí mismos y a su entorno natural.

Señales de progreso 

Es absolutamente necesario incorporar los esfuerzos para mejorar la comunicación de la ciencia en un plan integral de desarrollo científico; de otro modo, tales esfuerzos no tendrán un impacto duradero.

Y más allá de los simples discursos, los gobiernos deben llevar sus palabras a los hechos, viendo la comunicación de la ciencia y los avances científicos no como regalos que se otorgan a la sociedad, sino como una necesidad para la ejecución de políticas científicas.

La organización de actividades de extensión proporciona una oportunidad ideal para que las fundaciones y las academias de ciencia —promotoras del desarrollo científico— incorporen dichas actividades en un esquema de planificación y coordinación nacional. Esto reflejaría el rol esencial de esas organizaciones en la institucionalización de la ciencia en América Latina y en el resto del mundo en desarrollo.

El seminario de periodismo científico realizado en Nicaragua, y las favorables evaluaciones que de él hicieron los participantes, marca un logro significativo en un entorno difícil. Y sienta un precedente positivo para esta clase de actividad, especialmente para los países pobres.

Hay otras señales significativas de progreso en Nicaragua. La Universidad Centroamericana se ha comprometido a poner en marcha un programa de divulgación y periodismo científico, especializado en ciencia y tecnología. Y el acuerdo de cooperación entre la Academia de Ciencias de Nicaragua y el Consejo de Ciencia y Tecnología de Nicaragua, CONICYT, ha desarrollado un programa conjunto en esta área.

Sin duda, apoyar la comunicación de los avances de la ciencia y tecnología significará una enorme contribución para crear la cultura científica necesaria para enfrentar los desafíos de una sociedad basada en el conocimiento.

El Dr. Jorge A. Huete-Pérez es director del Centro de Biología Molecular de la Universidad Centroamericana de Managua, Nicaragua. También es presidente fundador de la Academia de Ciencias de Nicaragua.