21/05/14

El turismo se prepara para tsunamis en el Caribe

Caribbean tsunami tourism
Crédito de la imagen: Mark Henley / Panos

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[SAINT THOMAS, ISLAS VÍRGENES] Asustar a los turistas quizás no sea una gran idea si uno está en un país cuya economía descansa en magníficas playas. En ese caso hay que tener un gran argumento para alertar sobre un “nuevo” peligro.

Las personas que trabajan en el campo de alertas de tsunamis en el Caribe saben que un gran desastre no es muy probable aquí, pero la tragedia de Indonesia en 2004 reverbera en las mentes y llega como justificación para estar listos ante la eventualidad.

De todos modos, cuando los dueños de los hoteles y los gerentes oyeron la sugerencia de avisarles a los turistas de la posibilidad de un tsunami, entraron en pánico… al menos, algunos de ellos y por algún tiempo.

Claudio Martínez, de la Unidad de Alerta de Tsunami de la Oficina Nacional de Meteorología de la República Dominicana, me dijo la semana pasada en la IX Sesión Intergubernamental de la Comisión Geográfica del Grupo de Coordinación para el sistema de alerta de tsunamis y otros riesgos costeros para el Caribe y regiones adyacentes (13-15 de mayo), que su equipo encontró cierta resistencia de los dueños de hoteles, sobre todo en el principal centro turístico de su país, Punta Cana.

“Al principio rechazaron nuestras intenciones porque creían que perderían turistas”, dijo.

Pero las cosas cambiaron cuando la Fundación Funglode (un think tank dominicano que busca desarrollar políticas públicas) y la UNESCO organizaron encuentros con expertos y profesionales del rubro en julio de 2013.

Los dueños de hoteles en otras dos áreas turísticas del país, Puerto Plata y Bayahibe, fueron en cambio más receptivos a la idea de informar a sus clientes sobre los riesgos del tsunami.

“Hicimos seminarios, creamos grupos de trabajo y tenemos mapas de evacuación, así como carteles en las calles y las playas, además de colocar algunas sirenas, llegado el caso”, dijo Martínez.

Un desafío similar encaró Carolina Hincapié-Cárdenas, de la Red Sísmica de Puerto Rico. “Un gerente de hotel me dijo que los turistas ya tienen demasiados problemas para agregarle otro. Sobre todo si se trata de avisar de la posibilidad de morir, puede llegar a arruinar las vacaciones”, me dijo.

De todos modos, no fue la única respuesta que recibió. “El jefe de seguridad de un hotel en Río Grande, el Gran Meliá, estuvo muy interesado en prepararse para un tsunami. Y tenía una buena razón: el hotel está en una península y un tsunami los inundaría completamente. Para evitarlo deberían caminar una muy larga distancia”, agregó.

Como parte del programa de la red de tsunami también distribuyeron volantes informativos, colocaron señales y organizaron encuentros, además de entrenar a personal de los hoteles.

Mientras tanto, un poco más al sur, en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, la experiencia fue un poco diferente. Como me dijo Elton Lewis, de la Agencia para el Manejo de la Emergencia Territorial (Vitema), su preocupación más grande, ya que se resistió a usar la palabra “resistencia”, provino de la Comisión de Preservación Histórica de las islas.

“Se quejaron por el tamaño de los carteles callejeros que queríamos poner en las zonas históricas. Decían que eran muy grandes. Al final, ellos ganaron la discusión y tuvimos que reducirlos, lo que nos costó mucho dinero”, dijo.
 
La versión original de este artículo fue publicada en la edición Global de SciDev.Net

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