18/06/10

Ciencia y desarrollo: lecciones desde Brasil

Bajo el mandato del presidente Lula da Silva, el presupuesto brasileño de ciencia se ha más que duplicado Crédito de la imagen: Ministerio de Ciencia y Tecnología (Brasil)

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Brasil debe asegurar que su apoyo a la ciencia sea un compromiso a largo plazo, y no se restrinja sólo al mandato de un gobierno en particular.
 
Es un buen momento para ser un científico en Brasil. La ciencia ha tenido una alta prioridad durante la mayor parte de la última década, y en particular durante el mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Desde 2003, por ejemplo, tanto el presupuesto de ciencia del país, como el número de becarios de investigación en las universidades brasileñas se han más que duplicado.
 
No fue una sorpresa, por lo tanto, que el mes pasado Lula fuera recibido con una ovación de pie al hablar ante la Conferencia Brasileña de Ciencia, Tecnología e Innovación, en Brasilia (26 a 28 de mayo), en la que participaron unas 4.000 personas.
 
La conferencia se centró en el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación en la promoción del desarrollo sostenible, abordando los asuntos que son urgentes no sólo en América Latina, sino en todo el mundo en desarrollo.
 
El récord científico de Brasil entrega lecciones importantes para otros países. En particular, no sólo se ha demostrado el valor de un compromiso político con la ciencia desde lo alto, sino también una determinación de asegurar que este compromiso se convierta en una acción eficaz.
 
Pero, como demostró la reunión, Brasil aún enfrenta grandes retos a medida que busca desarrollar una base científica que pueda enfrentar eficazmente los desafíos del desarrollo sostenible (no sólo la investigación de alta calidad) y, al mismo tiempo, prolongar su compromiso con la ciencia más allá del período de un gobierno en particular.
 
Su éxito — o fracaso — en la consecución de ambos objetivos también será seguido de cerca, al igual que las lecciones que se aprendan en el camino.
 
Éxitos significativos
 
La popularidad de Lula refleja en parte el éxito de su gobierno en la reducción de los niveles de pobreza en el país. Desde 2003, por ejemplo, el número de brasileños que reciben menos de una cuarta parte de lo que el gobierno define como un salario mínimo ha bajado desde 37,4 millones hasta 19,6 millones. Las cifras de desempleo también han disminuido considerablemente.
 
Durante el mismo período, tanto el número de cupos para estudiantes en universidades públicas como el número de becas de investigación se duplicaron, mientras que el financiamiento para la ciencia se ha incrementado desde 1,26 hasta 1,56 por ciento del Producto Interno Bruto del país. El nuevo objetivo propuesto en la reunión del último mes fue llegar a 2 por ciento durante la próxima década.
 
Particularmente significativo es el hecho de que en los últimos siete años alrededor de US$400 millones se han dedicado a actividades destinadas a involucrar al público en la ciencia y la tecnología.
 
La mitad de esta suma se ha gastado en los llamados Centros Tecnológicos Vocacionales, con el objetivo de apoyar a los jóvenes a desarrollar conocimientos técnicos en algunas carreras. El resto se ha dedicado a actividades de divulgación científica, incluido el apoyo a las Semanas Nacionales de Ciencia, a centros científicos y museos y al periodismo científico, ayudando a crear una cultura de la ciencia de la que depende el desarrollo exitoso.
 
Desafíos que persisten
 
Pero la ciencia brasileña aún se enfrenta a sus propios desafíos. Uno — común a la mayoría de los países en desarrollo — es la participación relativamente baja de las empresas privadas en la financiación de la investigación. Muchas de ellas siguen sin estar convencidas de la necesidad de invertir más en ciencia e innovación.
 
Otros retos constantes serán familiares para otros países del mundo en desarrollo. Estos incluyen el exceso de burocracia, una infraestructura frágil y las dificultades para sustituir al personal que se retira de sus puestos en las instituciones públicas de investigación y las universidades.
 
Otro problema que quedó claro en la reunión del mes pasado fue la escasa representación de mujeres en la ciencia. Menos del diez por ciento de los premios nacionales de ciencia anunciados durante la conferencia correspondió a mujeres, y aunque su número ha aumentado significativamente en el mundo de la ciencia en Brasil, la toma de decisiones en el ámbito de la política científica está todavía dominada por los hombres.
 
Un desafío diferente, también en común con otras naciones en desarrollo, es la dificultad de evaluar el impacto de la inversión científica en el desarrollo de un país, en parte debido a la naturaleza a largo plazo de estas inversiones y, en parte, dada la falta de instrumentos de evaluación adecuados.
 
Además de todo esto, Brasil enfrenta el desafío de reducir las diferencias regionales en el apoyo a la ciencia y la tecnología, el que es particularmente débil en la región amazónica.
 
Lecciones aprendidas
 
Pese a estos retos, el que se haya incluido oficialmente en la agenda del sistema nacional de CyT de Brasil la necesidad de encontrar mejores formas de aplicar la ciencia a los objetivos sociales — en otras palabras, fomentar la innovación social — es un importante paso adelante.
 
También es positiva la inclusión de un compromiso por mejorar la aplicación de la ciencia y la tecnología al desarrollo sostenible, aunque todavía persiste un considerable desacuerdo sobre el significado de ‘sostenible’.
 
Pero quizás el principal mensaje de la conferencia del mes pasado es que una decisión política, no sólo para hacer de la ciencia una prioridad desde arriba, sino también para poner en práctica este compromiso, es el único factor que ha hecho una gran diferencia en Brasil durante la última década .
 
El discurso de apertura de Lula en la conferencia reflejó su determinación de que el país siga avanzando en esa dirección, incluso después de que él se retire a fines de este año.
 
A algunos les preocupa que el resultado de las elecciones pueda llevar a un nuevo período de incertidumbre sobre la financiación de la ciencia. El resultado podría ser un retorno a la inestabilidad que enfrentan muchos países del mundo en desarrollo, a pesar de las buenas intenciones de los ministerios, los presidentes y los gobiernos (ver Retórica y vaivenes frenan ciencia latinoamericana)
  
Bajo Lula, Brasil ha demostrado lo que puede lograr un compromiso con la ciencia. La siguiente lección es que este compromiso no debe limitarse al mandato de un gobierno, sino convertirse en un objetivo nacional, independientemente de qué presidente, o incluso qué partido, esté en el poder.
 
 

Luisa Massarani es coordinadora regional de SciDev.Net para América Latina y el Caribe.