Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

Además de programas de capacitación en el exterior, Latinoamérica requiere ajustes y asociaciones para promover la ciencia, dice Carla Almeida.

La preocupación antigua y permanente de formar recursos humanos en cantidad y calidad en concordancia con una ciencia competitiva finalmente se empieza a traducir en acciones más relevantes en América Latina, algunas de las cuales incluso se han destacado en una reciente edición de la revista Science.

SPEED READ

  • A través de programas de becas, países de la región están invirtiendo cada vez más en capacitar personas en el exterior
  • En Brasil se teme que su costoso programa Ciencia sin Fronteras afecte la inversión en educación e investigación nacional
  • Si los programas abren la participación a la comunidad científica, podrán ser un modelo para otras naciones latinoamericanas

Mediante programas como el chileno 'Becas Chile', el ecuatoriano 'Universidades de Excelencia', el brasileño 'Ciencia sin Fronteras' y el argentino 'BEC.AR', los países de la región están invirtiendo cada vez más en la capacitación de personas en el exterior, buscando la consolidación, expansión e internacionalización de su producción científica.

Entre estas iniciativas, Brasil destaca por lo ambicioso de sus objetivos. Mientras que sus homólogos han anunciado que concederán hasta 6.000 becas en tres o cuatro años, 'Ciencia sin Fronteras' (CsF), creado en julio de 2011, pretende hacer que en 2015, 101.000 brasileños puedan estudiar en las universidades más prestigiosas del mundo.

Hasta fines de 2012, Brasil —que tenía 5.000 becas de estudio en el extranjero antes de CsF, ya había enviado a través del programa a más de 17.000 estudiantes de grado y posgrado a instituciones de enseñanza e investigación en 30 países.

El presupuesto del CsF también llama la atención: tienen 3.200 millones de reales (cerca de US$ 1.500 millones), más de la mitad del gasto total anual en ciencia, tecnología e innovación del país. La propuesta es que el gobierno federal financie con ese monto 75.000 becas y que la iniciativa privada costee el resto.

Pertinencia en cuestión

Aunque los números impresionan, la iniciativa brasileña está lejos de ser unánime. ¿Tiene sentido invertir semejante cantidad de recursos en la formación en instituciones extranjeras?, ¿el país será capaz de absorber este personal altamente calificado?, ¿qué ocurre con las áreas no contempladas por el programa? Estas son algunas de las preguntas planteadas por los estudiantes, docentes e investigadores brasileños.

El hecho es que la magnitud del proyecto y de los recursos involucrados choca con los recientes recortes que ha sufrido la ciencia en el país. En 2012, el presupuesto del área fue de 5.200 millones de reales; 1.480 millones menos de lo previsto. En 2011, se recortó 23 por ciento de los 7.400 millones de reales prometidos. Todo esto bajo intensas protestas de la comunidad científica, que espera un mejor escenario para 2013, que se definirá en febrero.

En este contexto, es natural el temor de que la elevada inversión en instituciones extranjeras ocurra en detrimento del incentivo financiero para la educación y la investigación nacional.

Desde hace algunas décadas, Brasil viene centrando esfuerzos en el fortalecimiento de sus posgrados, cuyos resultados se reflejan en una creciente participación, aunque todavía tímida, del país en la producción científica mundial. ¿Cómo garantizar la continuidad de este proceso cuando se cambia el enfoque?

Teniendo en cuenta las condiciones a menudo precarias de trabajo de los investigadores brasileños —con becas de estudio y productividad disputadas y pocos cargos estables y bien remunerados— también es pertinente preguntarse qué se está haciendo para garantizar el retorno y la ubicación de esa masa crítica en el país. ¿Habrá un ambiente propicio para poner en práctica lo que fue adquirido en el exterior?

Ya la elección de las áreas prioritarias contempladas por el programa —la ingeniería, la medicina y las disciplinas tecnológicas— deja en claro el compromiso del gobierno por la ciencia aplicada y expone su creciente obsesión por la innovación, palabra que incluso fue añadida al nombre del Ministerio de Ciencia y Tecnología del país en 2011.

Dirigentes del área han priorizado sectores tecnológicos en detrimento de la investigación básica y las humanidades. Corresponderá a los representantes de estas áreas luchar para que las nuevas directrices gubernamentales tiendan a un equilibrio armónico entre todos los sectores de la política científica nacional.

Otra cuestión importante que ya representa un obstáculo para la plena implementación del programa es el idioma, principalmente entre los candidatos a becas de grado. Los jóvenes brasileños no tienen buen desempeño con una segunda lengua, fundamental para obtener la ayuda. Una consecuencia de ello es la gran demanda de cursos en Portugal, principal destino de los estudiantes de CsF en ese nivel de enseñanza.

Abrir las puertas a la participación

No hay duda de que la inversión en recursos humanos es una importante vía de acceso a la ciencia de frontera y a la competitividad económica. Sin embargo, es preciso ser muy cuidadoso cuando se decide invertir un volumen sin precedentes de recursos financieros en una única iniciativa. En este sentido, CsF necesita ajustes y la comunidad científica debe movilizarse para ayudar a mejorarlo, y no solo criticarlo.

En un momento en que la ciencia brasileña se destaca en América Latina —Brasil representa el 54 por ciento de la producción científica de la región—, una iniciativa exitosa de formación de recursos humanos en el país, elaborada y ajustada con la participación permanente de la comunidad científica, podrá servir como modelo para otras naciones latinoamericanas, incluso aquellas que ya tienen una política en esta dirección.

Si los programas del estilo de CsF se extienden por toda América Latina, la probabilidad de que la ciencia de la región se desarrolle es grande. Si, además, estas iniciativas establecen alianzas sólidas entre los países vecinos —con realidades, dificultades y necesidades similares— sí puede surgir un bloque científico latinoamericano prometedor.

Carla Almeida

Carla Almeida es periodista científica brasileña y ha colaborado con SciDev.Net desde 2005. Ella es actualmente editora de Ciência Hoje en línea, un sitio web de comunicación de la ciencia, y hace investigaciones en el área de la comprensión pública de la ciencia.