10/07/16

Activismo de datos para el desarrollo sostenible

Riachuelo-Matanza-Argentina-World Bank
Crédito de la imagen: Banco Mundial / Flickr

De un vistazo

  • Grupos sociales y civiles comenzaron a producir datos para visibilizar problemas sociales y ambientales
  • En Argentina hay varias experiencias que aprovechan diferentes tecnologías y enfoques
  • La sencillez de la herramienta, el libre acceso y el compromiso de los afectados son factores en común

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La producción colectiva de datos se usa como herramienta de denuncia ante situaciones de injusticia social o ambiental.

La información que producimos tiene un valor inmenso. Se dice que los datos son el nuevo petróleo del siglo XXI, lo que desató una carrera entre empresas (y también gobiernos) para extraer y analizar la información que producimos entre todos cada día.

Sin embargo, las grandes instituciones no son las únicas que pueden beneficiarse. En los últimos años, organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales comenzaron a utilizar tecnologías y estrategias para producir datos con diferentes fines.

Entre ellos se encuentra el “activismo de datos” que se basa en la producción colectiva de datos como herramienta de denuncia ante situaciones de injusticia social o ambiental.

Una diversidad de técnicas, desde talleres participativos hasta sensores, pasando por diferentes tipos de aplicaciones web o motores de búsqueda, se usan para producir y analizar rápidamente información desperdigada online. El objetivo de estos proyectos es visibilizar problemas sociales y ambientales, empoderar a los actores que los padecen y demandar respuestas a las autoridades.

En Argentina existen al menos un par de decenas de casos[1] de activismo de datos sobre causas tan dispares como corrupción estatal, delitos urbanos, monitoreo de aguas, etc. A continuación se describen tres de estas experiencias. 

“Alcanzar el potencial del activismo de datos requiere tomar conciencia de su objetivo político al enfrentar tres desafíos centrales: la validación de la información, la comunicación y el empoderamiento”.

Mariano Fressoli y Valeria Arza

¿Qué pasa Riachuelo?

El proyecto ¿Qué pasa Riachuelo?[2] fue creado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en 2011 con el objetivo de controlar el avance del saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo. Esta cuenca —donde abundan industrias químicas— abarca parte de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, desemboca en el Río de la Playa y es considerada uno de los puntos con mayor contaminación del planeta.

La iniciativa utiliza aplicaciones de celulares y formularios web para que los ciudadanos envíen información sobre el progreso de actividades de limpieza y los nuevos focos de contaminación.

Gracias a una amplia campaña de difusión en redes sociales y medios de comunicación, el proyecto logró que ACUMAR, la autoridad encargada de limpiar la cuenca, comenzara a hacer públicos los datos disponibles y a atender reclamos que los ciudadanos realizaban a través de la página web.
 

Iconoclasistas

El grupo Iconoclasistas[3] combina arte gráfico con talleres abiertos para producir mapas colectivos sobre situaciones de injusticia social y ambiental y promover prácticas de resistencia y colaboración.

Los mapas visibilizan problemas críticos para la comunidad, identifican responsables, conexiones y consecuencias. Uno de los mapas más icónicos es “La república de los cirujas”, que representa el trabajo, las redes y los conflictos que enfrentan los cartoneros —como se llama en Argentina a quienes recogen cartón y papeles por las calles; los cirujas, en tanto, son los vagabundos— en José León Suárez, al noroeste de Buenos Aires.
 

Territorio Indígena

Territorio Indígena[4] es una iniciativa de Amnistía International Argentina junto con diferentes organizaciones sociales que mapea los conflictos indígenas que existen en el país para generar conciencia pública y detener los abusos e injusticias que sufren estas comunidades.

El proyecto comenzó con la compilación de documentos judiciales cuya información se organizó por tipo de conflictos ubicándolos geográficamente en el mapa de Argentina.

Luego se abrió la posibilidad que las comunidades mismas pudieran denunciar problemas que las aquejan.
 

Desafíos para el activismo de datos

Las tres experiencias utilizan diferentes tecnologías y enfoques para fomentar la producción colaborativa de datos, pero tres características son comunes: las herramientas son sencillas, los datos son libres y la producción requiere del compromiso de las poblaciones afectadas.

Apertura y compromiso son dos pilares fundamentales del activismo de datos, porque son los caminos para generar cambio social. De esa forma, se visibilizan los problemas, se interpela a las autoridades relevantes; y se empodera a las comunidades. Aquellos casos que utilizan licencias de código abierto sobre los recursos producidos facilitan además que las iniciativas puedan ser replicadas y adaptadas a bajo costo por otras organizaciones para defender nuevas causas. Esto último es especialmente relevante en países en desarrollo, porque el apoyo estatal y infraestructura son magros.

El potencial del activismo de datos comenzó a generar expectativa e interés en agencias de desarrollo y organizaciones no gubernamentales. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas, a partir del Panel de Expertos Independientes en la Revolución de los Datos para el Desarrollo Sustentable, fomenta iniciativas que impliquen formas novedosas de monitorear los objetivos de desarrollo sostenible y ongs como Civicus, Wingu y otras, comenzaron a elaborar programas de apoyo técnico.

Alcanzar el potencial del activismo de datos requiere tomar conciencia de su objetivo político al enfrentar tres desafíos centrales: la validación de la información, la comunicación y el empoderamiento. 

La validación resulta fundamental para ganar legitimidad. Existen fuertes intereses afectados por el activismo de datos, que no dudarán en atacar la validez de la información incluso sin necesidad de presentar prueba alguna.

Dadas las asimetrías de poder, el peso de la prueba cae sobre quien denuncia la injusticia; por eso los proyectos de activismo de datos se preocupan especialmente por validar la información que generan.

En segundo lugar, la estrategia de comunicación es clave para lograr el impacto político que estos proyectos se proponen. La comunicación no consiste sólo en procurar que la información se difunda sino también en permitir y promover que se reutilice todo lo posible. Nuevamente, la producción de datos abiertos permite viralizar la información y escalar su impacto.

En tercer lugar, la participación en iniciativas de activismo de datos puede generar un renovado sentido de autonomía y empoderamiento. Para ello, las comunidades participantes deben tener un papel activo, aprendiendo a utilizar las herramientas y la información generada. 

Lograr este compromiso en situaciones políticamente sensibles requiere además tomar recaudos para que los participantes no queden expuestos a represalias por parte de los poderes establecidos.

Contemplar estos desafíos desde el diseño mismo de los proyectos es importante para crear herramientas sólidas para el monitoreo de causas sociales y ambientales. 

En el proceso, estas prácticas fomentan además la democratización de la producción y el acceso a la información. En este punto, la enseñanza del activismo de datos parece sencilla: los datos son nuestros; hagamos que sirvan para nuestras causas. 
 
Mariano Fressoli y Valeria Arza son investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina en temas de producción colaborativa de conocimiento y desarrollo sostenible. Se les puede escribir a:  [email protected] y [email protected], respectivamente.