14/02/12

Manejar los océanos con conocimiento científico

Mejora de los datos de vigilancia pueden mejorar la gestión de la pesca Crédito de la imagen: Flickr/ Adnan Yahya

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Manejo de recursos marinos para el desarrollo sostenible requiere de capacidad científica local, especialmente en la región del Pacífico.

Quienes se preocupan por el daño al medio ambiente y sus efectos sobre la salud y el bienestar de las comunidades tienden a enfocarse en las amenazas terrestres. Allí es donde se pueden observar más fácilmente los daños y donde sus causas —desde los pesticidas agrícolas hasta la contaminación del aire por las industrias— son más fáciles de identificar. 

Sin embargo, este enfoque ignora el tremendo daño que la actividad humana ha infligido al recurso más grande, y posiblemente más valioso, del planeta: sus océanos.

Los océanos cubren cerca de las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, contienen el 80 por ciento de sus organismos vivos y proporcionan el 60 por ciento de las proteínas diarias para la dieta de los habitantes de los países tropicales en desarrollo.

Los servicios que los océanos suministran están ahora amenazados por las actividades humanas que incluyen una grave sobrepesca, la extracción de minerales, los impactos de la acidificación y el calentamiento global.

No hay una respuesta simple a tales amenazas. Pero un componente esencial de cualquier estrategia para proteger los océanos —y garantizar el desarrollo sostenible de sus recursos— es un manejo eficaz con base científica.

Esto, a su vez, requiere de datos confiables en los cuales basar las decisiones políticas (así como un equilibrio adecuado entre la ciencia y el conocimiento tradicional local).

Por lo tanto, uno de los mayores retos que enfrentan las comunidades dependientes de océanos saludables para su supervivencia —especialmente los pequeños estados insulares en desarrollo del Pacífico y de otros lugares— es construir la capacidad necesaria para generar e interpretar esos datos.

Los océanos bajo la lupa

Esta semana, presentamos una serie de artículos que ponen de relieve los retos enfrentados para generar datos científicos sólidos que conformen los cimientos de una gestión eficaz de los recursos marinos, con énfasis especial en la región del Pacífico.

Nuestro especial comienza con una visión general de lo que está en juego. Sarah Grimes, asesora editorial de este proyecto, describe los principales proyectos de monitoreo y recolección de datos que operan actualmente en el Pacífico, y cómo ayudan a mantener un registro de las amenazas al desarrollo sostenible.

Ella describe el desarrollo de las ciencias marinas desde comienzos del siglo XIX hasta las iniciativas acordadas hace veinte años en la primera Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, y analiza los desafíos futuros que enfrentan las pequeñas naciones insulares en desarrollo.

Grimes también advierte que “la limitada información puede conducir a tomar malas decisiones que reducen la capacidad de los países para desarrollarse sin afectar los ambientes marinos ni la salud de las poblaciones locales, perpetuando el ciclo de pobreza”.

En el primero de tres artículos de opinión, Ben Ponia describe cómo han cambiado las prioridades de monitoreo a través de los años en las Islas Cook, de las que él es secretario de recursos marinos. Subraya la importancia de construir la capacidad local para el uso de herramientas científicas, y señala que las islas del Pacífico requieren tomar en sus propias manos la responsabilidad del monitoreo.

El científico pesquero Johann Bell analiza cómo mejorando los datos de monitoreo se podrían perfeccionar las estrategias de pesca. Sostiene que el cambio climático, a pesar de los peligros que representa, en realidad podría beneficiar a algunos países del Pacífico al incrementar las capturas de atún. Pero para asegurar su éxito se requerirá información de las comunidades locales, programas relevantes de capacitación e inversión a largo plazo de los propios países.

Los científicos oceánicos Sidney Thurston y M. Ravichandran describen los riesgos crecientes de daños a las boyas oceánicas —ya sea por actos vandálicos o negligencia—,las cuales reúnen datos esenciales de monitoreo del océano y el clima. Advierten que si no se toman medidas para evitar estos estropicios, la comunidad global sufrirá no solo pérdidas financieras, sino también de datos vitales e incluso de vidas.

Finalmente, en un reportaje sobre el crecimiento de las áreas marinas gestionadas localmente en la región del Pacífico —una de las historias positivas de desarrollo sostenible de los recursos marinos— Naomi Antony, editora asistente de noticias, describe los retos para equilibrar la contribución de la ciencia moderna con la del conocimiento tradicional de las culturas locales, y las exigencias prácticas de las estrategias de conservación de recursos gestionados localmente.

Signos de progreso

Por supuesto, unos buenos datos científicos, e incluso estrategias de conservación bien diseñadas, no son suficientes para garantizar el desarrollo sostenible. Igualmente necesario es un marco político para asegurar que ambas tengan un uso efectivo.

Por lo tanto, hay grandes esperanzas de que una de las conclusiones más sustanciales que surjan de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que tendrá lugar en junio (20 años después de la primera Cumbre de la Tierra), sea un acuerdo político sobre la necesidad de tomar una serie de medidas para proteger los recursos marinos del mundo.

Hasta ahora los signos son prometedores. El ‘borrador cero’ del informe final de la conferencia, publicado el mes pasado, incluye un compromiso para un nuevo tratado que proteja las dos terceras partes de los océanos del mundo que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales. También promete abordar asuntos como el detrito marino y la acidificación de los océanos.

Por supuesto hay razones para pensar con optimismo que la conferencia Río+20 marcará un hito en los esfuerzos de proteger los océanos para las futuras generaciones. Sin embargo, un acuerdo político no tendrá sentido a menos que se pueda traducir en medidas concretas. Como lo señala Grimes, los compromisos previos han progresado lentamente, en parte debido a que las prioridades políticas con frecuencia van en sentido contrario al buen manejo ambiental.

Los progresos futuros dependerán de que la ciencia juegue un papel importante en la localización y análisis de los problemas, identificando las soluciones potenciales y monitoreando cuán eficaces han sido. Mucho de esto requiere de la acción coordinada a nivel internacional.

Pero en última instancia, el verdadero progreso debe ser local. Los estados insulares que se encuentran en la primera línea de los problemas creados por un mal manejo de los océanos, requieren apoyo y recursos para desarrollar su capacidad de generar y usar datos científicos. Solamente entonces podrán desempeñar plenamente su papel en el establecimiento de un enfoque más eficaz y sostenible.

David Dickson,
Editor, SciDev.Net

Anita Makri,
Editora asistente, SciDev.Net

Este artículo es parte del Especial sobre ciencia oceánica para el desarrollo sostenible.