14/11/17

Una princesa, un mar bíblico, y la ciencia del siglo XXI

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[Mar Muerto, Jordania] Una cultura milenaria y un mar bíblico, transportados al siglo XXI de la mano de una princesa que aboga por la ciencia en su país, Jordania, y también fuera de él. Esos fueron tres de los protagonistas del 8º Foro Mundial de la Ciencia, realizado del 7 al 11 de noviembre en la zona del Mar Muerto.
 
Durante la conferencia —que se celebra cada dos años desde 2003—, la princesa Sumaya —prima del actual rey Abdalá II— fue señalada repetidamente como el motor detrás del evento mundial que finalizó con una declaración oficial bastante más práctica que el tradicional “llamado a la acción” que suelen resultar de este tipo de eventos.
 
“Organizaciones científicas, universidades y gobiernos deben establecer mecanismos para identificar profesionales entre los millones de desplazados por las guerras, penurias económicas y cambio climático, y crear recomendaciones para proteger su habilidad para generar conocimientos. Subrayamos la necesidad de crear programas de educación y trabajo para apoyar la movilidad y la integración de los investigadores y estudiantes migrantes y refugiados”, es —quizás— el punto más destacado de la declaración que resultó del foro, y que tuvo como consigna “Ciencia para la Paz”.

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La princesa Sumaya impulsó el foro como presidenta de la Real Sociedad Jordana de Ciencias (Foto: Daniela Hirschfeld).

Junto a su carismático padre, el príncipe El Hassan bin Talal, y lejos de la idea de una princesa inaccesible, Sumaya —experta en historia del arte, pero también presidenta de la Real Sociedad Jordana de las Ciencias— no solo participó activamente en los preparativos sino también en la ceremonia de apertura que incluyó música, robots y celebridades de la divulgación científica, varias sesiones del congreso y hasta en un gran baile jordano.
 

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El físico teórico Michio Kaku, popular divulgador científico, fue uno de los presentadores del WSF (Foto: Daniela Hirschfeld).

Fueron más de 2.500 personas, entre científicos, delegados de gobiernos y organismos internacionales, y periodistas de más de 120 países, los que participaron en la reunión.
 
De ellos, unos 25 llegaron de América Latina. Brasil, Argentina, Perú, México, Chile, Colombia, Nicaragua, Bolivia y Uruguay estuvieron presentes. En el programa, la voz de la región se escuchó en una sesión organizada por Unesco que mostró algunos desafíos y posibilidades de cooperación sur-sur.

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Mesa del panel latinoamericano organizado por la UNESCO (Foto: Daniela Hirschfeld).

Además de esta mesa hubo 35 sesiones temáticas y regionales y ocho reuniones plenarias en torno a temas mundiales como la seguridad alimentaria, la energía y las mujeres en la ciencia. Pero sobre todo se centró en el manejo sustentable del agua y la situación de la ciencia y los científicos de zonas en conflicto.
 
En el tema del agua, para Medio Oriente —que organizó esta reunión por primera vez— significó una instancia para poner sobre la mesa el grave problema de la escasez del recurso. En esa región vive 20% de la población pero hay menos de 1% de las fuentes de agua renovable.
 
Luego, en un país como Jordania, que tiene 9,5 millones de habitantes de los cuales casi dos millones son refugiados provenientes de países árabes, la libertad académica, la amenaza a la vida de los científicos y la migración de cerebros son temas más acuciantes de lo habitual. 

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El lema del foro de este año, acorde con la situación actual de los países árabes, fue “Ciencia para la Paz” (Foto: Daniela Hirschfeld).

Así se vio, por ejemplo, en la premiere mundial del documental “Science in Exile”, de la realizadora italiana Nicole Leghissa y la Academia Mundial de las Ciencias (TWAS) que, entre otros problemas, relató cómo Siria tenía más de 30.000 doctorados antes de la guerra civil pero hoy la mitad ha emigrado.

Aunque el tema parece lejano para América Latina, el argentino Ernesto Fernández Polcuch, jefe de Políticas y Alianzas Científicas de UNESCO, dijo que este tipo de problemas tienen puntos de contacto con el caso de Colombia.
 
Allí, ejemplificó, la ciencia, después del acuerdo de paz, ha tomado un rol fundamental para llegar a zonas del territorio antes inaccesibles y avanzar en temas de biodiversidad, entre otros.

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El Foro permitió el fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (Foto: Daniela Hirschfeld).

Seguramente, este será uno de los temas que se retome en 2019, cuando tenga lugar la próxima reunión mundial a realizarse en Budapest.
 
No obstante,  para los participantes de América Latina, antes, en 2018, la cita será en Panamá, en el II Foro Abierto de Ciencias América Latina y el Caribe (CILAC), un espacio regional de intercambio que se considera preparatorio para que la región esté representada en el ámbito global del WSF. La primera edición de CILAC fue en Montevideo (Uruguay), en 2016.

Y en línea con América Latina, para Medio Oriente esta edición del WSF también sirvió para promover el diálogo entre expertos de países árabes e impulsar la creación del primer Foro Árabe de la Ciencia, que se realizará por primera vez en fecha aún no anunciada.
 
Enlace al Foro Mundial de Ciencia 2017