05/05/11

Maíz transgénico contamina maíz silvestre en Uruguay

El polen de maíz GM puede fertilizar plantas no GM Crédito de la imagen: Flickr/nchenga

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

[MONTEVIDEO] La contaminación de cultivos de maíz tradicional plantados cerca de campos de maíz genéticamente modificado (GM) podría ser común en Uruguay, donde el cultivo de maíz GM está permitido desde 2003, señalan científicos.

Un estudio publicado en Environmental Biosafety Research (25 de marzo) halló brotes de maíz GM en tres campos cultivados con maíz tradicional. Se dice que es el primer estudio sobre fertilización cruzada entre maíz GM y no GM en América del Sur.

Otros estudios sobre la presencia imprevista de maíz GM y la contaminación de cultivos no GM en América Latina han generado algunos casos controvertidos, como un estudio mexicano publicado en Nature en 2001 y otro peruano de 2007 que llevó a una demanda por difamación contra uno de los científicos que cuestionó los hallazgos y una posterior campaña por la libertad de expresión para los científicos.

Y el juicio al maíz GM de Monsanto en México recientemente ha reavivado el debate en el país que alberga los recursos genéticos del maíz más diversos.

Pero a diferencia de México y Perú, Uruguay permite el cultivo de maíz GM. Las variedades MON810 y Bt11 fueron aprobadas para el cultivo comercial en 2003 y 2004, respectivamente.

Las reglamentaciones gubernamentales especifican que los campos con cultivos GM y no GM deben estar separados por más de 250 metros para evitar la fertilización cruzada y asegurar la “coexistencia regulada”, y que 10 por ciento del campo no debe ser GM para funcionar como área de refugio para la biodiversidad

En la reciente investigación, los científicos uruguayos de la Universidad de la República analizaron cinco pares de maizales en los que los agricultores plantaron maíz GM más o menos en la misma época en que plantaron cultivos no GM en campos vecinos.

Estudiar campos comerciales es mejor que usar parcelas experimentales, que pueden no corresponder a situación reales, sostienen los científicos.

En tres casos los científicos detectaron genes de maíz GM, llamados “transgenes”, en los brotes producidos por semillas tomadas de cultivos no GM. Presumiblemente, los transgenes fueron transportados por el viento desde los campos GM.

El porcentaje más alto de brotes transgénicos fue 0,83 por ciento en un campo ubicado a 100 metros de otro con maíz GM.

En uno de los casos, la contaminación cruzada ocurrió a pesar de una barrera de eucaliptos (de 12 metros de alto y 30 de ancho) que separaba los campos, y otro caso involucró la fertilización cruzada entre campos separados por más de 250 metros.

La fertilización cruzada puede ser, por lo tanto, “una situación común en Uruguay", dijeron los autores, añadiendo que la superficie plantada con maíz GM en el país está aumentando.

“Estos resultados también muestran que la normativa vigente en Uruguay es insuficiente y que la actual política de ‘coexistencia regulada’ no es muy conocida entre los agricultores”, dijo a SciDev.Net Pablo Galeano, autor principal del estudio. “Creo que hablar de ‘coexistencia regulada’ sin las herramientas necesarias para hacerlo viable no es más que retórica”.

Pero Galeano alertó que los descubrimientos no necesariamente se aplican a otros cultivos y otros países.

“La fertilización cruzada depende de la topografía, el tamaño y orientación de los campos, el tipo de maíz, la dirección del viento durante el tiempo de floración, temperatura y humedad, por lo que es casi imposible generalizar los resultados a otros cultivos, áreas o países”, agregó.

Daniel Bayce, gerente del Instituto Nacional de Semillas de Uruguay, dijo a SciDev.Net que los resultados no son representativos, porque la fertilización cruzada se ha detectado sobre todo en campos que estaban demasiado cerca, y aun así “la frecuencia de la contaminación transgénica fue muy baja”.

Enlace al artículo completo  [225Kb]

References

Environmental Biosafety Research doi: 10.1051/ebr/2011100 (2011)