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[SANTIAGO DE CHILE] En Chile hay 1.119 especies exóticas de flora y fauna que se han asilvestrado o naturalizado en el territorio. Un número importante compite por alimento y hábitat con especies nativas, depredándolas, desplazándolas o amenazando su sobrevivencia.

El estudio “Valoración económica del impacto de un grupo de Especies Exóticas Invasoras sobre la Biodiversidad en Chile” (26 de setiembre) estimó en más de US$86,5 millones el monto anual que el país ha perdido en los últimos cinco años a causa de siete especies invasoras: cinco mamíferos y dos arbustos.

Si no se hace nada para controlar estas siete especies, en 20 años el país habrá perdido más de US$1.991 millones, dice el estudio, financiado por el Proyecto Especies Exóticas Invasoras, impulsado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), el Ministerio del Medio Ambiente de Chile (MMA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

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Créditos: Claudio Fierro, Aníbal Pauchard, Mariana Acuña, Renato Ripa, Héctor Gutiérrez, Fundación Ardeidas, Proyecto GEF/EEI. 

“Los tomadores de decisiones requieren alguna información de pérdida económica para destinar recursos de forma eficiente al control de estas especies. No es lo mismo decir que desplazan especies nativas, que decir cuánto vale ese desplazamiento”, dice a SciDev.Net Claudia Cerda, investigadora de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile y autora principal del estudio.

Entre los factores que se valorizaron están los recursos públicos destinados a investigar y controlar las especies, las pérdidas a plantaciones forestales o frutales y el daño económico para la ganadería, apicultura y especies nativas.

Las pérdidas estimadas, dice Claudia Cerda, es mucho mayor que el presupuesto que se destina al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE). Estas son los siete invasores estudiados y su impacto económico anual mínimo:
 

1.     Jabalí (Sus scrofa): Pérdida mínima anual = US$38.278.724

Introducido en 1937 para crianza comercial y caza, afecta las plantaciones de avellano europeo, amenaza a la palma chilena, reduce la biomasa vegetal al erosionar el suelo, depreda vertebrados e insectos e impacta en la producción de carne y leche.  

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El jabalí depreda especies nativas como la ranita de Darwin y el chucao, un ave. Además es reservorio de microorganismos que pueden infectar a animales domésticos y silvestres. Crédito: Fundación Ardeidas
 

2.     Avispa chaqueta amarilla (Vespula germánica): Pérdida mínima anual = US$21.532.771

Desde 1970 es plaga en zonas urbanas y rurales del país. Se alimenta vorazmente de carne y frutas, ataca colmenas y pichones de aves. Sus costos se midieron sobre la vitivinicultura, apicultura, producción de ciruelas y biodiversidad. 

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Manzanas, peras y flores suelen ser atacadas por la chaqueta amarilla, cuya agresividad reduce también las visitas en áreas silvestres protegidas.
Crédito: Renato Ripa 

 
Su impacto sobre el turismo en parques nacionales llevó a la creación de un método de control que hoy se usa en 20% de los parques nacionales. 


 

3.     Zarzamora (Rubus ulmifolius)   Pérdida mínima anual:  US$10.580.010

Si bien su fruto, la mora, genera ingresos anuales por US$2.888 anuales, su invasión de terrenos genera un impacto mayor para la producción forestal de pino insigne y para la producción de vacunos, además del gasto para su erradicación usando métodos manuales, químicos y biológicos.

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La zarzamora erosiona el suelo, afecta flora endémica y a polinizadores y deteriora el paisaje.
Crédito: Carla Firmani

 

4.     Visón (Neovison vison): Pérdida mínima anual =  US$9.526.620

Importado para la explotación comercial de su piel en 1934, hasta 1960 hubo cinco escapes de ese carnívoro al medio natural en el sur de Chile y Argentina. Sus principales impactos económicos son sobre la biodiversidad, al depredar invertebrados y vertebrados, especialmente colonias de aves que anidan a nivel del suelo.

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El visón se distribuye en el sur de Chile, desde la región de la Araucanía hasta Tierra del Fuego (Isla Navarino), donde no tiene depredadores.
Fuente: Proyecto GEF/EEI

 

5.     Espinillo (Ulex europaeus): Pérdida mínima anual = US$ 3.953.881

Su introducción en el siglo XIX para usarse como cerco vivo lo ha convertido en una plaga que desplaza plantas nativas y cultivos, junto con degradar el suelo al extraer gran cantidad de sus nutrientes. Esto genera impacto en la producción de carne de vacuno y ovino y en la producción de pino insigne. A esto se suman los recursos públicos destinados a investigar esta especie.
 
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Hoy el espinillo cubre amplias extensiones de terreno en áreas silvestres, praderas y cultivos agrícolas y forestales.
Crédito: Carla Firmani 

 


6.     Conejo (Oryctolagus cuniculus): Pérdida mínima anual = US$3.249.337 

Se introdujo en Chile en el siglo XVII y desde aquí se propagó hacia Argentina. Hoy genera impacto en sectores frutícolas, de plantaciones forestales y en biodiversidad.

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El conejo erosiona suelos, compite por alimento con roedores nativos, consume hortalizas, pinos recién plantados y especies de bosque nativo. 
Crédito: Paula Leighton

 
Paloma Toranzos, oficial de Medio Ambiente y Energía PNUD-Chile, destaca que “en conjunto con la ONG Island Conservation, esta especie se ha erradicado recientemente de las islas Choros (2015) y Chañaral (2016), en la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt”. Esto tuvo un costo de US$ 1.465.754.

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En esta foto de 2014, el perro Finn ayuda a confirmar la ausencia de conejos invasores en la Isla Choros
Crédito: Tommy Hall/Island Conservation /Flickr 

 

7.     Castor (Castor canadienses): Pérdida mínima anual = US$733.094

La liberación de 50 castores en el lado argentino de Tierra del Fuego en 1946 —hasta donde se llevó para desarrollar una industria peletera que fracasó— tiene hoy a esta especie convertida en una de las peores especies exóticas invasoras del extremo austral de Chile y Argentina. “En 2006 ambos países firmaron un Acuerdo Binacional sobre Restauración de los Ecosistemas Australes afectados por el castor americano”, dice Paloma Toranzos.
 
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Los castores no tienen depredadores y contaminan el agua de sus embalses y riachuelos. Un proyecto de WCS Chile busca erradicarlo de Tierra del Fuego hacia 2030.
Crédito: Claudio Fierro

 
Los costos de esta especie invasora incluyen la destrucción de biomasa forestal, especialmente lenga y coihue, causando pérdida de madera e impactos negativos en la captura de carbono.
 
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Se estima que en Tierra del Fuego alrededor de la mitad de los bosques en las márgenes de cursos de agua e importantes áreas de turberas ya han sido afectados por el castor.
Crédito: Claudio Fierro

Al crear diques, los castores inundan vastas extensiones de terreno, lo que afecta la producción ganadera y reduce las zonas de pastoreo. A esos costos se suman recursos públicos destinados a investigarlo y reparar infraestructura caminera dañada por la especie.
 
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Los castores contaminan riachuelos, desestabilizan el suelo, modifican el hábitat de especies acuáticas, alteran la oxigenación del agua de los ríos y sus sedimentos.
Crédito: Paula Leighton

 
“Las especies exóticas invasoras son una de las cinco causas principales de la pérdida de biodiversidad en el mundo: alteran los sistemas ecológicos, compiten con la flora y fauna nativas y generan impactos adversos en actividades productivas y en la provisión de servicios”, destaca Paloma Toranzos. Todo esto, agrega, “tiene, a fin de cuentas, un impacto sobre la economía y el progreso social”.