19/07/12

Descubrir el mundo ‘invisible’ de la ciencia

Las publicaciones en línea hacen que la investigación científica sea más accesible pero más difícil de evaluar Crédito de la imagen: Flickr/Gates Foundation

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Para que la ciencia sea útil al desarrollo se requiere un sistema nuevo e inclusivo de rastrear publicaciones, dice Caroline Wagner.

Las comparaciones mundiales de la producción científica son algo corriente. Como no son expertos, los generadores de políticas y los administradores dependen de los índices de impacto y reconocimiento —los recuentos de los trabajos publicados y las citas, y el prestigio de las revistas de origen— para evaluar el impacto del gasto público y asignar fondos de investigación.

El punto de referencia es el SCIE —siglas en inglés del Índice Expandido de Citación Científica, anteriormente conocido como ISI— que es propiedad de Thompson Reuters. El SCIE es un excelente servicio de resúmenes, pero cubre tan solo un pequeño porcentaje de toda la literatura científica.

Y aunque la revolución informativa está haciendo más fácil la publicación en línea, y por lo tanto acceder a los hallazgos de la investigación científica, también dificulta los esfuerzos para monitorear y comparar los resultados a medida que los materiales se multiplican en muchos lugares nuevos.

El resultado es un sistema abierto en rápido crecimiento y más difícil de evaluar que nunca.

Alcanzar lo ‘invisible’

En un estudio reciente contamos más de 15.000 publicaciones científicas entre los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) de las cuales tan solo 495 —alrededor del tres por ciento— están incluidas en el SCIE. [1]

Sorprendentemente, esto no es una anomalía: encontramos que el SCIE incluye aproximadamente solo tres por ciento de las revistas de los países más adelantados científicamente.

Esto significa que los tomadores de decisión de cualquier parte del mundo que dependen del SCIE (o de sus primos: Scopus o tal vez Google Scholar) no toman en cuenta, acceden o comparan más del 90 por ciento de la producción científica, trabajos que denominamos “la ciencia invisible”.

Para países científicamente avanzados como Estados Unidos, otros servicios de resúmenes como el Index Medicus y el Servicio de Resúmenes de Química (Chemical Abstracts Service) proporcionan acceso adicional. Pero ninguna fuente proporciona acceso común o permite la comparación.

Para los países en desarrollo, el reto de la ciencia ‘invisible’ se ve agravado por la barrera del idioma. China publica 6.596 revistas científicas, de las cuales solo un puñado tiene resúmenes en inglés. Del mismo modo, Rusia y Brasil tienen cada uno cerca de 2.000 revistas en sus propios idiomas que no están indexadas en el SCIE.

India está mejor representada en inglés y en el SCIE, pero a diferencia de los otros tres países que conforman el BRIC, sus publicaciones nacionales (alrededor de 550) se hallan dispersas entre un sinnúmero de bases de datos que las hacen difíciles de rastrear. [1]

¿Cómo haría un investigador para encontrar estos trabajos? En la actualidad no hay forma de hacerlo.

Cantidad y calidad

El crecimiento de la ciencia en todo el mundo es celebrado ampliamente. Enriquece el conocimiento, pero también añade el desafío de evaluar y comparar la producción científica mundial.

Muchos más países financian la investigación y el desarrollo (I+D) más que en cualquier otra época de la historia. En 1990, seis países fueron responsables del 90 por ciento de la inversión en I+D; en 2008, este grupo de élite había crecido a más de 13 países. [2] Desde inicios del presente siglo, los países en desarrollo han aumentado en más del doble su inversión en I+D.

El número creciente de publicaciones en lenguas nativas (impresas y electrónicas); las vías de acceso abierto para publicaciones como Creative Commons, y las conferencias globales (presenciales y en línea) son signos de una ciencia sana. Combinados con las nuevas posibilidades de publicación abiertas por Internet, los hallazgos científicos se multiplican diariamente.

Ciertamente, es algo bueno que las nuevas herramientas de comunicación permitan participar en la red global de ciencia a un vasto número de nuevos grupos. Sin embargo, esta tendencia también dificulta la evaluación y plantea interrogantes acerca de lo que se mide en los estudios comparativos globales.

La proliferación de fuentes también plantea preguntas sobre la calidad. Los archivos en línea como arXiv y ResearchGate están aumentando en popularidad e incluyen versiones de pre-publicación de artículos que no han sido revisados, y que sin embargo son leídos y citados frecuentemente por otros. Pero no ha surgido un estándar claro para cambiar el estatus (por ejemplo, pre o pos revisión), por no hablar de la comparación de las citas a través del tiempo.

Las revistas electrónicas, los boletines de noticias y los comunicados no siempre usan altos estándares de evaluación de calidad (como la revisión por pares o la edición). Es imposible distinguir cuáles presentan datos de calidad.

Esto no descarta la utilidad de tales contribuciones al acervo del conocimiento global. De hecho, las semillas de los futuros descubrimientos bien podrían estar contenidas allí. Sin embargo, tamizar los extensos volúmenes de material para encontrarlas se está haciendo cada vez más difícil.

Paso clave: hacer un balance

En efecto, las recientes exhortaciones para tener estándares globales de evaluación científica son bien intencionadas en teoría, pero la proliferación de comunicaciones y fuentes científicas hace que la idea sea un sueño que difícilmente puede ser llevado a la práctica.

El primer paso para cualquier evaluación global debería ser un inventario de los variados tipos de producción científica y sus fuentes. Hay muchas configuraciones posibles, por ejemplo solamente electrónicas o electrónicas e impresas; frecuencia de publicación; en cuántos lugares se publica el mismo artículo (pre y post publicación); enlaces a datos de respaldo; acceso abierta o por suscripción; editor o revisión por pares.

Moverse hacia los términos estándar para tipos de productos ayudaría a los analistas a hacer recuentos precisos y a los generadores de políticas a usar toda la información disponible en la toma de decisiones.

La inclusión puede requerir que los gobiernos nacionales o regionales, o tal vez las academias científicas, inviertan en un buen sistema de contabilidad y en una biblioteca nacional de todas las publicaciones científicas —que debería ser de acceso abierto—, como Rusia trata de hacerlo mediante elibrary.ru

Un enfoque inclusivo para garantizar que toda la buena ciencia sea ‘visible’ a nivel global es un noble objetivo que plantea retos significativos a la comunidad científica. La transparencia global se puede alcanzar con nuevos protocolos para ver, catalogar y entender la franja de oportunidades que la ciencia representa en esta era de colaboración. Pero requiere compromiso de los gobiernos y las sociedades científicas.

Como están las cosas, la vasta mayoría de publicaciones científicas permanecen invisibles para la mayoría de usuarios potenciales, y esta falta de acceso empobrece a la ciencia mundial.

Caroline Wagner es presidenta de Asuntos Internacionales y directora del Centro Battelle de Políticas de Ciencia y Tecnología de la Universidad Estatal de Ohio, Columbus, Ohio. Se le puede escribir a: [email protected].

References

[1] Wagner, C.S., Wong, S.K. Unseen Science? Representation of the BRICs in global science. Scientometrics 90, 1001–1013 (2012)