30/06/09

Reducir emisiones forestales exige ciencia confiable

La ciencia confiable y localmente relevante debe nutrir las estrategias de la REDD Crédito de la imagen: Flickr/zrim

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

El debate sobre el cambio climático ofrece integrar el manejo forestal con las políticas de desarrollo, pero una ciencia confiable debe nutrir a las estrategias.

Los conservacionistas han reconocido desde hace mucho tiempo el papel de los bosques como apoyo a la subsistencia de los pueblos indígenas en los países en desarrollo. Además de servir como combustible y material de construcción, los bosques ofrecen con frecuencia suministros esenciales de alimentos y medicina. También son importantes como fuente de una biodiversidad que cada vez es más escasa. En África, los investigadores estiman que más del 70 por ciento de sus habitantes depende de los recursos forestales.

Más recientemente, en los gobiernos carentes de efectivo, crece la idea de recibir pagos por conservar los bosques dados los ‘servicios de los ecosistemas’ que éstos proporcionan, como moderar la temperatura local del aire, controlar el flujo de las aguas y mitigar las inundaciones, y generar lluvias.

Pero los bosques son ahora el centro de atención por otro valor: su habilidad para almacenar carbono y mitigar el cambio climático. Los países en desarrollo recibirán un pago por reducir las emisiones de la deforestación y de la degradación forestal (REDD por sus siglas en inglés) como parte de un esquema que terminará de concretarse en las negociaciones sobre cambio climático que se realizarán en Copenhague este año.

REDD, un derecho para todos

Los bosques actúan como sumideros de carbono. Los árboles y el suelo absorben el carbono de la atmósfera y lo almacenan. Si se dejan intactos, los bosques pueden jugar un papel crucial en la compensación de las emisiones de carbono.

Pero muchos bosques tropicales están siendo rápidamente arrasados por la tala o con fines agrícolas, liberando el carbono almacenado en ellos, ya sea con rapidez si se queman, o más lentamente a medida que la materia orgánica se descompone.

La deforestación también puede cambiar la dinámica de los suelos e incrementar la erosión, con lo cual se libera más carbono a la atmósfera. En general, los investigadores estiman que la deforestación emite aproximadamente una quinta parte de las emisiones globales de carbono.

Cualquier esfuerzo para combatir el cambio climático en el largo plazo debe, por lo tanto, involucrar la reducción de la deforestación. Las conversaciones de 2007 de la Convención Marco sobre Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés) realizadas en Bali, Indonesia, fueron testigo de un amplio compromiso global para reducir las emisiones de la deforestación, y los países alrededor del mundo están ahora afinando los detalles con el propósito de tenerlos a tiempo para Copenhague.

La REDD ofrece una singular oportunidad para combinar el manejo forestal con el desarrollo sostenible, pero el establecimiento de un marco que encaje para todos no es fácil, particularmente debido a la diversidad en los tipos de bosques, a su manejo y su uso según el lugar que ocupen en el trópico.

Como resultado, mientras surgen consensos en algunos aspectos de la REDD –por ejemplo, que solamente los países en desarrollo deberían ser los beneficiarios, y que los fondos deberían provenir de múltiples fuentes—muchos de los detalles aún no han sido acordados.

Simultáneamente, satisfacer las necesidades locales y aumentar el crecimiento económico sostenible es un reto particular para la REDD. Un componente crítico para alcanzar lo anterior es asegurar que sus estrategias se sustenten en una buena base científica que también sea localmente relevante.

Diversos puntos de vista

Esta semana, ponemos a la REDD bajo la lupa con una serie de artículos para identificar y explorar dónde la ciencia y la investigación pueden marcar la diferencia.

Un artículo de fondo resume los principales temas, incluyendo el desarrollo de las actividades de la REDD en las negociaciones globales sobre cambio climático, explicando algunos de los escollos y definiendo de qué manera pueden ayudar los científicos (Ver Cambio climático: ¿qué papel cumplen los bosques?)

La tarea de vigilancia, información y verificación de los proyectos de la REDD es resaltada como un desafío particular para muchos países en desarrollo, aunque recientes avances en las tecnologías como los sensores remotos pueden ayudar (Ver Un ojo en el cielo ve desaparecer los bosques).

La ciencia también puede ayudar de otras maneras. Godwin Kowero, jefe del Foro Forestal Africano, pone de relieve la profundidad del conocimiento local en poder de los investigadores forestales de ese continente y exhorta a los negociadores globales a escuchar y aprender estas perspectivas críticas (Ver África y sus derechos en la REDD).

Festus Akinnifesi y sus colegas del Centro Mundial de Agroforestería ofrecen uno de estos puntos de vista argumentando que la incorporación de la agroforestería dentro de la REDD es la clave para alcanzar los objetivos del cambio climático y mejorar los medios de subsistencia en África (Ver África: agroforestería para reducir emisiones de bosques).

Peter A. Minang, de la Alianza ASB de Tropical Forest Margin’s, ofrece otra opinión. Señala que el apoyo de la REDD está basado en pruebas débiles y que se sabe poco sobre los costos para los países en desarrollo (Ver ¿Cuánto cuesta reducir las emisiones forestales?)

Mientras tanto, N. H. Ravindranath y Shamama Afreen, del Instituto de Ciencias de la India, en Bangalore, sugieren que la REDD es inapropiada para el sur de Asia, señalando que se requiere de un esquema que recompense la forestación, la reforestación y el aumento en las reservas de carbono (Ver Tratados climáticos deben recompensar manejos forestales).

Otros problemas de las propuestas de la REDD son identificados por Romain Czebiniak, asesor político en cambio climático y bosques de Greenpeace. Sugiere que mientras que la REDD es un ingrediente básico de cualquier esfuerzo para estar por debajo de los dos grados de aumento de la temperatura mundial, no puede aplicarse solo en los mercados de carbono donde la experiencia demuestra que pocos países en desarrollo pueden participar fácilmente (Ver La promesa y el peligro de la REDD).

Doble objetivo

Ésta no es en modo alguno una lista exhaustiva de los temas que enfrentan los negociadores de la REDD, particularmente aquellos del mundo en desarrollo, mientras se preparan para Copenhague. Pero estos artículos, tomados con el material de contexto al que los vinculamos, proporcionarán un panorama útil de algunas de las cuestiones clave de la interfaz entre la ciencia y la REDD.

Cualquiera sea el camino que tome el debate de la REDD, los negociadores deben tener en cuenta el doble objetivo de apoyar al desarrollo sostenible y abordar los asuntos del cambio climático. Un marco bien estructurado de la REDD podría lograrlos, pero solamente si está alimentado por una ciencia confiable y localmente relevante.