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Los avances obtenidos sobre algunas enfermedades olvidadas podrían detenerse durante la crisis financiera mundial porque dependen de muy pocos donantes, de acuerdo con un nuevo estudio.

Investigadores del Instituto Internacional de Salud George, en Australia, quienes esta semana (4 febrero) dieron a conocer su análisis sobre 30 enfermedades olvidadas, temen que la falta de diversidad de donantes para algunas enfermedades sea el talón de Aquiles de la crisis financiera.

“Este enfoque de ‘poner todos los huevos en una canasta’ para el financiamiento da un poquito de miedo”, afirmó durante el lanzamiento Mary Moran, directora de políticas de salud del Instituto George y principal autora del estudio.

Por ejemplo, casi el 90 por ciento del financiamiento para la infección bacterial por tracoma, que causa infección ocular y ceguera, proviene del Wellcome Trust, mientras que la investigación de la debilitadora úlcera de Buruli depende de tan sólo tres donantes.

“Al depender de tan solo uno, dos o tres donantes claramente se está arriesgando mucho más que en el VIH/SIDA al que casi todos en el mundo le están dando algún financiamiento”, señaló.

Moran dijo a SciDev.Net dijo que estaba consciente de que los gobiernos están entre los doce donantes públicos de las investigaciones de enfermedades olvidadas que tienen pensado disminuir su financiamiento en 2009.

El tema surgió como parte del estudio ‘Financiamiento Global para la Innovación en Enfermedades Olvidadas: Buscador-G’ que calculó la inversión total realizada en 2007 para la investigación y el desarrollo (I&D) de 30 enfermedades olvidadas, que afectan principalmente a los países en desarrollo. El trabajo es el primero de cinco evaluaciones anuales de seguimiento a la inversión en el campo.

Los autores encontraron que gran parte de los US$2.5 mil millones invertidos en ese año provinieron solamente de dos fuentes de financiamiento, los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y la Fundación Bill y Melinda Gates que en conjunto aportaron el 60 por ciento del total de financiamiento.

Y un 80 por ciento de la inversión total fue destinada al VIH/SIDA, tuberculosis y malaria, mientras otras enfermedades, como la úlcera de Buruli, recibieron solamente el 0.1 por ciento del financiamiento.

Los autores también encontraron que la inversión tiende a sesgarse hacia ciertos productos. Se priorizan los medicamentos y vacunas sobre los diagnósticos por ejemplo, mientras que las ‘tecnologías de plataforma’, como nuevos métodos para la distribución de vacunas –que no están destinadas a enfermedades específicas—reciben solamente el 0.4 por ciento de la torta.

Los comentaristas elogiaron el informe de Moran, cuyos resultados fueron discutidos en un artículo publicado ayer (4 de febrero) en PLoS Medicine.

“Ahora conocemos cuánto se está gastando, por quiénes y en qué. Es un gran logro. Alimenta el debate político que carecía de datos”, dijo Guy Willis, director de comunicaciones de la Federación Internacional de Industriales Farmacéuticos.

Pero otros insistieron en que si bien es un gran punto de partida, se requiere más información acerca de las necesidades reales de financiamiento.

Tido von Schoen-Angerer, director de la Campaña por Acceso a Medicamentos Esenciales de Médecins Sans Frontières, indicó que es preciso seguir trabajando para estimar la cantidad total de inversión requerida, así como definir prioridades. Añadió que se deben explorar mecanismos de ‘empuje’ tales como premios en fondos para fomentar la I&D de las enfermedades olvidadas.

Enlace al artículo completo en PLoS Medicine

Enlace al informe completo, en la página web del Instituto George [2.16MB]