Por: Tania Orbe
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[QUITO] En Ecuador, el cambio climático podría extinguir algunas especies de vectores transmisores de enfermedades tropicales, mientras otras cambiarían de hábitat, o subirían de la costa a la sierra y afectarían a menos población.
A esa conclusión llegó un equipo de investigadores que analizó el comportamiento de 14 vectores transmisores de dengue, chikungunya, zika, fiebre amarilla, leishmaniasis, chagas y malaria, entre otras enfermedades.
Tras dos años de estudiar los límites de tolerancia de esas especies en diferentes regiones ecuatorianas a lo largo de la historia respecto a temperatura y precipitación, determinaron que las zonas bajas ya no tendrían condiciones ambientales para la reproducción de los vectores.
Esto posibilita que las enfermedades por vectores se reduzcan en la costa si asumimos que para el año 2100 la temperatura global promedio habrá aumentado entre 1,0 y 3,5°, dijo a SciDev.Net uno de los autores, el entomólogo de la Universidad San Francisco de Quito, Renato León.
Los vectores cambiarían su distribución y subirían más hacia la sierra pero con una ocupación más restringida. Por eso, al cabo de 100 años, la exposición de la gente se reduciría. Según la proyección estimada, ya no estarían en todos lados, indica León.
Con un modelamiento matemático se caracterizaron las condiciones adecuadas para que las especies puedan vivir y se compararon los datos históricos del clima para hacer una proyección para los años 2030, 2050 y 2100.
El entomólogo aclara que “esta es una estimación matemática que muestra una tendencia [pero] no se pueden abarcar todas las variables que influyen en la sobrevivencia de estos vectores. Hay otros parámetros que pueden afectarlos, como la migración social y los reservorios de agua”, señala.
Pero duda que dejen de aparecer en zonas costeras, pues estos vectores son propios de regiones tropicales y subtropicales. Y advierte que “el aumento de la temperatura global facilitará la propagación a nuevas zonas quizás templadas y con mayor población comprometida. No solo debemos preocuparnos del calentamiento global sino también de las transformaciones de virus y vectores”.
Por ejemplo, añade, “hoy conocemos que el Aedes albopictus (un transmisor de dengue y chikunguña) tolera cada vez más bajas temperaturas y por tanto está ya adaptado a las zonas templadas”.
> Enlace al estudio completo en Nature