20/03/16

Hechos y cifras: carga y cuidados de enfermedades mentales

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Crédito de la imagen: Jan Banning / Panos

De un vistazo

  • Desórdenes mentales son responsables del 13 por ciento de las enfermedades globales
  • Estigma y recursos limitados significan menos personas atendidas en países pobres
  • Estudios muestran eficiencia en nuevas formas de cerrar brechas de tratamiento

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Los trastornos mentales tales como ansiedad, depresión e intentos de suicidio son una realidad tanto para pobres como para ricos, a pesar de que a menudo son pasados por alto. Datos del Atlas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 2014 muestran que las tasas de suicidio pueden ser muy similares entre países con ingresos tan diferentes como Vietnam y Reino Unido, con cinco y seis suicidios por cada 100.000 habitantes, respectivamente[1]. Pero pocas personas en el mundo en desarrollo obtienen el cuidado de salud mental que requieren, y muchos pacientes son tratados inhumanamente o les ofrecen tratamientos que hacen más daño de lo que curan.
 

Trastornos mentales y sus causas

 
Las enfermedades mentales incluyen un rango de condiciones tales como depresión, ansiedad generalizada, ataques de pánico, desorden bipolar, esquizofrenia y demencia (Ver Figura 1).
 

Figura 1: Trastornos mentales

  • Tipos de depresión
  • Depresión: es una condición con muchos síntomas que varían, pero pueden incluir sentirse lloroso, inquieto, indeciso, desesperado, aislado e irritable. Los síntomas físicos pueden reflejarse en moverse y hablar más lentamente de lo normal, molestias y dolores inexplicables, estreñimiento e insomnio. La depresión se describe clínicamente como leve, moderada o grave, en función del impacto que tiene en la vida de la persona –desde tener la moral baja, especialmente cuando se enfrenta a una pérdida personal, hasta la sensación de tristeza permanente de manera que interfiere con la vida cotidiana. Hay formas específicas de la depresión como el trastorno afectivo estacional y la depresión posparto; las personas que sufren de depresión severa pueden tener experiencias psicóticas y sentimientos suicidas.

    Depresión posparto: es una condición que generalmente se desarrolla dentro de las seis semanas tras dar a luz, y no debe confundirse con los ‘baby blues’ (o leve depresión posparto), que solo dura unos pocos días y afecta a la mayoría de las madres. Los síntomas típicos incluyen ánimo bajo, sentirse inútil, triste, llorosa y culpable. Algunas madres pueden sentirse hostiles o indiferentes hacia su bebé o hacia su pareja. La causa puede ser hormonal en combinación con la falta de apoyo, baja autoestima, malas condiciones de vida y una historia de problemas de salud mental como la depresión..

    Trastorno afectivo estacional: es un tipo de depresión relacionado con la cantidad de luz disponible en diferentes estaciones del año. A diferencia de las reacciones de la mayoría de las personas hacia los cambios en las estaciones, en este caso se mide la gravedad en los niveles de estado de ánimo y energía de la persona, y el impacto de los síntomas sobre su vida diaria. En general comienza cuando los días se hacen más cortos en otoño e invierno y empieza a desaparecer en primavera y verano. Las causas aún no están claras.
     

  • Alimentación e imagen del cuerpo
  • Trastorno dismórfico corporal: es un trastorno de ansiedad relacionado con la imagen corporal. Una persona con este trastorno es ansiosa sobre cualquier aspecto de su apariencia, como un rasgo facial o su peso, y puede desarrollar rutinas y hábitos muy rígidos como comprobar cómo se ven o arrancar su piel (excoriación). También pueden experimentar vergüenza, culpabilidad, soledad, depresión y, en casos graves, incluso autolesiones y pensamientos suicidas.

    Trastornos de la alimentación: son los trastornos que involucran centrarse en la alimentación como una distracción que ayuda a disimular sentimientos dolorosos difíciles de enfrentar o resolver. Una persona con bulimia nerviosa tiende a llenarse de grandes cantidades de comida a escondidas y luego deshacerse de ella a través del vómito o uso de laxantes. Una persona con anorexia nerviosa puede reducir drásticamente la cantidad que come, hacer ejercicio compulsivamente y evitar los alimentos con alto contenido calórico, y también utilizar medicamentos para suprimir el apetito. Una persona con trastorno alimentario compulsivo se siente obligada a comer todo el tiempo, incluso cuando está lleno. Los trastornos alimentarios están asociados con depresión, problemas de autoestima y ansiedad.
     

  • Manias
  • Trastorno bipolar: es un trastorno del estado de ánimo anteriormente conocido como depresión maníaca, que involucra períodos de sentirse maníaco depresivo o ‘alto’ (excitado, eufórico, muy confiado y aventurero) y luego sentirse depresivo o ‘bajo’ (cansado, lento, apático y carente de confianza). En ocasiones la persona puede sentirse tanto alta como baja. La causa es aún desconocida, pero los factores probables incluyen trauma en la infancia, estrés, la química del cerebro y la genética. 

    Hipomanía y manias: son condiciones que describen períodos en los que las personas pueden sentirse intensamente felices y ‘altas’, importantes, enérgicas e inquietas. Sus mentes pueden volar, pueden hablar de forma extremadamente rápida, distraerse fácilmente y volverse desinhibidos y agresivos. Están relacionados con el trastorno bipolar. La hipomanía es menos grave que la manía..

    Síndrome Maníco Depresivo: véase el trastorno bipolar.
     

  • Tipos de trastornos de la personalidad
  • Trastorno límite de la personalidad: es un trastorno del estado de ánimo y de cómo la persona interactúa con los demás. Las personas con esta enfermedad pueden preocuparse por abandono; experimentar emociones muy intensas que pueden cambiar rápidamente; y sentirse emocionalmente vacíos y enojados. Hacer y mantener relaciones estables puede ser difíciles para ellos, y el sentido de quiénes son puede cambiar en función de quién está a su alrededor. Cuando están estresados, pueden sufrir paranoia y tener experiencias psicóticas.

    Trastornos de la personalidad: son condiciones que promueven en las personas patrones rígidos de sentir, de pensar y de actuar que hacen que sea más difícil para ellos enfrentar la vida cotidiana. Los psiquiatras han identificado diez tipos de trastornos en tres grupos. El grupo 'sospechoso' incluye trastorno de personalidad antisocial, en el cual la persona tiende a actuar impulsivamente y se comporta peligrosamente, sin sentimientos de culpa. El grupo ‘emocional e impulsivo' incluye el trastorno límite de la personalidad. El grupo ‘ansioso’ incluye a individuos con trastorno narcisista de la personalidad, que se manifiesta en baja autoestima, tiende a resentirse de los éxitos de otros y cree que merece más que otros.
     

  • Psicosis, escuchar voces y esquizofrenia
  • Escuchar voces: es una forma de alucinación auditiva en la cual una persona oye voces cuando no hay nadie alrededor de ellos, o lo que otros no pueden oír. Algunos pueden oír solo su nombre o unas pocas palabras, mientras que otros escuchan un comentario continuo. Escuchar voces al quedarse dormido (alucinaciones hipnagógicas) o al despertar (alucinaciones hipnopómpicas) sucede cuando el cerebro está en un estado de sueño. Otras causas van desde la falta de sueño hasta las enfermedades físicas, las drogas, el duelo, experiencias traumáticas, experiencias psicóticas, esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión.

    Experiencias psicóticas: son trastornos en los que las personas perciben o interpretan lo que los rodea de manera diferente a los demás. Uno de ellos son las alucinaciones, donde la persona ya sea experimenta cosas que no están allí o ve objetos de una manera distorsionada. Puede oír voces o sentir cosas tales como insectos que se arrastran por su piel. Otro tipo de estos trastornos son los delirios, cuando una persona cree algo que no tiene ninguna base en la realidad – por ejemplo, que puede hacer resucitar a los muertos. Un delirio paranoide puede ser muy alarmante ya que la persona cree que está en peligro de muerte. Un tercer tipo es la 'fuga de ideas', en la que alguien se pasa de un pensamiento a otro demasiado rápido, haciendo enlaces que otros no pueden seguir.

    Trastorno esquizoafectivo: es el diagnóstico aplicado a alguien que tiene síntomas psicóticos similares a los de la esquizofrenia o trastorno bipolar. Los síntomas que experimentan incluyen alucinaciones, delirios, hipomanía y depresión.

    Esquizofrenia: es el diagnóstico dado a las personas que experimentan síntomas como alucinaciones, delirios, oír voces, dificultad para concentrarse, deseo de evitar a las personas y sentirse desconectado de las emociones. La causa una combinación de factores que incluyen eventos estresantes de la vida, abuso de drogas y exceso de un químico llamado dopamina que transporta los mensajes entre las células del cerebro. También hay un componente genético.

    Discinesia tardía: es el término médico para referirse a movimientos bruscos repentinos que pueden ser un efecto secundario de algunos fármacos antipsicóticos. Los movimientos son inusuales y fuera de control de alguien. Pueden hacer que los enfermos sean muy conscientes de ello y exacerbar la ansiedad.
     

  • Sueño
  • Problemas del sueño: se refiere a problemas tales como dificultad para dormirse, o despertarse frecuentemente durante la noche, cuando dura semanas, meses o años y afecta la vida cotidiana. Entre los más comunes están el insomnio (cuando una persona tiene dificultad para dormirse o para volver a dormirse), exceso de sueño, pesadillas, parálisis del sueño (cuando una persona se despierta por la noche y no puede moverse ni hablar) y el sonambulismo. Cualquiera de ellos puede ser el resultado de varios factores, incluyendo la medicación y la enfermedad física o mental, como la depresión y el trastorno bipolar, la ansiedad y la esquizofrenia
     
  • Estrés y ansiedad
  • Ira: es una reacción emocional que se convierte en un problema cuando se lastima la persona o a los que la rodean. Los signos de la ira incluyen gritar y ser físicamente violento o verbalmente abusivo. También puede ser ‘agresiva-pasiva’, cuando la persona resuelve ignorarlo todo o se es sarcástico con los demás, o puede ser ‘agresiva hacia dentro’, cuando la persona se autoinflige daño o experimenta odio a sí misma. La ira puede ser signo de un trastorno de personalidad o paranoia y también puede contribuir con depresión, ansiedad y problemas de alimentación.

    Ansiedad: es una emoción normal cuando se enfrenta un evento o una decisión estresante, que se convierte en un problema si la persona se siente ansiosa todo el tiempo, o si se siente abrumada. Incluye sentirse tenso, inquieto, preocupado y temeroso. Las posibles causas varían ampliamente, desde experiencias de la infancia hasta una disposición genética. La ansiedad es un factor importante en una serie de trastornos: trastorno dismórfico corporal, trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo, fobias y trastornos de estrés postraumático.

    Trastorno generalizado de ansiedad: es un amplio diagnóstico de ansiedad que se da a las personas que constantemente se sienten ansiosas y temerosas sin una causa específica.

    Ataques de pánico: son versiones extremas de la reacción del cuerpo al estrés y al miedo. Una persona con ataque de pánico puede experimentar un fuerte latido del corazón, náuseas y dolor de pecho, dificultad para respirar y sentirse débil o miedo de estar a punto de morir. Los episodios pueden durar de cinco a 20 minutos y ser muy aterradores. La ansiedad y el trastorno de estrés postraumático pueden provocar ataques de pánico.

  • Suicidio y autolesiones
  • Autolesión: es un conjunto de comportamientos que pueden expresarse de muchas formas, desde cortarse o envenenarse a sí mismo, hasta tirar su pelo, hacer ejercicio en exceso, sobredosis y trastornos de la alimentación. Es una manera de encontrar la liberación de sentimientos difíciles. Algunos dicen que da una sensación de control, o que transmite la angustia severa e incluso pensamientos suicidas a otros. Las causas pueden incluir la presión de la escuela o el trabajo, las preocupaciones por acoso, abuso, sentimientos difíciles vinculados a otros problemas de salud mental, o la depresión, la ansiedad y la ira. 

    Sentimientos suicidas: expresan la sensación de no querer seguir viviendo. Una persona con sentimientos suicidas puede sentirse abrumada por sentimientos insoportables y experiencias dolorosas, y no ver solución diferente a la búsqueda de la ‘nada’. Estos sentimientos pueden ser el resultado de una larga lista de factores que incluyen el aislamiento y la soledad, la ruptura de una relación, el acoso, una deuda, las condiciones físicas y problemas de salud mental como la depresión, el trastorno límite de la personalidad, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. 
     

  • Otros
  • Demencia: es una condición relacionada con la decadencia continua del cerebro más allá del envejecimiento normal. Las personas con demencia pueden experimentar pérdida de memoria, problemas del lenguaje, de la comprensión y del juicio. Suelen ir acompañados de apatía, dificultad para controlar las emociones o falta de motivación. Los síntomas también pueden incluir depresión y cambios de humor o de personalidad. La demencia es causada por una enfermedad o lesión. Los ejemplos incluyen la enfermedad de Alzheimer, causada por la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, o un accidente cerebrovascular, que rápidamente mata las células mediante la inhibición de suministro de sangre al cerebro. 

    Trastornos disociativos: son condiciones que cambian el sentido de la realidad de una persona más allá de breves períodos normales de estar ‘desconectado’. A menudo están vinculadas con experiencias traumáticas. Las personas con un trastorno disociativo pueden terminar con la pérdida de memoria o la sensación de que su cuerpo es irreal. Hay varios tipos severos: en la amnesia disociativa, una persona olvida incidentes importantes o información personal; en el trastorno de despersonalización, una persona se siente separada de su cuerpo; en la fuga disociativa, alguien puede viajar a una nueva ubicación y asumir una nueva identidad; y en el trastorno de identidad disociativa, la persona experimenta cambios de identidad como personalidades separadas.

    Soledad: es una necesidad insatisfecha de contacto social gratificante y de relaciones. No es lo mismo que estar solo –muchas personas están contentos con su propia compañía. Circunstancias tales como la jubilación o el traslado a una nueva área pueden causar soledad, pero algunas personas se sienten solas, independientemente de su situación. Pueden considerarse poco agradables y sin confianza, aislándose de los demás. Condiciones tales como depresión, ansiedad, ataques de pánico o una fobia pueden contribuir a sentirse solo, y viceversa.

    Trastorno obsesivo-compulsivo: es un trastorno de ansiedad en el que las personas tienen constantes pensamientos que las preocupan. Pueden estar preocupados por lastimarse a sí mismos o a otros, por ejemplo, u obsesionarse con una infección y enfermedad. Para manejar sus pensamientos obsesivos desarrollan compulsiones. Una persona que se preocupa por los gérmenes, por ejemplo, puede desarrollar rituales de lavado de manos que se repiten muchas veces al día.. 

    Paranoia: es una condición en la cual las personas tienen miedos y pensamientos que son muy exagerados y sin fundamento. Las paranoias comunes incluyen a las personas que se sienten en riesgo de daño psicológico (alguien que propague rumores acerca de ellos o que los intimiden), daño físico (alguien que quiera hacerles daño) o daño financiero (alguien que quiera robarles). Si la paranoia es parte de un trastorno psicótico, la persona también puede escuchar voces, lo que puede agravar el problema. Los factores que pueden causar esta condición incluyen eventos estresantes de la vida, ansiedad y depresión, falta de sueño, enfermedades físicas, drogas y alcohol.

    Fobias: son temores extremos provocados por objetos, situaciones o eventos inofensivos. Se diferencian de los temores de todos los días porque duran más de seis meses y tienen un gran impacto en la vida de una persona. Las fobias pueden ser específicas, tales como el miedo a las alturas, a animales, a túneles o a inyecciones. También pueden ser más complejas, como el miedo a situaciones sociales o espacios abiertos. Una persona con una fobia tiene una intensa ansiedad, síntomas físicos tales como mareos y sudoración, y puede incluso experimentar ataques de pánico. 

    Trastorno de Estrés Post-Traumático (TEPT): es un trastorno de ansiedad después de un evento traumático, como una guerra, accidente de tráfico, asalto o desastre natural. Si bien es normal que la persona se sienta angustiada después de presenciar este tipo de incidentes, en el TEPT los síntomas duran más de un mes y son muy extremos. Los síntomas incluyen pesadillas, pensamientos angustiosos y recuerdos (flashbacks) en los que la gente revive el trauma, así como síntomas físicos tales como insomnio, sudoración y temblor.

    Autoestima: describe las creencias que las personas tienen sobre sí mismas, sus capacidades y expectativas. Aquellas con baja autoestima tienden a centrarse en errores que han cometido y en sus debilidades. Los factores que pueden contribuir a una baja autoestima incluyen depresión y ansiedad, así como estrés, pobres relaciones sociales, soledad, la intimidación o el acoso en sucesos de la infancia y eventos difíciles como el luto.
     


Aquellas condiciones relacionadas con la edad, tales como la demencia o las enfermedades de Parkinson y Alzheimer, también están incluidas entre los trastornos mentales.

Es importante resaltar el impacto de conflictos y desastres naturales sobre la salud mental, dadas las crisis recientes o de largo plazo que siguen afectando a millones alrededor del mundo.

Por ejemplo, se calcula que más de dos millones de sirios están sufriendo desórdenes mentales de leves a moderados. En Sri Lanka, donde los efectos de conflictos internos de más de 25 años se agravaron con el tsunami del 2004, la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático han afectado a muchos [2]. De modo similar, más de 20.000 personas en Haití han buscado ayuda para sus necesidades psicosociales en los 18 meses posteriores al mayor terremoto que afectó al país en el 2010. Nepal enfrentó otro terremoto devastador en abril de 2015, y a partir de mayo de ese año, por lo menos un cinco por ciento de las personas afectadas estaban en riesgo de sufrir problemas de salud mental. La OMS estima que las emergencias humanitarias conllevan desórdenes mentales en el cinco a diez por ciento de la población afectada.

Otro determinante importante de las enfermedades mentales es la violencia en sus muchas manifestaciones, tales como abuso sexual y violencia doméstica por las parejas muy a menudo infligidas a los niños y las mujeres. Un meta análisis de estudios de mujeres expuestas a violencia de pareja encontró trastorno de estrés postraumático en más del 60 por ciento de ellas, depresión en casi la mitad, pensamientos suicidas y abuso de alcohol en casi una quinta parte, así como abuso de drogas en cerca de un nueve por ciento [3].

Factores sociales tales como la vulnerabilidad a la pobreza pueden también influir en el riesgo de tener enfermedades mentales. Estudios de países de ingresos bajos y medianos (PIBM) revelan significativas asociaciones entre la depresión y los indicadores de pobreza tales como una educación limitada, bajo ingreso, carencia de empleo y dificultades de vivienda [4].

A pesar de que los trastornos mentales pueden afectar a cualquiera, independientemente de la edad o el género, algunos problemas son específicos de este último, tales como el inicio de la depresión en mujeres durante o después del parto. De acuerdo con una revisión sistemática realizada en 2012, cerca del diez por ciento de las mujeres embarazadas y 13 por ciento de aquellas que habían dado a luz recientemente en PIBM sufrían de ansiedad y depresión [5].

Del mismo modo, algunas enfermedades mentales están relacionadas con la edad avanzada. Los riesgos de la salud mental de los adultos mayores se asocian a menudo con enfermedades relacionadas con el cerebro, tales como demencia y las enfermedades de Parkinson y Alzheimer, junto con rechazo familiar y social, y soledad. En países en desarrollo, cerca del 15 por ciento de los mayores de 60 años sufren de algún trastorno mental. El número de personas que vive con demencia alrededor del mundo se prevé que aumente de 47.5 millones actualmente, a 135.5 millones en el 2050, la mayoría de ellos viviendo en PIBM, dice la OMS.
 

Vidas más cortas, poca salud y otros impactos

 
Los trastornos mentales representan el 13 por ciento de la carga mundial de enfermedades [6]. La depresión es el tercer mayor contribuyente a esta carga, de acuerdo con estimaciones del 2011: un 13 por ciento de los suicidios ocurren en personas que sufren depresión, y quienes viven con depresión son 20 veces más propensos a suicidarse que aquellos que no viven deprimidos [7].
Niña y rata en Colombia
La pobreza es uno de los indicadores de enfermedades mentales. (Foto de Lisbeth Fog)

El suicidio es un importante contribuyente al número de muertes en todas las edades alrededor del mundo. Cerca de 900.000 personas se quitan la vida cada año, y se calcula que aumente a 1.5 millones de muertes para el 2020 [8]. Mientras que obtener información más detallada acerca del suicidio es difícil en el sur global debido a obstáculos políticos, culturales y religiosos, el informe mundial de la OMS acerca de la prevención del suicidio sugiere que tres cuartas partes de los suicidios ocurren en PIBM [9].

Aparte del suicidio, hay muchas otras razones de muerte causadas por enfermedades mentales [10]. Los trastornos mentales aumentan el riesgo de abuso de sustancias tales como fumar en exceso y tomar demasiado alcohol, así como hábitos alimenticios poco saludables. Y todo esto puede llevar a otros problemas de salud, como cirrosis de hígado. En algunos casos, los estilos de vida y las enfermedades mentales se combinan para incrementar los factores de riesgo de otras condiciones. Por ejemplo, personas con esquizofrenia que abusan del consumo de alcohol son propensas a involucrarse en comportamientos sexuales más arriesgados, aumentando su riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH/SIDA.


Y la severidad de los impactos, incluyendo la exclusión social, varía dependiendo de la edad y el tipo de problema [12].

También hay otros efectos secundarios que están adquiriendo creciente atención. Por ejemplo, la salud mental materna tiene un gran impacto en la salud de los niños, y en su calidad de vida. De acuerdo con una revisión sistemática del 2011, los efectos transgeneracionales de la depresión materna incluyen a niños que nacen con bajo peso, o retraso en el crecimiento [13].

Un resultado dramático de este estudio es que si los niños afectados no hubieran estado expuestos a la depresión materna en su infancia, menos de un tercio hubiera tenido bajo peso o problemas de crecimiento. Un estudio sobre mujeres de Malawi sugiere que la depresión materna también acrecienta el riesgo de desnutrición, enfermedades infecciosas, ingresos a hospitales e inmunizaciones reducidas para sus hijos debido a los comportamientos como falta de afecto físico o interacción social [14].

Las enfermedades mentales también tienen costos económicos significativos [12]. El Foro Económico Mundial estimó que las pérdidas en productividad en países de bajo ingreso debido a enfermedades mentales costaron USD200 mil millones en el 2010, con prospectivas de duplicarse para el 2030 [15]. A pesar de esto, esos países dedican un escaso 0,5 por ciento de la inversión total en salud para la atención de la salud mental, en comparación con el 2,4 por ciento que invierten países de ingresos medios y 5,1 por ciento en países de ingresos altos.

 

Estigma y otros obstáculos por enfrentar

 
A pesar del enorme peso de las enfermedades mentales y la comprobada eficacia de algunos tratamientos en PIBM, solo una de cada cinco personas con severos trastornos mentales en estos países recibe tratamiento [16]. Los expertos le llaman a esto la ‘brecha de tratamiento’ [17].

Los tratamientos para los trastornos mentales han recibido poca atención de políticas públicas en el mundo en desarrollo. De acuerdo con el Atlas de Salud Mental de la OMS (2014), solo un 60 por ciento de los 171 países encuestados reportó datos o evidencia acerca de cualquiera de los siguientes puntos: políticas, planes o leyes relevantes; programas para promover la salud mental y prevenir trastornos mentales; y servicios de salud mental con una fuerza laboral dedicada [1]. La meta es más pobre cuando se trata de planes de acción: solo cerca del 15 por ciento de los países tiene un plan implementado completamente, 14 por ciento tiene un plan no implementado, y diez por ciento no tiene plan del todo.

También hay una oferta limitada de recursos: psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales, camas de hospital y otras facilidades [18]. En promedio, países de bajos ingresos tienen menos de cinco psiquiatras por cada millón de habitantes –por lo menos diez veces menos que en países de alto ingreso-, y la diferencia en la tasa de enfermeros psiquiatras es mucho mayor [1]. Estas cifras demuestran las grandes inequidades en relación con los recursos de capital humano capacitado en salud mental y su distribución alrededor del mundo.

Más allá de las limitaciones en personal e inversiones para la salud mental, las personas en países en desarrollo tienen otra barrera de la cual preocuparse: la alta prevalencia de estigmas que a menudo rodean las enfermedades mentales (Ver Recuadro 1). El estigma y la exclusión social desalientan a las personas a buscar ayuda, atrasando tanto el inicio de un tratamiento apropiado, como su recuperación. Eventualmente, una persona emocional y socialmente retraída tenderá a perder la oportunidad de vivir una vida plena y productiva [19].

Recuadro 1: Salud mental y estigma

En muchos países –pero quizá más en el sur global-, una persona mentalmente enferma está en riesgo de sufrir estigma social, discriminación o exclusión social lo cual limita sus oportunidades de trabajo. Esto afecta tanto el sustento de la persona como la productividad nacional, traduciéndose en un alto costo económico y social. En países en desarrollo, donde muchas personas viven en la pobreza y se ganan la vida mediante el trabajo informal en el día a día, tales discriminaciones y exclusión pueden afectar severamente sus vidas. Y debido a los altos costos de la atención de la salud, y la necesidad de múltiples consultas, las personas en la línea de la pobreza se pierden de cuidados esenciales o son empujados más profundamente en la pobreza.

Los expertos creen que el estigma crece por tres razones [20]. Primero, hay una falta de conocimiento científico acerca de la salud mental entre el público, o está siendo difundida información engañosa por parte de médicos falsos, llevando a creencias absurdas acerca de enfermedades mentales, asociándolas con pecado o causas supernaturales. Segundo, hay actitudes negativas y prejuicios que las personas pueden mantener, por lo que excluyen o discriminan a pacientes. Finalmente, los propios pacientes se estigmatizan a sí mismos al internalizar actitudes negativas, y esto puede alimentar su enfermedad mental. 

Los estudios apuntan a diferencias en el estigma entre grupos culturales. Por ejemplo, en buena parte de África hay una epidemia silenciosa –las comunidades esconden a las personas con enfermedades mentales [21]. El estigma de las enfermedades mentales puede verse influido por otros factores, los cuales son a su vez fuertemente influidos por la cultura. La causa percibida de la enfermedad es un ejemplo: en un estudio, la creencia de que la enfermedad mental tenía origen genético llevó a los chino-americanos y europeos-americanos a hacer diferentes juicios acerca del matrimonio y la reproducción [22]. Más allá del estigma, la cultura influye en la enfermedad mental de muchas maneras, por ejemplo en cómo las personas describen o nombran síndromes clínicos, o aceptan tratamientos.
 

Estrategias prometedoras basadas en la evidencia

 
Los esfuerzos por disminuir la brecha en el tratamiento de enfermedades mentales deben superar muchas barreras, razón por la cual son esenciales estrategias innovadoras para lograrlo. Algunos programas han intentado hacerlo al integrar la salud mental en servicios de atención primaria, lo cual hace que el cuidado de enfermedades mentales sea más accesible y asequible. Otro enfoque es capacitar a trabajadores de salud no profesionales o de la comunidad para entregar tratamientos para la salud mental. Esto solventa la barrera de tener suficiente recurso humano. Incluso otro enfoque es adaptar los tratamientos en forma sistemática para abordar el estigma y otras consideraciones que se relacionan con el entorno social, para solucionar la barrera de la aceptación.

Los trabajadores de la salud que no son especialistas, ni tienen antecedentes en salud mental, han demostrado que pueden proveer efectivamente el tratamiento después de un corto periodo de capacitación con una supervisión continua [23]. Un ejemplo de esto proviene de Pakistán. Financiado por la institución benéfica de investigación Wellcome Trust, el experimento ha probado que tales intervenciones pueden ser integradas a los sistemas de salud en donde los trabajadores o recursos de salud mental son limitados [24].

Hacer que los servicios sean culturalmente sensibles es un paso importante para hacerlos más accesibles, y las barreras culturales para buscar ayuda promueven métodos no tradicionales de tratamiento que las personas podrían aceptar más fácilmente [26]. El psiquiatra Vikram Patel ha argumentado que modelos occidentalizados de atención de la salud mental deben ser adaptados a países de bajos ingresos también porque los recursos son escasos en suministros. Adaptar culturalmente los servicios de salud mental es difícil y han tenido resultados variados, pero un marco para intervenciones psicosociales culturalmente sensibles publicado hace una década ha sido ampliamente utilizado [27, 28].

Soporte tecnológico

 
Más allá de los cuidados de la comunidad, la atención de la salud mental moderna también puede aprovechar la tecnología presente en teléfonos celulares y teleconferencias para proveer atención personalizada o individual.

A pesar de que el uso de dispositivos móviles en países en desarrollo sigue en crecimiento, los expertos argumentan que el potencial de intervenciones de salud basadas en móviles (o mSalud) aún debe comprenderse mejor para el caso de la salud mental [29]. Las herramientas tecnológicas tienden a ser subutilizadas en países en desarrollo: tan solo el año pasado, una revisión sistemática de los programas que Internet emplea para proveer atención de la salud mental en PIBM encontró muy poca evidencia para aportar conclusiones [30]. Pero un programa diseñado para ayudar en la atención de niños con trastornos de desarrollo en Pakistán rural muestra cómo la información y la tecnología móvil pueden ser empleadas para capacitar a las familias en brindar atención y apoyo (Ver Recuadro 2). Y un estudio realizado entre personas de bajo ingreso en Estados Unidos muestra que los mensajes de texto pueden complementar la terapia para la depresión, ayudando a monitorear a los pacientes mediante patrones, actividades y bienestar general [31].

Recuadro 2: Apoyo a través de tecnología movil en Pakistan

En el 2012, la Fundación de Investigación para el Desarrollo Humano de Pakistán (HDRF) instauró Redes Familiares para Niños, un programa de tres años diseñado con base en el uso de información y tecnología celular para construir y sostener redes familiares que apoyaran a niños con trastornos de desarrollo en una población rural de 30.000 personas. Los niños con autismo también sufren a menudo de enfermedades mentales como la ansiedad o la depresión. Muchos quedan sin tratamiento porque las familias no están conscientes de la necesidad de cuidarlos, porque los servicios de salud son difíciles de alcanzar, o por el estigma.

El programa reclutó y capacitó a miembros de familia como ‘campeones’ para liderar la ayuda hacia los niños en su propia familia y una red de hasta siete otras familias. Ellos trabajaron para reducir el estigma, compartir el cuidado de los niños con los asistentes de salud de la comunidad, apoyar a otros campeones y promover el abastecimiento de otros servicios para niños, con el fin de maximizar su impacto.

Para empezar, se emplearon herramientas tecnológicas tanto para ayudar a identificar a niños con necesidades como para capacitar a los miembros de las familias en su cuidado. Los integrantes de las familias fueron capaces de hacer sonar un celular basado en un sistema de voz interactivo que los guía a través de preguntas para ayudarlos a identificar si el niño puede o no tener algún trastorno en su desarrollo. El sistema ayuda a superar una importante barrera de atención en áreas rurales: la necesidad de viajar para ver un doctor o esperar la visita de un asistente. También atacó el costo de cubrir cada niño desde USD7 a USD0,07 simplemente al eliminar la necesidad de una encuesta puerta a puerta.

Los campeones recibieron capacitación en intervenciones basadas en evidencia utilizando un sistema a base de una tableta con narradores interactivos –al estilo avatar-, así como módulos de aprendizaje basados en el Plan de Acción de Brecha de Salud Mental de la OMS (mhGAP). Emplearon esta tecnología también para entrenar a otros en su parte de la red.
 

A pesar del desafío de mantener a los voluntarios motivados a lo largo del programa, hubo resultados positivos. En una reciente evaluación, los líderes del proyecto reportaron que el sistema de teléfono identificó correctamente un 84 por ciento de menores de diez años con trastornos de desarrollo [32]. También hubo una reducción en estigma y mejoras en medidas clínicas tales como la comunicación de los niños, movilidad o habilidad de cuidar de sí mismos. 

También puede haber otra ventaja en el uso de los teléfonos móviles para la atención de la salud mental: dado que muchas personas consideran que los teléfonos inteligentes son símbolo de estatus, los asistentes podrían usarlos para combatir el estigma de las enfermedades mentales [29]. Esto puede lograrse tanto al alentar a los pacientes a usarlos para acceder a los servicios, como al asociar el tratamiento con dispositivos como una vía para cambiar actitudes sociales hacia la salud mental.

Más formas revolucionarias de emplear la tecnología para tratar enfermedades mentales están bajo desarrollo [33]. Estas incluyen terapia de realidad virtual, métodos basados en computadora y video juegos para paramédicos, asistentes o pacientes.
 

El camino a seguir

 
Proveer de cuidados para los trastornos mentales es un desafío en cualquier parte del mundo. Iniciativas tales como mhGAP de la OMS pretenden mitigar la crisis de salud mental en el mundo en desarrollo o en contextos de recursos limitados, tales como áreas de conflicto. También es crucial potenciar la capacitación para los profesionales de la salud, y promover más abiertamente la aceptación de los trastornos mentales y atacar el estigma contra las personas con enfermedades mentales. Iniciativas tales como el proyecto QualityRights de la OMS, la cual promueve los derechos humanos y una mejor calidad de atención para pacientes con enfermedades mentales, llamó la atención de figuras públicas como el productor Gary Foster y el autor Gregory David Roberts –una forma poderosa de hacer progresos hacia una mejor calidad de vida para millones de personas con trastornos mentales en el mundo en desarrollo.

Neerja Chowdhary es psiquiatra con sede en la India (antigua coordinadora mundial de la salud mental en el International Medical Corps), y Vijay Shankar es periodista independiente con sede en el Reino Unido. Chowdhary puede ser contactada en [email protected] y Shankar en [email protected]

Este artículo es parte de nuestro especial sobre salud mental publicado en la edición global de SciDev.Net