09/09/10

Seguridad hídrica en un mundo incierto

Los modelos climáticos son menos confiables en predecir eventos climáticos extremos como inundaciones Crédito de la imagen: Flickr/aheavens

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Los generadores de políticas deben encontrar planes flexibles para garantizar la seguridad hídrica a pesar de las incertidumbres del cambio climático, dice el climatólogo Mark New.

Gran parte del mundo en desarrollo depende de las lluvias, la nieve o el hielo para su abastecimiento de agua dulce, razón por la cual investigadores y políticos están preocupados por la manera en la que el cambio climático afectará la seguridad hídrica.

La disponibilidad de agua a largo plazo está determinada en gran parte por las condiciones promedio en las cuencas de los ríos, pero a menudo son los eventos extremos los que causan inseguridad hídrica severa. Es importante destacar que la inseguridad hídrica no se limita a la escasez: el exceso de agua también puede ser devastador, como lo demuestran las recientes inundaciones en Pakistán.

En consecuencia, evaluar cómo afecta el cambio climático a la seguridad hídrica requiere información sobre los cambios tanto en los medios como en las diferencias climáticas, especialmente las lluvias, en una serie de escalas de tiempo, desde horas hasta décadas.

Incertidumbre en las predicciones

La incertidumbre en las proyecciones de los modelos globales de cambio climático se divide en tres categorías. La ‘incertidumbre en la predicción inicial’ se refiere a la naturaleza caótica del tiempo y del clima, donde la falta de información sobre el clima actual significa que no podemos —incluso con un modelo perfecto— predecir el clima con exactitud. La ejecución de simulaciones múltiples idénticas, excepto en sus condiciones iniciales, puede ayudar a cuantificar esta incertidumbre.

El ‘modelo de incertidumbre’ proviene de las imperfecciones de los modelos climáticos que, después de todo, son simplificaciones computarizadas del sistema climático real. Podemos tener alguna medida de esta incertidumbre al mirar la cantidad de resultados de los diferentes modelos, o ejecutando el mismo modelo varias veces con diferentes configuraciones para procesos clave como la precipitación.

La ‘incertidumbre forzada’ se refiere a las dudas sobre el nivel de las futuras emisiones, y cómo gran parte de ellas terminan en la tierra continental, los sumideros oceánicos o en la atmósfera. La falta de una política global concreta sobre emisiones hace que esta incertidumbre siga siendo grande.

Todos los modelos climáticos mundiales proyectan un aumento promedio global en las lluvias a medida que el clima se calienta. La mayor parte de los modelos concuerdan en que las lluvias aumentarán en las latitudes medias y los trópicos húmedos, y descenderán en los trópicos secos y sub trópicos.

Pero las proyecciones a escala regional son más diversas. Incluso donde los modelos concuerdan en la dirección de los cambios de las precipitaciones, hay diferencias considerables en cuanto a la magnitud.

Los modelos climáticos tienden a ser menos confiables en la representación y predicción de los fenómenos climáticos extremos. Por ejemplo, algunos modelos fracasan al representar adecuadamente las dinámicas del Fenómeno del El Niño, esencial para la predicción de sequías, o los procesos que pueden conducir a eventos de inundaciones intensas, como las tormentas tropicales o las copiosas lluvias monzónicas.

Con las escalas espaciales más finas requeridas para las evaluaciones sobre el terreno, la interpretación de los resultados de los modelos climáticos globales es particularmente difícil. Su baja resolución significa que con frecuencia se pierden procesos como forzamientos topográficos y reacciones de la superficie terrestre, que son importantes para el clima local.

Ha surgido una gran industria de ‘reducción de escalas’ para abordar esta debilidad, pero los resultados de los diferentes enfoques son extremadamente variables.

Las mejoras a los modelos en los próximos años pueden ayudar a superar algunas de estas limitaciones. Pero la mayor parte de los climatólogos coincide en que la incertidumbre tenderá más a extenderse, que a disminuir.

Por lo tanto, en el futuro previsible, los usuarios de los modelos de proyecciones climáticas tendrán que hacer frente a grandes incertidumbres.

Garantizar la seguridad del agua

Se espera que aquellas áreas que actualmente son áridas o semi áridas sean cada vez más secas, y que la intensidad promedio de las lluvias probablemente se incremente en casi todos lados. Pero cuando se miren casos específicos, con cierto grado de incertidumbre en el futuro climático, lo que es inevitable, los diseñadores de políticas que pretenden asegurar la seguridad hídrica deben emplear estrategias que tomen en cuenta estas incertidumbres.

Una primera etapa relativamente fácil es la de ‘monitoreo del clima’, es decir evaluar si la actual situación de seguridad hídrica local es sensible al clima. Puede ser que el cambio climático no sea un problema, por ejemplo donde la escasez de agua se deba a factores políticos o socioeconómicos como conflictos, escasa infraestructura o contaminación, o donde un problema es resultado de las vulnerabilidades climáticas existentes.

Cuando el clima constituye un factor determinante, se pueden usar datos de modelos climáticos para explorar dónde se encuentra la situación relacionada con la ‘dotación de incertidumbre’, el rango de posibles climas futuros proyectados por los modelos climáticos.

Si después de esta detección, el cambio climático resulta potencialmente importante, se pueden necesitar análisis más sofisticados. Estos incluyen técnicas basadas en teoría de la decisión y análisis de riesgo que identifiquen las opciones más fuertes frente a la incertidumbre.

Fundamentalmente, los resultados de los modelos climáticos se deben interpretar con cautela, pues muchos de ellos pueden ser menos fiables que otros en algunos dominios geográficos. Esto requiere contar con científicos del clima en el proceso de análisis y planeamiento, en lugar de simplemente brindar los datos a los usuarios finales.

En muchas instancias, los formuladores de políticas pueden ayudar a las comunidades locales a lidiar con la actual escasez de agua, mediante la construcción de resiliencia frente a las vulnerabilidades climáticas existentes.

Para iniciativas de más largo plazo, como los tratados transfronterizos o el desarrollo de grandes infraestructuras, como represas, la clave es evitar quedar atado a situaciones que puedan ser exacerbadas por el cambio climático.

Ello significa escoger primero las opciones fáciles, ‘sin excusas’, y asegurar que la flexibilidad esté integrada dentro de cualquier plan estratégico o acuerdo.

Los diseñadores de políticas no deben permitir que la incertidumbre sobre el cambio climático sea una excusa para la inacción; gobiernos, empresarios e individuos toman decisiones basándose en información incierta todo el tiempo, y el cambio climático no debe ser diferente.

Mark New es profesor adjunto de ciencias climáticas en la Universidad de Oxford y en el Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, Reino Unido.