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En lugar de incentivar las agendas políticas, Washington debe aprovechar la nueva ola de optimismo en la ciencia y promover la generación de políticas.

Los delegados a la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por su sigla en inglés) realizada en Boston la semana pasada, demostraron un optimismo general, que a veces se manifestó en momentos de euforia. Muchos estaban convencidos de que la ciencia se prepara para reingresar en el ambiente político luego de las elecciones presidenciales de noviembre, después de ocho años al margen de la escena política en EEUU.

Los representantes de los grupos pertenecientes a los dos precandidatos del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Barack Obama lideraron una sesión muy concurrida. Ambos dejaron claro que sus candidatos apoyarían un aumento sustancial del presupuesto para la ciencia. Clinton prometió duplicar el apoyo a la investigación biomédica en los próximos diez años, y Obama, de manera más ambiciosa, duplicar el gasto en investigación básica en cinco años.

Además, ambos se comprometieron a dar un paso para despolitizar el papel del asesoramiento científico. Esto refleja el ultraje sentido por muchos científicos en movimientos extensamente criticados de la actual administración Bush que ha impuesto un giro político a la evidencia científica sobre temas que van desde la investigación en células madre hasta el cambio climático.
A pesar de las invitaciones, no asistieron representantes del candidato republicano, John McCain, quien quizás presintió que la comunidad científica ha sido por largo tiempo un campo demócrata. Pero la postura relativamente no ideológica sobre una variedad de temas, particularmente su voluntad de incluir la necesidad de EEUU de tomar acciones sólidas para combatir el cambio climático, le atrajo seguidores en la comunidad científica.

Dadas estas señales de que incluso la administración Bush está aceptando gradualmente la importancia de la ciencia y la tecnología en sus relaciones internacionales, incluso aquellas con los países en desarrollo, hay razón para creer que esta tendencia aumentará su velocidad, quienquiera que gane la elección.
 
Implicancias para los científicos de países en desarrollo

Al mismo tiempo, sin embargo, hay razones para ser cautos en cualquiera de los lados. Las promesas de los dos candidatos demócratas de aumentar el gasto en ciencia inevitablemente tuvieron acogida en una audiencia que ha visto caer 13 por ciento el poder de compra del presupuesto en investigación de salud en los últimos cinco años, circunstancia descrita por el presidente de la AAAS David Baltimore como "criminal".
Además, Obama ha demostrado su don para proponer iniciativas creativas con el compromiso de invertir US$150 mil millones en diez años para apoyar la investigación y el desarrollo de biocombustibles y otras fuentes de energía.

Pero quienquiera que gane la elección enfrentará un masivo déficit presupuestal provocado principalmente por el continuo compromiso de EEUU en Afganistán e Irak. Incluso la campaña de Clinton ha murmurado sobre la "responsabilidad fiscal" en sus esfuerzos por recuperar la ventaja política sobre Obama.

Para los países en desarrollo, los mensajes son igualmente contradictorios. Obama ha aprovechado su propia experiencia: no solamente su padre es de Kenia, sino que de niño vivió cuatro años en Indonesia, lo que le ha dado un conocimiento personal de los desafíos que enfrentan esos países.

Pero también causó alarma cuando declaró que facilitará las gestiones para que los graduados de países en desarrollo que completen su entrenamiento en investigación en EEUU obtengan la ciudadanía estadounidense. Esto podría ayudar a hacer frente a la necesidad de EEUU de mano de obra calificada, pero hará poco para contener la continua fuga desde los países en desarrollo de una proporción importante de su talento científico.

La perspectiva republicana

También hay razones para ser cautos sobre las promesas de McCain. Si es elegido presidente, al igual que sus contendores enfrentará las consecuencias presupuestales del compromiso de EEUU en Medio Oriente. Es probable que sea mucho menos entusiasta que sus rivales demócratas acerca de cortar los compromisos financieros con el estamento militar.

A nivel interno, aunque McCain es partidario de reforzar la economía de EEUU impulsando su fortaleza tecnológica, cree que se puede alcanzar en principio a través del mercado. Como la mayoría de los candidatos republicanos, se ha negado a comprometerse en reforzar la infraestructura de investigación sobre la cual está construida esa fortaleza, o incluso mejorar la educación científica de la nación.

En la escena internacional, algunos ambientalistas reclaman que la postura de McCain sobre el cambio climático es más apariencia que realidad. Señalan, por ejemplo, que ha adoptado la tradicional posición de EEUU de rechazar la ratificación del Protocolo de Kyoto, o incluso tomar cualquier acción antes de que los grandes países en desarrollo como China e India indiquen su voluntad de hacerlo también.

Igualmente preocupante ha sido la ausencia de McCain del Senado estadounidense cuando debió votarse el tema del cambio climático. Algunos argumentan que eso confirma los temores de que, a pesar de moderar sus puntos de vista personales en temas vinculados con la ciencia, él podrá verse forzado a endurecerlos en su puja por conseguir apoyo del ala conservadora del Partido Republicano, y lo que se ha dado en llamar la "guerra científica" podrá así continuar.

Otra vez en la agenda

Si esto llegara a pasar, tanto la ciencia como los países en desarrollo serían los perdedores. La oposición ideológica ya ha obstaculizado los esfuerzos de cooperación. Algunas veces esto se ha manifestado, no sólo en el cambio climático sino también en programas que buscan combatir el VIH/SIDA (donde, por respeto a las campañas contra el aborto, EEUU ha elegido abogar por la abstinencia en lugar de la contracepción).
Se han presentado impactos menos obvios también. Norman Neureiter, ex asesor científico del Departamento de Estado, describió en una sesión de la AAAS cómo algunos desarrollos recientes, como un acuerdo científico bilateral con varios países en desarrollo (incluido Libia), mostraron que la ciencia estaba volviendo a la agenda del Departamento.

Sugirió al mismo tiempo, que este organismo decidió no promocionar esa actividad, supuestamente por temor a antagonizar con aquellos que se aferran a la creencia casi fundamentalista de que toda la empresa científica está bajo la protección del "gran gobierno", y que niegan asistencia a países en desarrollo, más allá de meramente apoyar los intereses en EEUU.

Dadas las restricciones presupuestales bajo las que la nueva administración demócrata necesitará operar inevitablemente, el gran cambio que podrá traer, bien sea liderado por Clinton o por Obama, será relegitimar el discurso político en Washington que ve a la ciencia como una fuente de ilustración y no sólo como un apoyo para la agenda política. Muchos en la comunidad de cooperación de EEUU darían la bienvenida a este enfoque, como un apoyo a sus propios deseos de que sus proyectos de desarrollo basado en la ciencia se encaminen nuevamente.

David Dickson
Director, SciDev.Net