22/05/06

Ciencia cubana: invisible para comunidad internacional

Laboratorista cubano investiga el dengue Crédito de la imagen: WHO/TDR/Crump

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[LA HABANA] La Revista Cubana de Ciencia Agrícola constituye la única publicación de la Isla que está indexada en la base de datos Science Citation Index (SCI), considerada entre las mejores del mundo, a la que la mayoría de los países acuden cuando acometen estudios sobre el estado de su producción científica.


Las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos de América a Cuba, que incluyen al sector científico con particular acento en los últimos años, contribuyen a esa escasa presencia de artículos de los investigadores de la mayor de las Antillas en tan exclusiva pasarela de la ciencia y otras bases de datos norteamericanas, pero aún así el hecho resulta incongruente con el acelerado avance de la ciencia cubana.


En los círculos académicos son frecuentes los elogios hacia el desarrollo de Cuba en medicina o biotecnología, mas es difícil constatar esa realidad a partir de la revisión de bases de datos internacionales. Las publicaciones seriadas científico-tecnológicas isleñas no alcanzan la calidad necesaria para ubicarse en esos espacios.


Tal situación ocasiona cierta invisibilidad de la ciencia cubana a nivel mundial. Los propios investigadores suelen preferir establecer contactos directos con revistas de impacto que publicar en medios nacionales, pues de esa manera son más referidos cuando se hacen estudios de citación y ello les da mayor currículo.


Según Yaniris Rodríguez, investigadora del Grupo de indicadores bibliométricos del Instituto de Información Científica y Tecnológica, adscrito al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, aunque las bases de datos toman a su conveniencia los artículos y los procesan a partir de criterios muy propios, existen carencias elementales en la forma, edición y contenido en las publicaciones de varios centros de investigación cubanos.


La cantidad de artículos científicos originales en algunas de estas revistas, por ejemplo, no es la adecuada (alrededor de un 60 por ciento de todo el contenido); en otras, no se acredita la categoría científica de los consejos editoriales o se ha descuidado el arbitraje, la evaluación por reconocidos expertos de los artículos presentados a edición.


La frecuencia de salida tampoco es sistemática, como consecuencia de limitaciones financieras que datan de la década de los 90, cuando Cuba perdió el 85 por ciento de su comercio exterior, y que algunos organismos no han logrado revertir.


Un estudio realizado en medios impresos del Ministerio de Salud Pública, próximo a publicarse, revela también problemas de afiliación: la dirección institucional de autores y coautores no queda bien acreditada en los textos, con lo cual no se pueden precisar las interacciones, el grado de colaboración que tiene entre sí la propia comunidad científica nacional y con sus homólogos del planeta.


Impuesta de esos dilemas, en el año 1996 la Academia de Ciencias de Cuba erige una comisión permanente de publicaciones. Se realiza entonces un intento de identificar algunas revistas de excelencia, que pudieran servir de pauta al resto.


La Academia creó un sistema de evaluación propio y acreditó unas tres publicaciones, entre ellas la revista Biotecnología Aplicada, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, productor y comercializador de vacunas como la que combate la Hepatitis B.


Con los resultados de ese ensayo en la mano, la Academia, en su carácter de organismo consultor, trasmitió al Ministerio de Ciencia la urgencia de poner orden en el sistema de publicaciones especializadas del sector.


El hecho de que en días recientes hayan sido certificadas las primeras 24 publicaciones seriadas científico-tecnológicas, la mayoría sobre medicina, indica que el Ministerio de Ciencia cubano ha puesto en ejecución una resolución emitida en el año 2003, que establecía la política de reconocer, ordenar, certificar y acreditar este tipo de medios impresos, a nivel nacional e internacional.


El Sistema de Certificación, según explicó Oscar Alvarez, especialista en control de la ciencia y la tecnología de ese organismo estatal, “deberá validar el contenido científico de las revistas especializadas y establecer un estándar que promueva su rigor y credibilidad.”


Cada dos años a partir del otorgamiento de la certificación, una comisión de siete expertos reevaluará las publicaciones, a fin de ratificarlo o cancelarlo.


A la par, está en marcha un proyecto de análisis de toda la prensa científica seriada, que incluye el diseño de un sistema de indicadores bibliométricos de la ciencia cubana, el cual debe estar terminado en el 2008.


El modelo debe permitir evaluar la real productividad científica del país, dará a los propios investigadores una visión del impacto de sus resultados y posibilitará a las autoridades estatales comprobar con mayor certeza si se cumplen las prioridades de la política científica.


La base de datos nacionales Cubaciencia, vinculada a la regional Latindex, está abriendo un camino: indexa todo lo que se publica en las revistas científicas que cumplen los parámetros establecidos por la resolución del Ministerio de Ciencia.


Hechos pasados muestran la posibilidad real de que investigaciones de la Isla tengan impacto en revistas que pertenecen a la corriente principal con alto factor de impacto (AFI).


Un análisis de la producción documentaria de los científicos cubanos en la disciplina de ciencias agropecuarias entre 1989 y 1998 probó que ésta impactaba en publicaciones como Mycolgy Research, Biotechnology-Technic y Plant-Cell-Environment, mucho más que la de Chile o España.


La voluntad estatal por elevar la calidad de las publicaciones científicas ha sido explícita. Habría que apuntar entonces a fomentar la recalificación de los editores científicos y a proporcionar una mayor información a los investigadores de dónde y cómo publicar. El tiempo dirá.