01/05/13

Ciencia básica mejoraría cultivos de países en desarrollo

Investigación en genes de plantas para ayudar a temas de seguridad alimentaria no recibe los fondos requeridos Crédito de la imagen: Flickr/ Xochiquetzal Fonseca/CIMMYT

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Identificar  los genes que controlan la forma en que las plantas absorben y transportan los nutrientes puede ser una “clave” para mejorar la seguridad alimentaria al aumentar la tolerancia de los cultivos a los suelos pobres y las enfermedades, enriqueciendo los alimentos con nutrientes y reduciendo el uso de fertilizantes, según artículo publicado hoy en Nature.

Sin embargo, su autor explica a SciDev.Net que la investigación en esta área no está concitando la atención y el financiamiento necesarios para trasladarla del laboratorio al campo y lograr un impacto sobre la seguridad alimentaria global.

El artículo describe una serie de progresos recientes en la ubicación de genes específicos que regulan los canales de proteínas de las plantas, las vías a través de las cuales las sustancias pasan por los sistemas radiculares y viajan internamente.

De un vistazo

  • Investigación que analiza plantas a nivel molecular ofrece ideas para obtener mejores cultivos
  • Beneficios potenciales: resistencia a enfermedades, tolerancia a suelos pobres y menos fertilizantes
  • Pero gran parte de esta ciencia todavía está lejos de llegar a agricultores

Una vez identificados en una especie de planta, los genes responsables de las características deseadas deben ser insertados en las variedades de cultivos comerciales usando mejoramiento molecular o modificación genética.

Recientes “avances” han puesto el área de investigación “en la cúspide para influir sobre la agricultura a escala mundial”, dice Julian Schroeder, profesor de biología de la Universidad de California en San Diego, y autor principal del estudio.

Por ejemplo, los genes extraídos de especies silvestres de trigo tolerantes a la sal ya han impulsado en una cuarta parte los rendimientos de una variedad comercial en Australia, en diferentes suelos salinos que no serían aptos, señala el estudio.

Añade que un mayor progreso se evidencia en los estudios de campo que actualmente se realizan en el mejoramiento de cepas de sorgo para tolerar suelos ácidos, prevalentes en regiones tropicales y subtropicales, donde se concentran los países en desarrollo.

Los suelos ácidos y salinos, cuyos altos niveles de aluminio y sodio respectivamente los hacen agrícolamente improductivos, cubren más de un tercio de la superficie terrestre libre de hielo del mundo, precisa el artículo.

Por lo tanto el fitomejoramiento que limite la absorción de estos elementos abriría franjas de nuevas tierras a la agricultura, agrega.

Otras posibilidades prometedoras, como mejorar la absorción de nitrógeno y fósforo para reducir las necesidades de fertilizantes, y aumentar la absorción de hierro y zinc para fortificar el valor nutricional de los alimentos, aún están por hacerse a gran escala en el campo, señala el estudio.

No obstante, a pesar de los “enormes” beneficios potenciales, la investigación en este ámbito no está recibiendo la atención que requiere para tener un impacto global, advierte Schroeder.

Para que los avances contribuyan a la seguridad alimentaria y al desarrollo, se necesita impulsar los ensayos de campo y las aplicaciones, respaldados por un mejor apoyo de los donantes, prosigue.

Hasta ahora el financiamiento ha sido “apenas suficiente” para la investigación, incluso para estas etapas incipientes, asegura.

La sensación de que aún hay un largo camino por recorrer antes de que los avances en la ciencia básica lleguen a manos de los agricultores tiene eco en un buen número de científicos del consorcio de investigación del CGIAR.

Idupulapati Rao, científico principal de cultivos del Centro Internacional de Agricultura Tropical del CGIAR, de Colombia, cree que podrían pasar décadas antes de que los avances en ciencias básicas lleguen a los agricultores de los países en desarrollo.

Pero el hecho de que se haya avanzado en los principales cultivos alimenticios, como trigo, arroz, maíz y sorgo, significa que independientemente de los plazos, los impactos eventuales sobre el desarrollo agrícola son “casi seguros”, expresa.

Con la mejora en años recientes del financiamiento para programas de mejoramiento de cultivos, corresponde ahora a los generadores nacionales de políticas invertir más recursos en construcción de capacidades para esas iniciativas, especialmente en los países en desarrollo, donde se pueden obtener los mayores beneficios, precisa Rao.
 

Enlace al artículo completo en Nature

References

Nature doi: 10.1038/nature11909

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