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Sian Lewis presenta la evolución de las donaciones para la educación superior en los países en desarrollo durante el último medio siglo.

La educación superior (ES), incluyendo la investigación realizada en las universidades, tiene un papel crucial en el desarrollo. Ayuda a generar el capital humano que se necesita en áreas esenciales como salud, agricultura e ingeniería, y construye las capacidades para que un país confíe en sí mismo.

Por ejemplo, algunos académicos arguyen que una razón por la que la ‘revolución verde’ de los años sesenta y setenta fue más exitosa en Asia que en África se debió a que los países asiáticos tenían mayores capacidades tecnológicas nacionales. Las universidades agrarias locales y los centros de investigación –muchos creados por el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) — fueron capaces de adaptar las nuevas tecnologías a las condiciones locales.

Los países menos desarrollados históricamente han recibido significativa ayuda externa para ayudar a mejorar sus débiles sistemas de ES, particularmente durante los años cincuenta y sesenta, cuando el mundo en desarrollo se convirtió en un campo de batalla por obtener más poder debido a la Guerra Fría. Los Estados Unidos y otras naciones occidentales invirtieron un dineral en América Latina y Asia, esperando promover los modelos económicos capitalistas y reducir la amenaza comunista, mientras que Rusia orientó sus fondos hacia África y Cuba en un intento de rivalizar con la influencia de Estados Unidos. Cada uno concentró parte de su financiamiento en mantener los sistemas universitarios en esos países.

Caída en desgracia

Pero un par de décadas después, la ES ya no era prioritaria. Esto se debió en parte a que los donantes y los gobiernos receptores consideraron que se trataba de un servicio público caro e ineficiente, que beneficiaba a los ricos y privilegiados y producía demasiados graduados en ciencias sociales con muy pocas perspectivas de empleo.

También se debió a los problemas de la ‘fuga de cerebros’; los institutos en África y el Caribe en particular aún tienen dificultades para retener al personal una vez que han sido formados.

Eso se reflejó en un cambio en las ‘prioridades’ de los donantes, cuya atención se volcó a los esfuerzos para aliviar la pobreza en el corto plazo mediante alimentos, cuidado médico y respuesta a las emergencias. Muchas universidades, especialmente en África, se habían vuelto torres de marfil, buscando el prestigio, y aisladas de las necesidades reales del mundo que las rodeaba, e incapaces de contribuir a tales esfuerzos.

En los años ochenta y noventa, los argumentos de ‘retorno de la inversión’ se volvieron cada vez más importantes para los organismos de financiamiento. Un estudio muy citado de 1986 del Banco Mundial estimaba que la tasa de rentabilidad social de la ES –el aumento de los ingresos nacionales derivados de un año adicional de educación—era en promedio trece por ciento menor que la rentabilidad de la educación básica en los países en desarrollo. [1] Una revisión posterior de 98 países entre los años 1960-1997 encontró que la tasa típica de rendimiento social de la educación primaria era de 18.9 por ciento, en comparación a solo 10.8 por ciento de la ES. [2]

En 1994, el Banco Mundial hizo hincapié en que la ES no debería ser prioridad en las estrategias de desarrollo [3] y redujo su inversión en ES de 17 por ciento en su financiamiento educativo entre 1985 y 1989, a apenas siete por ciento para el periodo 1995-1999.

Figura 1: Préstamos del Banco Mundial a la educación superior en 1994 y 2000

Fuente: World Bank education historical lending figures

Otros donantes siguieron el ejemplo. El Foro Mundial de Educación realizado en 2000 en Dakar, Senegal, confirmó el abandono de la ES en el mundo en desarrollo por parte de la comunidad internacional, que promovía tan solo a la enseñanza primaria como el motor de mejores condiciones para el bienestar social.

Las políticas adoptadas por los gobiernos de los países en desarrollo reflejó el desprecio de los grandes donantes por la ES. Una revisión hecha en 2005 por la Universidad de Harvard encontró que la ES había desaparecido de las estrategias para la reducción de la pobreza de la mayoría de países africanos.

Se han presentado otros efectos adversos. Las instituciones de ES de varios países africanos luchan por mantener aunque sea una baja tasa de estudiantes matriculados (que en 2003 se situó en menos del uno por ciento de los egresados de las escuelas secundarias en muchos países). Innumerables instalaciones de ES, incluidos laboratorios de investigación y bibliotecas universitarias, se encuentran en mal estado debido a la escasez de financiamiento.

La investigación también se ha visto afectada. Los resultados de la investigación africana declinaron en los años noventa –cuando en el resto del mundo avanzaban— y siguen siendo uno de los más bajos del mundo.

Regresa la ayuda para la ES

En los últimos cinco años, diversos factores se han combinado para permitir el regreso de la ES a la agenda de los principales donantes. Un número creciente de literatura sugiere que las mediciones económicas convencionales de la rentabilidad de la inversión en educación no reflejan con exactitud el valor social añadido por la ES, que incluye la generación de empleo y la mejora de la capacidad empresarial y movilización (entendida como la capacidad para moverse a través de los sectores del empleo). Además, ignoran los efectos positivos de la investigación –una actividad central de la ES— en las economías de los países.

La comunidad de desarrollo está aceptando mejor ahora los beneficios económicos de la ES, al darse cuenta que éstos incluyen la creación de conocimiento público, el intercambio de habilidades entre la industria y el mundo académico y una mejor tecnología. Algunos académicos atribuyen el surgimiento de la India en el escenario económico mundial a sus décadas de extraordinarios esfuerzos para proporcionar ES de alta calidad y orientada técnicamente. Esto fue logrado, en gran medida, a través de los institutos de tecnología de la India, creados con el dinero proporcionado por los donantes después de su independencia en 1947. 

Y en un mundo globalizado donde el conocimiento equivale a poder, ‘estar detrás de la curva del conocimiento’ puede tener severas consecuencias. En semejante economía global del conocimiento, la ES puede ayudar a los países en desarrollo a competir con sociedades más avanzadas tecnológicamente. [4] Y con las restricciones de propiedad intelectual que limitan la transferencia de tecnología, los países en desarrollo ya no pueden depender de los efectos del ‘goteo’ para abordar sus problemas de desarrollo.

A la luz de las amenazas modernas como el cambio climático, el cambio en los patrones de las enfermedades y la inseguridad alimentaria, el imperante entrenamiento de profesionales capacitados para llevar a cabo y aplicar la investigación en lugares específicos, se vuelve aún más importante.

Las ideas acerca de la ‘fuga de cerebros’ también han cambiado. Los países en desarrollo ven el potencial de repatriar ‘cerebros’ una vez que han recibido formación en el exterior, actividad denominada ‘circulación de cerebros’ (véase: ‘Policy implications of the brain drain’s changing face). Pero para alcanzar esta meta se necesita poder ofrecer instalaciones de buena calidad para la investigación en las universidades de casa.

La diáspora puede dar lugar a beneficios económicos y privados en el país de origen: tanto la China como la India tienen fuertes lazos con su diáspora y ello también está comenzando a ocurrir en África. La Red de Estudiantes de Etiopía (The Network of Ethiopian Scholars), por ejemplo, proporciona un foro para que la diáspora etíope y los científicos que trabajan en ese país intercambien conocimientos sobre temas locales, incluida la salud infantil.

Cambiando la mentalidad

Un informe publicado en 2000 por el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), confirma el cambio de mentalidad. Allí se decía que la ES en los países en desarrollo estaba en un estado "peligroso" y que si bien la ES no podía garantizar un rápido desarrollo, el progreso sostenido sería imposible sin ella. [5]

En 2005, la Comisión para África, creada por el gobierno del Reino Unido, sugirió claramente que la comunidad internacional debía reconocer el valor de la ES para el desarrollo. Recomendó a los donantes incrementar las inversiones para aumentar la capacidad de la ES en África y los urgió a proporcionar US$500 millones al año (y hasta US$3 mil millones en los próximos diez años) para los centros de excelencia en ciencia y tecnología.

En 2008, el Banco Mundial fue más allá, reconociendo la necesidad de "un enfoque más intensivo en conocimientos para el desarrollo" en África y admitiendo que tal enfoque requiere un mayor énfasis en la ES. [6] Ya está trabajando con múltiples socios en sus proyectos de desarrollo de la ES, prestando un promedio de US$327 millones al año, principalmente para proyectos en América Latina y el Caribe (43 por ciento) y el este de Asia y el Pacífico (21 por ciento), incluyendo proyectos para incrementar el acceso y el manejo de la ES en Chile, Nepal y Vietnam.

Principales donantes

Pero el Banco Mundial no es el único ente financiador. Muchos gobiernos y fundaciones privadas están invirtiendo actualmente grandes sumas de dinero para impulsar la ES en el mundo en desarrollo (ver Cuadro 1).

Tipo de cooperación

Definición

Principales donantes

Cooperación bilateral

Apoyo desembolsado directamente por el gobierno de un país a otro

Francia (AFD), Alemania (GTZ), Japón (JICA), Holanda (Nuffic), España (AECID), Suecia (SIDA), Reino Unido (DFID), Estados Unidos (USAID)

Cooperación multilateral

Apoyo o préstamos desembolsados por el gobierno de un país a una agencia internacional

Banco Mundial, Comisión Europea, bancos regionales de desarrollo (ADB, ADB, IADB)

Fundaciones privadas

Apoyo que distribuye fondos privados en lugar de gubernamentales/públicos

Bill & Melinda Gates Foundation, Carnegie Corporation, Rockefeller Foundation, Ford Foundation, John D. and Catherine T. MacArthur Foundation, William and Flora Hewlett Foundation, Andrew W. Mellon Foundation, Kresge Foundation.

Cuadro 1: Tipos principales de ayuda recibida para respaldar la ES y principales donantes. Acrónimos: Agence Française de Développement (AFD), UK Department for International Development (DFID), Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ), Japan International Cooperation Agency (JICA), Netherlands Organization for International Cooperation in Higher Education (Nuffic), Swedish International Development Agency (SIDA), US Agency for International Development (USAID), Asian Development Bank (ADB), African Development Bank (ADB), Inter-American Development Bank (IADB), the Spanish Agency for International Development Cooperation (AECID)

Tomemos Francia, por ejemplo, posiblemente el mayor donante bilateral del mundo para la ES, con casi US$1361 millones en asistencia oficial para el desarrollo de la ES en los países en desarrollo en 2007 (véase Cuadro 2).

Utiliza el apoyo para promover las reformas universitarias, en particular ayudando a las universidades en el África francófona a reestructurar los requisitos necesarios para cumplir con las metas internacionales. La ayuda de Francia también trata de desarrollar la capacidad científica. Los expertos estiman que aproximadamente la mitad de la ayuda francesa se destina a becas, principalmente para estudios de posgrado en Francia, pero también para estudios en los países en desarrollo.

El proyecto emblemático de Francia en el África sub-sahariana es el 2iE, el Instituto Internacional para el Agua y el Medio Ambiente en Ougadougou, Burkina Faso. Reúne a investigadores de seis universidades asociadas en África y siete en Francia. La cooperación francesa destinó US$ 8 millones a reformar la forma de gobierno de esta institución alguna vez en crisis, y a capacitar a más de 3000 técnicos y directivos del sector privado y del gobierno.

Donante

1995

 

1998

 

2001

 

2004

 

2007

 

Francia

Sin datos

380.25

 

415.38

 

1045.29

 

1361.17

 

Alemania

78.17

 

504.59

 

445.77

 

860.9

 

1054.66

 

Japón

223.82

 

83.27

 

401.87

 

804.53

 

338.48

 

Holanda

6.78

 

68.56

 

23.24

 

119.64

 

279.92

 

Comisión Europea

5.2

 

Sin datos

 

72.11

 

159.81

 

241.71

 

Turquía

Sin datos

 

Sin datos

 

Sin datos

 

133.79

 

150.07

 

Austria

76.11

 

69.28

 

52.98

 

70.27

 

129.46

 

Bélgica

47.79

 

29.68

 

39.85

 

82.57

 

115.43

 

Estados Unidos

Sin datos

 

6.65

 

110.74

 

33.36

 

87.38

 

Corea

Sin datos

 

1.26

 

6.75

 

27.42

 

81.67

 

España

29.24

 

43.25

 

43.66

 

41.03

 

75.04

 

Grecia

Sin datos

 

3.87

 

5.14

 

17.22

 

56.52

 

Reino Unido

40.06

 

10.81

 

3.65

 

1.41

 

54.37

 

Noruega

No data

 

0.57

 

51.71

 

28.79

 

50.78

 

Australia

246.44

 

82.48

 

23.85

 

15.67

 

49.65

 

Portugal

17.69

 

9.88

 

10.58

 

43.07

 

47.49

 

Canadá

100.94

 

37.11

 

50.48

 

80.33

 

32.84

 

Nueva Zelandia

27.12

 

Sin datos

 

20.86

 

19

 

21.94

 

Italia

67.5

 

3.59

 

12.99

 

17.22

 

21.42

 

Suiza

9.65

 

4.4

 

5

 

3.93

 

11.04

 

Suecia

16.73

 

9.05

 

15.97

 

17.38

 

10.18

 

Países DAC, Total

993.58

 

1349.06

 

1743.98

 

3322.71

 

3800.62

 

Cuadro 2: Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) en millones de US$, para la educación superior de los donantes principales, incluida la AOD total de los países miembros de la OCDE, Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD).

Fuente: OECD.StatExtracts

Figura 2: AOD, en millones US$, para la educación superior de los 10 primeros donantes

Fuente: OECD.StatExtracts

Los Estados Unidos también han apoyado desde hace tiempo la ES en todo el mundo en desarrollo. El Programa de Becas de Posgrado para África de USAID se desarrolló entre 1963 y 1990 y fue reemplazado por el proyecto de Formación Avanzada para Liderazgo y Destrezas, de 1991 a 2003. Combinados, ambos representan una inversión de US$182 millones, y el auspicio de más de 3,200 estudiantes africanos que obtuvieron grados y posgrados en más de 200 universidades de los Estados Unidos. El 85-90 por ciento de ellos regresaron a sus países de origen después de completar su formación.

Más recientemente, el programa de Educación Superior para el Desarrollo (ESD) ha auspiciado la asociación entre universidades de los Estados Unidos y de países en desarrollo. Desde 1987, el ESD ha lanzado más de 300 asociaciones en aproximadamente 60 países. Esto incluye intercambios y pasantías entre universidades de Estados Unidos y México, asociaciones entre escuelas de salud pública en África oriental y universidades de Estados Unidos, y una colaboración entre la Universidad de Ohio y la Universidad Agrícola de Punjab en la India para investigar en nuevos cultivos y productos alimenticios.

Otros donantes importantes de cooperación bilateral para la ES en los países en desarrollo son Japón y Suecia. Japón tiene un historial de apoyo a instituciones selectas de ES alrededor del mundo en desarrollo, particularmente en el este de Asia, y ha introducido recientemente un nuevo esquema para apoyar los proyectos conjuntos entre investigadores japoneses e instituciones de investigación de los países en desarrollo.

De manera similar, la Universidad de Dar es Salaam aumentó desde unos pocos cientos de estudiantes en 1975 a varios miles en la actualidad y es uno de los principales centros de investigación en campos que van desde la tecnología de la información a la biología marina, en gran parte gracias al respaldo de Suecia.

El Reino Unido también apoya asociaciones entre los institutos de ES teniendo, por ejemplo, comprometidos £15 millones (US$22 millones) para la Asociación de Desarrollo para la Educación Superior (conocido por sus siglas en inglés DELPHE), un programa que va desde 2006 hasta 2013. Administrado por el Consejo Británico y la Asociación de Universidades de la Commonwealth, DELPHE patrocina proyectos multi-institucionales con 245 institutos de ES alrededor del mundo. Los proyectos se enfocan en los sectores de agricultura, medio ambiente, salud y tecnologías de información y comunicación, e incluye, asimismo, la formación del personal y estudiantes, rediseño de cursos y talleres de comunicación.

El apoyo para la ES en los países en desarrollo no se limita en modo alguno a la ayuda gubernamental. Las fundaciones privadas también cumplen un papel importante. Por ejemplo, la Fundación Bill y Melinda Gates financia la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos para que trabajen con diversas academias nacionales de ciencias en África con el fin de que los científicos locales estén en mejores condiciones de asesorar a quienes toman decisiones políticas.

Y muchas otras fundaciones de los Estados Unidos han colaborado para crear la Asociación para la Educación Superior en África (AESA). La AESA contribuyó con más de US$150 millones entre 2000 y 2005 para construir la capacidad básica y apoyar iniciativas especiales en las universidades africanas, y posteriormente han comprometido más de US$200 millones (Véase: ‘US$200 million pledged for African universities‘).

AESA enfatiza en las tecnologías de la información, investigación y análisis de la ES, redes regionales para la investigación y capacitación de posgraduados, y liderazgo de la universidad. Un proyecto muy conocido es su consorcio regional de satélite de banda ancha, que ha lanzado una red satelital para proporcionar a las universidades africanas acceso barato y confiable a Internet.

Soluciones domésticas

Sin depender de las ayudas directas, hay varias maneras en las que los países en desarrollo pueden aprovechar los conocimientos y competencias de más allá de sus fronteras para mejorar la ES en sus respectivos entornos. La formación de asociaciones entre las universidades locales y extranjeras es tal vez la estrategia más extendida, y probablemente la más efectiva.

El Centro de Investigación y Formación sobre la Malaria de la Universidad de Bamako, creado por el gobierno de Mali en 1992, fue desarrollado con los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, la OMS, la Universidad de Marsella en Francia y la Universidad La Sapienza en Italia. Hoy, es un centro de investigación bien equipado que ha ayudado a capacitar científicos de los países vecinos al tiempo que contribuye eficazmente a la vigilancia y control de la enfermedad. 

Las colaboraciones regionales también pueden dar un impulso a la ES más allá de las fronteras de un solo país. Una manera de lograrlo puede ser desarrollando una sólida institución nacional que cree a nivel regional una ‘esfera de atracción’ a medida que crece su reputación.  La Universidad Cheikh Anta Diop en Dakar, Senegal y, más recientemente, la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica han seguido esta ruta.

Alternativamente, una red de universidades puede trabajar conjuntamente para complementar sus actividades. La Alianza para una Revolución Verde en África es una asociación dirigida por africanos que apoya a las universidades locales e institutos de investigación para formar científicos especializados en los cultivos de alta prioridad para los agricultores de pequeña escala.

Del mismo modo, la Universidad Global Abierta para la Agricultura y la Alimentación, apoyada por el CGIAR, trabaja con 30 universidades en África, Asia y América Latina y con centros regionales del CGIAR brindando programas de maestría en agricultura, alimentación y recursos naturales.

También se pueden conformar nuevos centros de excelencia, como el Instituto Africano de Ciencia y Tecnología de Abuja, Nigeria, aunque las opiniones todavía están divididas en torno a si este enfoque puede tener un real valor (Véase: ‘Centres of excellence: not ideal for African science‘).

Invitar a los financiadores extranjeros a diseñar cursos a la medida es otra opción que algunos países, especialmente del sudeste asiático, han seguido. Pero si bien este enfoque puede funcionar bastante bien, como en el caso de la Universidad de Nottingham-Ningbo en China, hay varios obstáculos de política que los gobiernos locales deben superar, incluyendo aspectos de licencias, acreditación y reconocimiento (véase: ‘Trabajando con universidades extranjeras para construir capacidad‘).

Problemas comunes

Es evidente que la ES está de regreso en las agendas de un amplio rango de donantes influyentes, aún cuando el financiamiento de la comunidad internacional siga siendo bajo.

No obstante, la situación en muchos países sigue siendo alarmante. La deficiente infraestructura es con frecuencia citada como una barrera para poder usar la ES para el desarrollo. Otras barreras son el costo de la ES, la mala preparación de quienes egresan de las escuelas secundarias, la mala gestión universitaria y el hacinamiento.

Más preocupante aún: los gobiernos de muchos países en desarrollo parecen reacios a apoyar la ES y están fallando en pasar de la retórica a la acción (en 2005 una revisión de la Universidad de Harvard encontró solamente tres gobiernos que consideraban a la ES en sus estrategias de reducción de la pobreza, y solo dos que tenían pensado incrementar el financiamiento para este propósito).

El fomento de la propiedad local es un gran reto para los donantes, en parte debido a que los esquemas de cooperación bilateral tienden a ser administrados centralizadamente en los países ricos. Las instituciones receptoras con frecuencia se quejan de que los donantes establecen programas de investigación que coinciden con sus propios intereses en lugar de abordar los problemas locales. La clave está en encontrar la fórmula correcta para una asociación verdadera.

En parte, el problema surge de las diferencias entre destinar fondos a proyectos ‘centrales’ versus los proyectos vinculados a la financiación. Desde una perspectiva de la demanda, el financiamiento a los temas centrales, donde los socios locales definen las prioridades y los proyectos, probablemente sea mejor para la construcción de capacidades. Pero en la práctica, este enfoque desde la demanda raramente existe. Una excepción es SIDA, que financia las instalaciones básicas necesarias para mejorar la investigación (lo que incluye laboratorios, bibliotecas, infraestructura y formación en investigación) en por lo menos una universidad que tiene como base la investigación, en cada país socio (véase: ‘Donantes: a financiar condiciones para la investigación‘).

La presión creciente sobre los investigadores y los institutos de ES para producir resultados útiles socialmente también se refleja en la forma como los donantes distribuyen su ayuda. Con frecuencia favorecen la investigación aplicada en áreas clave como salud y agricultura, con universidades que necesitan demostrar resultados concretos para asegurar el financiamiento. Muchos argumentarán que esta es una característica positiva, aunque algunos investigadores la consideran restrictiva.

Y la falta de cohesión entre los donantes, que tienden a ejecutar programas independientes, ha dado lugar a una dispersión de enfoques para el fortalecimiento de la ES en los países en desarrollo que según muchos ocasiona un despilfarro de recursos.

Un largo trayecto

Jos Walenkamp, director de conocimientos e innovación en la Organización Holandesa para la Cooperación Internacional en la Educación Superior, y su colega Ad Boeren, han sugerido que los donantes deberían coordinar sus programas para mejorar los impactos y la sostenibilidad, y deberían afinar la creación de capacidades y de programas en sectores específicos que coincidan con los respectivos objetivos políticos. [7] También han pedido una mayor vigilancia y evaluación de los gobiernos receptores y una promoción más activa de la ‘circulación de cerebros’.

Igualmente importante, de acuerdo con otros investigadores, es comprometer el respaldo de largo plazo. Sea cual fuere el modelo a seguir, queda claro que se necesita una ampliación del apoyo de los donantes a la ES en los países menos desarrollados, aunque sea tan solo para satisfacer la demanda creciente de ES en algunas partes del mundo en desarrollo.

Varios países se hallan bajo esta presión, lo que conduce a ‘mega universidades’ como la Universidad Nacional de México, que recibe a más de 200,000 estudiantes cada año, tan solo una fracción de los estudiantes que buscan ser admitidos.

Sian Lewis es editor encargado de SciDev.Net.