16/08/17

Desafíos y límites de la descarbonización en Costa Rica

costa rica parque eolico tejona by monica oblitas
Periodistas participantes del taller internacional en el parque eólico Tejona. Crédito de la imagen: Mónica Oblitas

De un vistazo

  • Costa Rica ha adoptado una serie de medidas para sacar gases invernadero de su matriz económica
  • Pero proceso tiene limitaciones, como el pago por servicios ambientales
  • No obstante, es ejemplo para otros países de la región de que descarbonización es posible

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[SAN JOSÉ] Descarbonización y crecimiento verde. Esas fueron las palabras que más escuché en Costa Rica, durante un taller para periodistas de las Américas sobre cambio climático. Tiene sentido: no es casual que se haya elegido este país centroamericano como sede del encuentro ya que de alguna manera se ha convertido en un laboratorio sobre la eliminación de la matriz económica de los gases de efecto invernadero (descarbonización), en vista del Acuerdo de París contra el cambio climático.
 
“Tenemos el 25% del territorio nacional bajo algún régimen de protección, 99% de energía eléctrica provista por fuentes renovables y se prohibió la cacería deportiva y la minería a cielo abierto, además se mantiene la moratoria a la extracción petrolera”, enumeró Edgar Gutiérrez, ministro de ambiente y energía del país durante las jornadas organizadas por Earth Journalism Network (EJN), Latin Clima y la Fundación Stanley, del 7 al 9 de agosto.

Tenemos el 25% del territorio nacional bajo algún régimen de protección, 99% de energía eléctrica provista por fuentes renovables y se prohibió la cacería deportiva y la minería a cielo abierto, además se mantiene la moratoria a la extracción petrolera.

Edgar Gutiérrez, Ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica

 
Pero el asunto de Costa Rica verde y ejemplo para otros países cercanos en la región y de toda Latinoamérica -que lo es y por eso muchos ojos se posan sobre San José- mostró asimismo sus límites. Por ejemplo, respecto del pago por servicios ambientales a zonas verdes.
 
El mismo Jorge Mario Rodríguez, director ejecutivo del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo), reconoció que los desembolsos apenas llegan al 20% de lo que se necesitaría (unos US$30 millones de US$150 millones anuales).
 
“Son fincas que no se pueden tocar porque se cometería un ilícito pero a su vez no reciben dinero alguno”, dijo. Esas fincas son de todo tipo pero están protegidas por ley y el dinero que se destina a ellas proviene, entre otras fuentes, de la recaudación de impuestos, que es insuficiente. Por ello, incluso los que sí reciben confiesan que resulta poco.
 
“Me dan 60 dólares por hectárea, lo que hace un total de 3600 dólares por año. Me convendría tener vaquitas por esa plata. La intención es buena pero no soluciona el problema: dejar de cortar el bosque y que la gente sobreviva”, dijo Rafael Gallo, de la Red Costarricense de Reservas Privadas.
 
“Igual conservamos, pero lo hacemos por amor, no por dinero”, concluyó.

Quizás la ayuda y colaboración exterior, como el Fondo Verde para el Clima, pueda cubrir ese bache monetario.
 
Después de San José el grupo viajó a unos 150 kilómetros de la capital, a la zona de Monteverde. Allí, el científico Alan Pounds, especialista en anfibios del Centro Científico Tropical, radiografió la situación de estos animales en contextos en que se pierden las características principales del bosque lluvioso que dan cobijo a especies únicas, con una serie de gráficos que correlacionan temperatura y humedad y que por momentos enloquecieron a los periodistas que igual lo escucharon con atención.
 
“Es crítico hacer lo posible para revertir esta tendencia”, desliza en un momento. Y son muchos los que están en eso, pero nadie dijo que fuera fácil. Más bien todo lo contrario.