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Los académicos han insistido para que los países pobres adopten "sistemas de innovación" y ahora parece que los políticos los han escuchado.

Durante varias décadas ha ido creciendo el consenso entre los generadores de políticas en los países en desarrollo, acerca de que la mejor manera de encontrar un uso productivo para los hallazgos de las investigaciones científicas es construir “sistemas de innovación”.

La innovación es un proceso complejo que involucra a diferentes actores e instituciones, entre los cuales se encuentra la ciencia.

El fortalecimiento del sistema requiere muchas iniciativas políticas para aumentar el apoyo de cada componente y para vincularlos entre ellos.

Recientemente, el entusiasmo ha ido en aumento –al menos en los círculos académicos y de asesoría política—ante la idea de que los sistemas de innovación son la clave para vincular la ciencia con las necesidades socioeconómicas de los países en desarrollo (Ver The ‘system of innovation’ approach and its relevance to developing countries).

El abordaje de este mensaje por parte de los políticos es difícil. En los países donde los componentes son débiles, discutir el fortalecimiento de los vínculos tiene relativamente poco sentido.

Pero hay signos de que la situación está cambiando, marcando una madurez en el debate de la “ciencia para el desarrollo” que engloba una promesa para el mundo en desarrollo.

Las lecciones de Sudáfrica

Tomemos como ejemplo Sudáfrica. El enfoque en los sistemas de innovación fue esencial para vincular la ciencia y la tecnología a las necesidades de la comunidad negra, según el Centro Internacional para la Investigación y el Desarrollo de Canadá, poco después de la caída del Apartheid, a comienzos de los noventa.

Pero las políticas del gobierno para establecer dicho sistema han tenido un efecto limitado. La comprensible prioridad para que los negros participaran en los procesos educativos fue un problema. Otro obstáculo fue el excesivo enfoque sobre la financiación pública para la innovación en las empresas.

De hecho, a veces el compromiso del gobierno para construir un sólido sistema de innovación parece bastante superficial.

Pero esto parece estar cambiando. Se está creando una agencia de innovación para coordinar el financiamiento a la innovación y acortar la brecha entre las instituciones científicas y el sector productivo (Ver South African innovation agency takes shape).

Innovación, nuevamente en la agenda

Otro ejemplo es Colombia. Los sistemas de innovación para el crecimiento económico sostenible y el desarrollo social del país no son nuevos; dichos sistemas fueron creados a mediados de los noventa.

Y como en Sudáfrica, llevarlos a la práctica no ha sido fácil, lo cual explica parcialmente su caída en la lista de las prioridades políticas.

Pero nuevas esperanzas se avizoran en el horizonte. A comienzos de este mes, el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos Calderón, manifestó su apoyo para acelerar el sistema de innovación del país. (Ver Vicepresidente de Colombia da nuevo impulso a la innovación).

Tales esfuerzos podrían ayudar a Colombia a alcanzar los niveles de innovación de Brasil y Chile. Al mismo tiempo, enviarían una poderosa señal a otros países en desarrollo de que los sistemas de innovación deben ser el centro de las políticas de desarrollo.

Acciones no palabras

Los retos para implementar sistemas de innovación son inmensos para los países en desarrollo, pero también lo son los beneficios, no solamente para los negocios locales, sino para los servicios públicos como salud, agricultura y protección medioambiental.

A pesar de que los beneficios son claros, no se alcanzarán sin políticas consistentes. Una cosa es hacer discursos políticos bien intencionados acerca de cuán importante es la ciencia para el futuro de sus países. Y otra cosa es mostrar determinación para llevarlo a la práctica, incluyendo la creación de sistemas de innovación.

Los anuncios recientes en Colombia y Sudáfrica son alentadores. Pero también lo son los esfuerzos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Banco Mundial y la UNESCO para posicionar a la innovación en el centro del desarrollo internacional.

Esperemos que haya llegado la hora de que los “sistemas de innovación” no sean solo una idea en los círculos académicos, sino en toda la comunidad política en general.

David Dickson
Director, SciDev.Net