Por: Martín De Ambrosio
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[BUENOS AIRES] La decisión del gobierno argentino de dejar a 508 investigadores como becarios logró apaciguar un conflicto inédito, pero haberles negado el ingreso a la carrera científica, sumado a los detalles del acuerdo firmado, vaticina una continuación de la disputa durante 2017.
Nunca tres generaciones de investigadores se habían unido para reclamar continuidad en las políticas científicas, como ocurrió entre el 19 y el 23 de diciembre con la toma del ministerio de ciencia argentino, que incluyó acampes y asambleas multitudinarias.
Los 508 investigadores estaban aptos para ingresar a la carrera científica en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), al haber pasado los numerosos filtros académicos, pero la decisión del gobierno nacional de reducirle el presupuesto aproximadamente en 60% los dejó fuera. Otros sectores de CyT también han sufrido recortes en diversas proporciones.
“Históricamente, nunca hubo un movimiento así articulado para resguardar la ciencia soberana. En los momentos más álgidos llegamos a unas dos mil personas”.
Nuria Giniger, Científicos y Universitarios Autoconvocados
La carrera de investigador del Conicet consta de cinco etapas, que van desde investigador asistente hasta superior, cada una sujeta a arduos requerimientos. El becario, en cambio, recibe solo un estipendio a cambio de una contraprestación académica o investigativa.
“El ministerio se comprometió a tomarlos como investigadores en universidades y otros entes estatales y privados, pero no se sabe con qué presupuesto ni qué infraestructura”, dice Matías Pandolfi, biólogo e investigador del Conicet. “Se logró evitar despidos, ganar tiempo para exigir la incorporación en 2018”, agrega.
Uno de los puntos pendientes del acuerdo, en efecto, es dónde trabajarán los 508 investigadores. Según el acta firmada, podría ser en otros organismos nacionales de ciencia y técnica, universidades o incluso empresas privadas. A fines de enero comenzarán las reuniones para decidirlo.
Para la antropóloga Nuria Giniger, miembro de Científicos y Universitarios Autoconvocados, una de las siete entidades representativas que firmaron el acuerdo, lo que está en juego es el sistema científico público.
Señala que las partidas presupuestarias fueron aprobadas por la Jefatura del Gabinete Nacional, pero por una decisión política se decidió gastar en becas en lugar del ingreso a la carrera, que supone una mayor estabilidad para los investigadores. “Es un mal precedente”, subraya.
“Históricamente, nunca hubo un movimiento así articulado para resguardar la ciencia soberana. En los momentos más álgidos llegamos a unas dos mil personas”, grafica.
Una de las 508 investigadoras que tenían recomendación de ingreso es la doctora en historia Laura Mazzoni. Con estadías doctorales y posdoctorales en España y Alemania, en lugar de ingresar a carrera recibió la extensión de su beca.