Por: Marcelino Rosario
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[PANAMÁ] Si se quiere controlar eficazmente la malaria en los pueblos indígenas se debe tomar en cuenta su cosmovisión al elaborar estrategias de abordaje y tratamiento.
Esa es la principal recomendación de una investigación de dos años realizada por investigadores del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud en la Comarca Guna de Madungandi en Panamá, para identificar los componentes sociales, epidemiológicos y entomológicos de la malaria en esa comunidad indígena.
Localizada en el sector oriental de Panamá, cercano a la frontera con Colombia, tiene 4.271 habitantes. En los últimos cinco años, registró un promedio anual de 292 casos de malaria.
“En Panamá, la malaria está focalizada en áreas rurales e indígenas. Más del 85% de los casos diagnosticados en todo el país, es entre población indígena”.
Lorenzo Cáceres, Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud
La malaria es causada por un parásito que tiene métodos de diagnóstico, tratamiento y control, pero desde la cosmovisión indígena la enfermedad tiene connotaciones espirituales, mágicas, cósmicas, religiosas, relacionadas a mitos y la naturaleza, señala a SciDev.Net, Lorenzo Cáceres, entomólogo e investigador principal del estudio publicado en la revista Malaria.
Para los investigadores, uno de los problemas del programa de malaria y, en general, del Ministerio de Salud de Panamá, son los abordajes “porque no se cuenta con un método culturalmente adaptado para lograr los resultados esperados”.
El control oficial de la malaria colisiona con las prácticas y costumbres de los Gunas. Por ejemplo, ante un brote de la enfermedad, el Absogedis —especie de médico especialista de la comarca— sueña lo que sucederá y convoca a toda la comunidad a fumar una pipa. Durante 3 a 5 días, nadie puede entrar ni salir de la comarca y hay que esperar otros 4 días más para saber los efectos de la fumada.
Además de tener sus propios médicos tradicionales, los Guna cuentan con siete especialistas en botánica. Para ellos, el control de las enfermedades está dentro de los espíritus protectores y la orientación del Nele (otro médico tradicional).
Cuando no hay coordinación con sus autoridades tradicionales, los indígenas se rehúsan a seguir el tratamiento convencional, señala el investigador. A ello se suman las dificultades idiomáticas, que exacerban el rechazo de los nativos.
“En Panamá, la malaria está focalizada en áreas rurales e indígenas que ocupan el 35% del territorio y representan el 12% de la población total del país. Más del 85% de los casos diagnosticados en todo el país, es entre población indígena”, agrega Cáceres.
El estudio dio lugar a una guía de abordaje intercultural que puede aplicarse a cualquier población indígena de América Latina y permite detectar otros problemas de salud en una comunidad nativa, señala Cáceres.
> Enlace al artículo completo en Malaria Journal