08/08/14

Científicos se movilizan por cierre de laboratorio

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Manuel Elkin Patarroyo con un mono nocturno en su estación científica

De un vistazo

  • Consejo de Estado cierra centro de investigación de vacuna contra malaria por usar monos no nativos
  • Más de 100 científicos envían carta diciendo que esta decisión afecta la investigación
  • Antes de poder abrir de nuevo, el centro deberá dejar de usar monos silvestres

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[BOGOTA] Científicos colombianos se movilizan luego del cierre de un centro de investigaciones que trabaja con animales de experimentación en el Amazonas acusado de “tráfico de monos”, lo cual los deja muy preocupados porque a su juicio se está reprimiendo la investigación.
 
En abril, más de 100 científicos de grupos de investigación colombianos enviaron una carta abierta afirmando que luego de la decisión del Consejo de Estado de cerrar la Estación de Primates de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, en Leticia, se “paraliza” la posibilidad del país para innovar.

La estación lleva muchos años desarrollando un programa para probar vacunas contra la malaria en monos capturados en la selva.
   
La saga se inició en abril de 2011 cuando el grupo conservacionista colombiano Entropika, dirigido por la experta en primates Ángela Maldonado, demandó a Manuel Elkin Patarroyo, el inmunólogo fundador de la estación.
 
A Patarroyo se le acusa, entre otras cosas, de usar métodos que afectan el bienestar de los animales, así como por el incumplimiento de las condiciones de las licencias otorgadas —que solo permiten el uso de monos colombianos— utilizando monos de países amazónicos vecinos.
 
Hubo “eventos extraños e irregularidades” en la Estación, afirma Maldonado en conversación con SciDev.Net.
 
Por ejemplo, continúa, Entropika comprobó que si bien la licencia le permitía el uso de 800 monos al año, en un período de tres meses en 2012 recibió 920.  
 
Estos resultados se publicaron en febrero pasado en el American Journal of Primatology, pero Maldonado dice que las autoridades ambientales colombianas no actuaron al respecto.
 
A Entropika también le preocupa la sostenibilidad en el uso de monos silvestres. Dice que sus estudios muestran que la especie de mono usada por el laboratorio se está reduciendo en número y podría estar amenazada.
 
El negocio de los monos
 
Antes de la decisión del Consejo de Estado, la Estación ha trabajado con 800 monos al año, informó Patarroyo al periódico colombiano El Tiempo en abril. Añadió que recibe los animales de los indígenas, a quienes les paga alrededor de US$40 por cada mono capturado.
  
En la estación científica se prueba la potencial vacuna contra la malaria en estos animales.

De acuerdo con Patarroyo, si el mono no presenta la enfermedad luego de haber sido infectado con el parásito, retorna a su entorno en la selva después que los científicos han evaluado la posible causa de inmunidad. El procedimiento incluye una cuarentena para monitorear al mono y luego se le libera en el sitio donde se reportó haber sido capturado. Si el mono enferma, se le trata con fármacos y luego, una vez curado, se procede con el mismo protocolo de liberación.

El grupo de investigación de Patarroyo ha trabajado en el desarrollo de una vacuna usando esta metodología por más de tres décadas. En otra entrevista con El Tiempo en diciembre pasado el investigador insistió que no más del cinco por ciento de los monos que usa mueren, o sea alrededor de 40 animales por año.
 
Sin embargo, de acuerdo con la sentencia, el Consejo de Estado ordenó la implementación de un zoocriadero propio para que se deje de usar monos silvestres.  

También deberá cumplir otros requerimientos antes de que pueda solicitar una nueva licencia, como reducir el número de monos usados y restringir los experimentos a especies nativas de Colombia, el mono nocturno Aotus vociferans,  y no la especie peruana Aotus nancymaae, que vive en Brasil y Perú.
 
Otro factor que complica la situación es el estudio de la distribución del Aotus nancymaae que presentó la Universidad Nacional de Colombia en julio, el cual demuestra que estos monos también se encuentran en Colombia. Maldonado dice que puede ser porque la estación de primates los introdujo en el país.
 
Los argumentos de las partes
   
La decisión del Consejo de Estado motivó la indignación de los científicos colombianos que firmaron la carta. Aunque reconocen el derecho de Maldonado de preocuparse por las pruebas en animales, dicen que es “muy lamentable y preocupante” que el Consejo de Estado haya acogido la demanda sin consultar a la comunidad científica y sin analizar las implicaciones para el desarrollo de la ciencia y la investigación científica del país.
 
Iván Darío Vélez, parasitólogo de la Universidad de Antioquia en Colombia, y quien lideró la carta, comentó a SciDev.Net que no está bien que el Consejo de Estado escuche a los ambientalistas e ignore los argumentos de los científicos.

Por su parte, Enrique Gil Botero, el consejero ponente encargado del caso dijo a SciDev.Net: “No se prohíbe la investigación. [El gobierno] puede volver a otorgar la licencia, siempre y cuando Patarroyo cumpla la ley”.

Agrega que los científicos que firmaron la carta no debieron leer la sentencia en su totalidad porque sus conclusiones, en el sentido de que se impide que continúe avanzando la investigación científica, se basa en una premisa que no corresponde al texto de la sentencia.

Patarroyo no quiso dar declaraciones a SciDev.Net.

La versión original de este artículo se publicó en la edición global de SciDev.Net

Enlace a la sentencia en contra de Patarroyo
Enlace al resumen del artículo en American Journal of Primatology 
Enlace a la carta de los científicos