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[SANTIAGO DE CHILE] La Comisión para el Desarrollo de la Biotecnología defiende la producción y regulación de los alimentos genéticamente modificados (GM). Así lo declara el informe entregado al Presidente de la República chileno, Ricardo Lagos, que traza el camino que debe seguir Chile para que la biotecnología sea una herramienta real de desarrollo productivo.


“No hay datos sobre peligros o riesgos relacionados con los alimentos GM. Eso no quiere decir que no existan riesgos, pero no son mayores que el resto de los alimentos”, afirma Jorge Allende, académico de la Universidad de Chile y miembro de la Academia de Ciencias de EE.UU., uno de los integrantes de la comisión y un claro defensor de los alimentos transgénicos.


Allende también está a favor de que no se les exija a estos productos una etiqueta que diga “contiene organismos genéticamente modificados (OGM)” para evitar la discriminación de estos productos. Aunque sí, en su opinión, podría colocarse una que diga “libre de OGM”.


Según el académico, lo que debe saber el consumidor es si cambió la composición del producto. Por ejemplo, si un cereal contiene arroz dorado, el cual es manipulado genéticamente para producir vitamina A, significa que tiene una mayor cantidad de este nutriente y en consecuencia la etiqueta debiese decir solamente “alto contenido de vitamina A”.


“La transgénesis es un método. Lo que la gente debiese saber es lo que el producto contiene y no tanto el procedimiento”, explica Allende. Y agrega: “A nadie le importa si el agua pura que consumimos hoy, ayer fue agua servida”.


María Isabel Manzur, coordinadora de la Red por un Chile Libre de Transgénicos (que agrupa a 19 organizaciones), discrepa con Allende. Considera que este sistema de etiquetado vulneraría los derechos del consumidor, pues éstos no sabrían que compraron un transgénico.


Manzur opina, además, que este etiquetado propiciaría un “doble estándar”: un consumidor chileno de un producto nacional no sabrá que compra un alimento GM, pero si éste es exportado a Europa, allá sí lo sabrán porque exigen que la etiqueta así lo informe.


Un punto recurrente de crítica a los cultivos de organismos GM es que pueden contaminar a los que no lo son. Allende piensa que ambos tipos de plantaciones, tradicionales y modificadas, pueden coexistir si se toman sus precauciones.


Una de esas medidas es la distancia de bioseguridad, la separación entre un tipo de cultivo y otro, que en Chile es de cuatro kilómetros. Sin embargo, Manzur cree que esto es difícil de cumplir en un país tan estrecho como Chile.


En cuanto a la legislación, el presidente de la Comisión para el Desarrollo de la Biotecnología, el subsecretario de economía Álvaro Díaz, dijo que no se requieren crear leyes, el marco general, para producir alimentos GM en Chile. Lo que sí hay que desarrollar son reglamentos, más específicos, que permitan mayor claridad y coherencia entre los distintos organismos involucrados (como el ministerio de Salud y el Servicio Agrícola y Ganadero). El informe también apoya la creación de una Comisión de Regulaciones en Biotecnología.


Doscientas personas participaron en el trabajo de la comisión, creada hace un año en Chile, entre científicos, políticos y representantes de los sectores público y privado.