19/09/06

UNESCO debe abordar la ciencia más estratégicamente

Crédito de la imagen: Wikipedia

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La necesidad de que la ONU se asesore sobre cómo promover la ciencia y usarla de manera efectiva es mayor que nunca. La UNESCO debiera asumir ese rol, pero requiere determinación y recurso humano.


Decidir cómo un gobierno debiera implementar su apoyo a la ciencia nunca ha sido una tarea sencilla. A diferencia de la producción de alimentos o la salud pública, por ejemplo, la ciencia no puede ser fácilmente adjudicada a las responsabilidades de un solo ministerio, dado que su impacto abarca un vasto rango de actividades gubernamentales.


La ONU enfrenta el mismo dilema. Técnicamente la responsabilidad de guiar el rol de la ciencia dentro del sistema de las Naciones Unidas la tiene la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Su rol en la promoción de la educación o la defensa de la cultura a través del mundo ha sido relativamente fácil de definir. Pero sus responsabilidades hacia la ciencia han sido más difíciles.


El último grupo que enfrentó el desafío es un comité de revisión con la participación tanto de expertos de la propia UNESCO como externos, establecido a principios de este año por su director general, Koïchiro Matsuura, a solicitud de un grupo de estados miembros.


El comité enfrenta dos importantes retos. El primero es dónde encontrar sugerencias para fortalecer y racionalizar las actividades científicas de la propia UNESCO, una tarea que no es sencilla dentro de una extensa burocracia que requiere cumplir una variedad de funciones y a la vez satisfacer las diversas necesidades y expectativas de sus financistas políticos.


El segundo desafío, no menos demandante, es identificar el rol específico que debiera jugar UNESCO dentro del sistema de la ONU como un todo, lo que en sí mismo está bajo una fuerte presión externa para ser reformado.


Ambas tareas han cobrado vigencia dado el renovado compromiso internacional hacia el rol de la ciencia en el sistema económico global en general, y hacia el cumplimiento de las necesidades de los países en desarrollo en particular.


Tal vez no sorprende que el informe inicial de la situación elaborado por el comité –y que a fin de mes será presentado en la reunión del consejo ejecutivo de UNESCO-  ha encontrado muchos aspectos criticables sobre el estado actual de las cosas. (ver UNESCO science ‘not good enough’, says review).


División y fragmentación


Una de las críticas es que en los esfuerzos de la UNESCO por satisfacer las necesidades de un amplio grupo de interesados, el apoyo de la agencia a la ciencia se ha fragmentado en un gran número de proyectos pequeños y relativamente aislados, a menudo con un escaso impacto claro.


También hay fragmentación entre disciplinas y entre funciones. Típicamente para una gran institución –y las universidades no son la excepción- las actividades asociadas a una sola disciplina son por naturaleza más fáciles de manejar que aquellas que abarcan distintos campos.


Pero esto ha provocado que a UNESCO se le impute que no ha sido capaz de tender puentes entre, por ejemplo, las ciencias naturales y las sociales, algo en lo que está en una posición única de hacer a nivel internacional.


Los críticos frecuentemente mencionan otras divisiones dentro de la organización. Por ejemplo, la cooperación entre los responsables de promover la ciencia y aquellos con responsabilidades hacia la educación superior no es tan cercana como podría ser.


Esto tiene implicancias sobre el rol de la agencia en promover los sistemas de investigación de los países en desarrollo, dado que las universidades juegan un importante papel en la consecución de este objetivo.   


Ninguno de estos problemas de fragmentación, que a veces rayan en la rivalidad, sorprenderá a quienes están familiarizados con el trabajo en las grandes burocracias. Pero eso no significa que éstos debieran permanecer desatendidos. Es de esperarse que el comité de revisión proponga una estrategia para enfrentar los problemas. Esta estrategia debe indicar cómo puede UNESCO priorizar mejor sus tareas y monitorear los progresos tendientes a alcanzarlas.   


El rol de UNESCO en tela de juicio


Pero quedan algunas importantes preguntas estratégicas que van más allá de la agencia misma. En particular, el sistema de la ONU como un todo requiere llegar a un consenso respecto del rol y las responsabilidades de UNESCO y los límites de ese rol. 


Se espera que cuando el comité revisor presente las conclusiones y recomiende una  estrategia y un programa a los estados miembros el año entrante se respondan algunas de estas inquietudes. Las conclusiones se integrarán al borrador de la estrategia para el mediano plazo, así como el borrador del programa y el presupuesto, durante la junta directiva de abril de 2007, y será discutido consecuentemente en la conferencia general en el otoño de ese año.


Una prioridad es clara. UNESCO no es, y no debiera ser vista como una agencia de fondos para la ciencia. El solo tamaño de su presupuesto excluye esta responsabilidad. Actualmente la agencia invierte al año menos en ciencia que una pequeña universidad en los Estados Unidos. Esto incluso le impide implementar proyectos científicos relativamente pequeños.


En contraste, UNESCO tiene un rol mayor que jugar guiando a los gobiernos -particularmente en el mundo en desarrollo- sobre cómo debieran invertir su dinero en ciencia. Un buen ejemplo es el reciente trabajo de la agencia en Nigeria, lo que ha conducido directamente a la creación de una Fundación Nacional de Ciencias, con una donación de US$ 5 mil millones.


Una necesidad similar existe dentro del sistema de la ONU. A la fecha, ninguna agencia tiene la tarea de identificar las fortalezas y debilidades del sistema de apoyo para la investigación en general, incluyendo en esto a agencias técnicas como la Organización Mundial de la Salud.


Tampoco existe un responsable de generar una visión estratégica sobre, por ejemplo, el rol de la ciencia en África. Como resultado, a las actividades científicas de la ONU les falta visión holística y establecimiento de metas.           


Una agencia con esta tarea tiene precedentes. En muchos países desarrollados no son los grandes ministerios los encargados de desarrollar una visión estratégica para la ciencia, sino organismos relativamente pequeños con responsabilidades transversales y buenas conexiones políticas, a menudo instalados cerca del presidente o jefe de estado. El más obvio de estos casos es la Oficina de Políticas de Ciencia y Tecnología de Estados Unidos, cuyo director es también el consejero científico en jefe del presidente de la nación. 


Algunos han sugerido que la oficina central de la ONU en Nueva York, Estados Unidos, debiera albergar una oficina de estrategias para la ciencia (ver UN to set up science advisory mechanism). Pero hasta ahora esta idea no ha logrado progresar mucho, en parte por la resistencia de algunas agencias técnicas que temen, quizás acertadamente, que podría chocar con sus atribuciones y también porque nadie quiere cubrir los costos adicionales de un nuevo mecanismo de asesoría científica en la sede de la ONU.


Pero la necesidad aún existe. Y UNESCO, a pesar de sus actuales debilidades, podría estar en posición de adoptar tal rol. Sus atribuciones abarcarían muchas de las actuales actividades de la agencia, incluyendo desde asuntos tales como la necesidad de armonizar las regulaciones de tecnologías basadas en ciencias, hasta el incremento de la comprensión pública de la ciencia y el mejor uso de la evidencia científica en la toma de decisiones políticas.  


Pero antes de que pueda desempeñar este rol de manera efectiva, dos cosas deben cambiar.


Primero, el mandato de UNESCO para la ciencia debiera enfocarse en asuntos estratégicos, más que en la implementación de programas científicos. Es necesario hacer preguntas incisivas, tales como si UNESCO es la agencia apropiada para financiar proyectos en áreas como tecnología hídrica e hidrología.


El segundo requisito es que cualquier fondo liberado se use para asegurar que UNESCO esté adecuadamente abastecida -particularmente en términos de personal apropiadamente capacitado- para llevar a cabo su mandato de manera efectiva. En demasiadas ocasiones la falla de UNESCO no ha estado en la identificación de necesidades, sino en su habilidad de persuadir a los gobiernos de países desarrollados y en desarrollo para que aborden esas necesidades de manera efectiva.


En momentos en que la ciencia está volviendo a la agenda internacional del desarrollo, la necesidad de asesoría estratégica efectiva y realizable, particularmente en países como los africanos, es ahora más fuerte que nunca. Depende de UNESCO -ojalá con la guía del comité de revisión cuando presente su informe el próximo año- demostrar si tiene las habilidades y el compromiso requerido para enfrentar el reto.


David Dickson


Director, SciDev.Net