17/06/13

Radar Latinoamericano: Unidos para patrocinar la ciencia

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Crédito de la imagen: Flickr/UBC Library Communications

De un vistazo

  • El crowdfunding científico o financiamiento colectivo de proyectos de este tipo, está creciendo en América Latina
  • La modalidad consiste en presentar un proyecto al público a través de una plataforma web y solicitar aportes voluntarios para financiarlo
  • Es una alternativa poco burocrática de reunir fondos, aunque no siempre asegura que los proyectos se lleven a cabo

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Investigadores brasileños celebran este mes la financiación colectiva (crowdfunding) de un proyecto científico más. Un grupo de biólogos de la Universidad Federal de Río de Janeiro acaba de recaudar US$ 18.800 para viabilizar la secuenciación genética del mejillón dorado (Limnoperna fortnei), una plaga que afecta a los ecosistemas acuáticos del sur del continente.
 
La iniciativa es parte de un movimiento que cobra fuerza en Estados Unidos y Europa y que de a poco llega a América Latina: el crowdfunding científico. Se trata de una nueva modalidad de patrocinio colectivo de la ciencia, lo que conlleva un movimiento más amplio de micromecenazgo ya consolidado en otros sectores.
 
La idea es relativamente simple. Usted tiene un proyecto que posee todo para ser viable, menos recursos. Entonces, usted crea un sitio web para presentarlo al público e intentar recaudar los fondos necesarios para llevarlo a cabo. Establece lo que necesita y un plazo para alcanzar ese valor.
 
A diferencia de los mecenas del Renacimiento, no es necesario ser rico para participar en este movimiento. En algunos casos, las contribuciones parten desde módicos US$ 2. Pero, cuanto mayor sea el apoyo, mayor será la recompensa: en el caso del proyecto de mejillón dorado, va desde bautizar una proteína estructural hasta dar el nombre del patrocinador a un conjunto de proteínas que forman la señalización.
 
Además, el crowdfunding sortea los desalentadores trámites burocráticos y las extensas presentaciones de cuentas que cruzan la financiación pública en diversas áreas, sobre todo en la ciencia.
 
En general, las contribuciones van a la cuenta de la plataforma elegida para divulgar el proyecto, que se queda con cerca de cinco por ciento del monto, y desde ahí se transfiere al líder del proyecto, que destina el dinero a lo que requiera.
 
De norte a sur
 
Inaugurado en 2009 por el portal Kickstarter, esta nueva modalidad de financiación tiene hoy más de 450 plataformas distintas, movilizó cerca de US$ 2.800 millones en 2012 y ha impulsado la producción de proyectos que van desde conciertos de rock hasta un proyecto para estudiar el ADN los antiguos romanos.
 
Este último logró recaudar 170 por ciento del valor estipulado (US$ 6.000) en la plataforma RocketHub, una de las pioneras del crowdfunding científico. El portal alberga el SciFund Challenge, un proyecto que tiene como objetivo no solo fomentar los nuevos medios de financiamiento de la ciencia, sino que involucrar a las personas en el emprendimiento científico.
 
Paralelamente con SciFund Challenge, el RocketHub también acoge proyectos científicos —y otras áreas— de varias partes del mundo, incluyendo América Latina. Fue en esta plataforma que Brasil conquistó su primer financiamiento científico en el modelo de crowdfunding.
 
En 2012, un equipo de la Universidad de São Paulo logró recaudar US$ 2.750 para participar en una competición de biología sintética.
 
El logro fue celebrado en la blogosfera científica brasileña e inició un debate sobre la financiación colectiva de la ciencia en el país, que, aunque ahora tengan adeptos emocionados, todavía no se consolida. En esa línea, Brasil tiene solo una plataforma especializada en investigación genética, Dodo Genetics Crowdfunding.  
 
En general, las todavía pocas iniciativas que buscan financiación para la ciencia por esas vías dependen de canales multitemáticos. El proyecto del mejillón dorado, por ejemplo, está vinculado a Catarse.me, el principal portal del área en Brasil. Otra posibilidad que se ha explorado es la divulgación de proyectos científicos en plataformas internacionales específicas, como por ejemplo Microryza, Petridish,  IAmScientist, Innovocracy, Superior Ideas, Taracea,  entre otras.
 
La situación es similar en otros países de América Latina, como Argentina, Chile y México, que se han sumado al movimiento de crowdfunding, incluido el financiamiento colectivo de proyectos científicos, pero donde los canales dedicados exclusivamente a la ciencia aún están por surgir.
 
Beneficios y riesgos
 
La perspectiva de nuevas fuentes complementarias de financiación para la ciencia en Brasil, América Latina y el mundo, en un contexto cada vez más competitivo, con muchos proyectos y pocos recursos, es sin duda alentadora. Pero no solo eso. El crowdfunding científico tiene otros méritos. Tiene un carácter intrínseco de divulgación científica, el potencial de aumentar el interés de la sociedad por la ciencia y de hacerla accesible a un mayor número de personas.
 
Como también hay competencia en el mundo del crowdfunding, los líderes de los proyectos deben saber explicar bien, y con entusiasmo, sus motivos y objetivos. Así como el grupo brasileño que va a secuenciar el genoma del mejillón dorado, muchos producen videos para comunicar mejor sus ideas y conquistar la empatía del público. Se construye, desde allí, una relación muy diferente y menos jerarquizada entre los científicos y los no especialistas.

Vale agregar que el crowdfunding puede beneficiar más directamente a los proyectos de divulgación científica, ya que las plataformas, generales y temáticas, también están abiertas a esas iniciativas. Para citar un ejemplo, el proyecto estadounidense Neurodome, para la creación de un planetario dedicado a la exploración del cerebro, recaudó US$ 27.314 en Kickstarter.  
 
Por otro lado, esas iniciativas no son inmunes —como tampoco lo es la ciencia— a la mala conducta ajena. Precisamente porque involucra procedimientos menos burocráticos y exime de las rendiciones de cuenta, no hay una manera segura de controlar lo que se está haciendo con el dinero invertido y siempre existe la posibilidad de que proyectos financiados no se lleven adelante.
 
En este contexto, los portales de intercambio de información sobre la financiación colectiva, como Crowdfunding Brasil y Universo Crowdfunding, juegan un papel importante, además de fomentar la discusión y actualizar a sus usuarios sobre las novedades de ese movimiento.
 
Así, las posibilidades abiertas por el crowdfunding científico son muchas y no deben dejar de ser exploradas, pero con cautela.
 
 
Carla Almeida es periodista científica brasileña y ha colaborado con SciDev.Net desde 2005. Actualmente es editora de Ciência Hoje en línea, un sitio web de comunicación de la ciencia, y hace investigaciones en el área de la comprensión pública de la ciencia.