Por: Aleszu Bajak
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En una zona rural de Guatemala, investigadores lograron reducir la tasa de infestación de ratas y de insectos portadores del Mal de Chagas usando un enfoque participativo que buscó involucrar a la población en la reducción de riesgos.
En el estudio publicado en Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene (19 de enero), los autores concluyeron que controlar la transmisión de la enfermedad depende de facilitar la participación de comunidades afectadas y así ayudarlas reducir en sus hogares.
Trabajando con la comunidad rural de Jutiapa en Guatemala, científicos y trabajadores sociales desarrollaron tácticas de intervención para controlar animales como ratas, gallinas y perros que portan los insectos transmisores de Chagas, una enfermedad causada por el parásito Trypanosoma cruzi.
“Los biólogos necesitan trabajar con los científicos sociales para entender qué los hace triunfar o fracasar a los esfuerzos de control”.
Joel Cohen, Universidad de Rockefeller
Las tácticas incluían entrenar a la gente sobre dónde poner trampas, cómo lavarlas, y cuáles eran las limitaciones del rociamiento de insecticidas.
Así, el equipo logró reducir la tasa de infestación de animales infectados, y gracias a su composición multidisciplinaria pudo tomar en cuenta perspectivas ecológicas, biológicas y sociales de la enfermedad y su transmisión, al tiempo que estableció con éxito una intervención a nivel comunitario.
A partir de encuestas, entrevistas y reuniones participativas, Pam Pennington, microbióloga en la Universidad del Valle de Guatemala y coautora del estudio, y su equipo establecieron líneas base sobre prácticas de intervención y de conocimiento público sobre Chagas y su transmisión.
“Vimos que había un ecosistema dentro de la casa”, explica Pennington a SciDevNet, e iniciaron una campaña para educar las comunidades sobre cómo usar trampas “snap trap” para controlar a los roedores.
“Se les dijo en dónde colocarlas, cómo cuidar y lavarlas trampas, y verdaderamente adoptaron muy bien el método”, agrega. “La intervención es un paquete. Considero que las trampas y la insecticida tienes que ir de la mano. Hay que reducir la probabilidad de que los insectos vuelvan a entrar al hogar”
“Este artículo, en conjunto con muchos otros estudios de la enfermedad del Chagas, muestra que los biólogos necesitan trabajar con los científicos sociales para entender qué los hace triunfar o fracasar a los esfuerzos de control”, dice Joel Cohen, experto de Chagas en la Universidad de Rockefeller en Nueva York.
“Este ejemplo viene de Guatemala, pero la lección es igualmente relevante a los países ricos y para otras enfermedades infecciosas, como nos ha mostrado el brote reciente de sarampión en California”, agregó Cohen.
Para el Mal de Chagas, una dolencia que afecta a ocho millones de latinoamericanos desde México hasta el Cono Sur, no existe cura ni vacuna y los infectados pueden exhibir síntomas cardíacos durante toda la vida. En algunos casos, las ramificaciones fisiológicas del Chagas pueden resultar en la muerte.