26/03/15

Enfermedades vectoriales deben tener mirada de género

Enfermedades vectoriales Oxfam
Crédito de la imagen: Oxfam International

De un vistazo

  • Roles de género propician riesgos diferenciados de exposición a los vectores
  • División sexual del trabajo causa que mujeres reciban tratamiento más tardíamente que hombres
  • Modelo imperante de salud se enfoca en lo biomédico y deja de lado determinantes socioeconómicas

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La prevención y tratamiento de enfermedades transmitidas por vectores (ETV), como malaria, dengue y mal de Chagas, debe basarse en una mirada social y cultural amplia, que incluya el enfoque de género como factor determinante.
 
Así lo señala un grupo de investigadores mexicanos en un ensayo publicado en la revista Salud Pública de México (edición de enero/febrero).
 
Los autores proponen un modelo para analizar de qué manera el género incide en el control y prevención de enfermedades, pues indican que el punto de vista meramente “técnico” ha probado ser insuficiente en los distintos programas de salud de América Latina.

“Los modelos operativos de salud en toda América Latina tienen visiones muy verticales”.

Héctor Gómez, Instituto Nacional de Salud Pública de México

Así, habrían por lo menos tres elementos clave a incorporarse en el análisis de estas enfermedades: la división sexual del trabajo, el acceso y control de los recursos y el proceso de atención a las enfermedades.
 
“El género emerge como un elemento explicativo de los roles que hombres y mujeres desempeñan en los diferentes ámbitos (doméstico, comunitario y social), y que moldean los riesgos de exposición a los vectores y abren perspectivas de éxito a las estrategias de prevención, control y atención de la enfermedad”, señalan los investigadores.
 
Muestran, por ejemplo, cómo la división sexual del trabajo interviene en la malaria: las mujeres afectadas suelen buscar tratamiento más tardíamente que los hombres, a veces por falta de tiempo o porque no tienen con quién dejar a sus hijos.
 
Héctor Gómez, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública de México y coautor del ensayo, explica la dificultad de aplicar el enfoque de género, ya que “los modelos operativos de salud en toda América Latina tienen visiones muy verticales, el modelo biomédico, donde hay que usar medicinas y vacunas, dejando de lado las determinantes económicas y sociales”.
 
Raúl Mercer, Coordinador del Programa de Salud y Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Argentina, coincide en que “no existe problema de salud que debiera estar exento a este tipo de análisis”.
 
Un aporte necesario, agrega, consistiría en mostrar específicamente el modo por el cual el enfoque podría aportar al análisis del problema. “Por ejemplo, aplicarlo en la caracterización de la problemática, o en el comportamiento diferencial de algunas ETV según el género incorporando a diferentes grupos etáreos”.
 
Para Mercer, los factores de índole social y cultural de mayor incidencia son la pobreza extrema, la calidad de la vivienda y medidas de saneamiento, además del tipo de trabajo (por el nivel de exposición) que realizan hombres y mujeres.
 
También el aspecto climático se puede considerar un factor social o cultural relevante, pues favorece la reproducción de vectores, añade.
 
Los autores forman parte de la “Red en Ecosalud”, proyecto interdisciplinario integrado oficialmente por instituciones de México, Venezuela, Perú, Colombia y Brasil en el que participan aproximadamente 250 investigadores y en cuyo trabajo destaca la mirada de género.
 
 
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