25/07/16
Parásito antiguo es un flagelo moderno
A sand fly feeding on human blood. The bite of infected female sand flies is responsible for transmitting the parasite that causes leishmaniasis
Jon Spaull
A girl at a clinic in Kabul, Afghanistan, with lesions on her face caused by cutaneous leishmaniasis. Exposed skin is more vulnerable to sand fly bites
WHO/Christopher Black
Researcher Matthew Rogers examines the leishmania parasite in his lab at the London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) in the United Kingdom
Jon Spaull
Rogers places sand flies taken from a large colony in the lab into a glass tube
Rogers puts the tube of uninfected sand flies on his hand to blood feed
Researchers Katrien Vanbocxlaer (at the front) and Vanessa Yardley examine slides of smears from mouse liver and spleen in a LSHTM lab. These are the organs that are infected by visceral leishmaniasis
Jon Spaull
Rows of slides of smears from mouse liver and spleen. The slides are used to determine the extent of visceral leishmaniasis infection
Jon Spaull
Microscope image of the leishmania parasite (purple). At this stage of its life cycle, it is known as a promastigote. The parasite develops into this form in the sand fly and is then transmitted through bites
Jon Spaull
Katrien Vanbocxlaer testing the release of a [potential?] drug using devices called Franz cells. The cells have two chambers separated by a membrane of mouse skin, to model the drug’s application to skin. The drug is put in the top chamber and samples taken from the bottom one to see how much of the drug has passed through
Jon Spaull
Close up of a Franz cell. The researchers use mouse skin as they will be later testing the drug on live mice. They also use human skin sourced from stomach and breast reduction surgeries
Jon Spaull
Vanessa Yardley removes the drug AmBisome from a vial. The drug is used to treat leishmaniasis
Jon Spaull
Por: Jon Spaull
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La leishmaniasis es una enfermedad desatendida desfigurante y potencialmente letal que afecta a más de un millón de personas en 98 países alrededor del mundo. Es causada cuando el parásito del género Leishmania es transmitido por flebótomos (moscas de arena) infectados.
Esta galería de fotos se enfoca en el trabajo de investigadores en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres en el Reino Unido, para prevenir la transmisión de la leishmaniasis y encontrar mejores medicinas para tratar la condición, con menores efectos secundarios que las que se emplean actualmente.
La leishmaniasis es una enfermedad de los pobres: aquellos que viven en condiciones básicas con limitada sanidad y aquellos que duermen en la intemperie son los que más probablemente serán picados. Los trabajadores manuales que desarroillan actividades en el exterior también están expuestos a las moscas de arena.
Esta enfermedad está ampliamente propagada en los trópicos y subtrópicos de América Latina, Norte y Este de África, el Medio Oriente, India, China y el Sureste Asiático. Cada vez se ve más a menudo en climas templados al tiempo que se desplaza al norte hacia Grecia, Italia y Francia. Esta es una razón por la que los fondos para investigar la enfermedad han aumentado en los últimos años.
Existen tres formas básicas de la enfermedad: cutánea, mococutánea y visceral; esta última es la más grave y mata unas 20.000 personas cada año.
La leishmaniasis cutánea a menudo causa cicatrices desfigurantes, y pueden provocar que aquellos afectados sean apartados de su comunidad por un temor infundado de que la enfermedad pueda ser contagiosa.
Matthew Rogers, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, está investigando la biología de la transmisión entre el parásito Leishmania y la mosca de arena. La hembra de este insecto necesita sangre para depositar sus huevos. Cuando el insecto se alimenta de sangre infectada, el parásito entra en el intestino de la mosca y crea un gel. Este gel obstaculiza la habilidad de alimentarse de la mosca, lo cual implica que debe alimentarse más a menudo y de más huéspedes. Al final de la alimentación, la mosca regurgita parte del gel que contiene al parásito en la picadura.
El parásito Leishmania puede haber existido desde hace unos 65 millones de años. Rogers dice que esto significa que ha tenido millones de años para evolucionar un proceso perfecto de transmisión.
Vanessa Yardley y Katrien Vanboxclaer están investigando tratamientos para la leishmaniasis. Actualmente están en las etapas tempranas de pruebas para el descubrimiento de medicamentos preclínicos para un nuevo compuesto diseñado para penetrar y permanecer activo en la capa inferior de la piel el tiempo suficiente como para matar a los parásitos que se albergan allí. Si estas pruebas resultan exitosas, aún tomará una década de pruebas clínicas antes de que el fármaco pueda estar a la venta.