10/06/11

Superar barreras de género en ciencia: hechos y cifras

El acceso a la educación científica puede ayudar a las niñas a participar en la investigación e innovación Crédito de la imagen: Flickr/ Oxfam International

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Países en desarrollo necesitan más científicas. Jeanne Therese H. Andres reporta sobre los obstáculos y cómo superarlos

La mayoría de los pobres del mundo —más de mil millones de personas— son mujeres y niños. Las mujeres representan una gran parte de los recursos humanos de cualquier nación, proporcionando un valioso suministro potencial de científicas e innovadoras [1].

El papel de la ciencia en el mejoramiento de la calidad de vida es ahora más prominente que nunca. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la activa inclusión y participación de las mujeres en la ciencia es esencial en los esfuerzos que realizan los países para aliviar la pobreza [1]. Estimular a que las mujeres participen en la ciencia permite a cualquier país maximizar sus valiosos recursos humanos, darles autonomía y mejorar sus perspectivas económicas.

Pero en muchas partes del mundo, aún es raro encontrar mujeres trabajando en el campo científico, y las investigadoras, aquellas que siguen en la actividad científica después de haber obtenido sus grados en educación superior siguen estando subrepresentadas [2]

Figura 1.  Proporción de mujeres en el total de investigadores científicos en 2007, último año disponible. Calculado con base en personas que trabajan tiempo completo. [2]

El Instituto de Estadísticas de la UNESCO (UIS por sus siglas en inglés) estima que del total de investigadores científicos del mundo, solo el 27 por ciento son mujeres. [3]

En África, Guinea es el país con el porcentaje más bajo de investigadoras científicas (5.8 por ciento) y también es el que tiene el menor porcentaje de los 118 países incluidos en el estudio (Ver figura 2). Solo dos países africanos —Lesotho (55.7 por ciento) y Cabo Verde (52.3 por ciento) — han alcanzado la paridad de género en investigadores científicos. [2]

En Asia y el Pacífico, Myanmar ostenta la más alta proporción de investigadores de todo el mundo (85.5 por ciento) (Ver figura 2). Pero tan solo otros cinco países de la región —Georgia (52.7 por ciento), Azerbaiyán (52 por ciento), Filipinas (52 por ciento), Kazakhstán (51.3 por ciento), y Tailandia (50.3 por ciento) — han alcanzado la paridad de género. Donde las científicas están más pobremente representadas es en Japón (13 por ciento), Bangladesh (14 por ciento), India (14.8 por ciento), República de Corea (14.9 por ciento) y Nepal (15 por ciento) [2, 3]

Figura 2. Investigadoras como porcentaje del total de investigadores de África, Asia y el Pacífico, 2007, último año disponible. [2]

Midiendo la brecha de género

Recopilar estadísticas sobre las mujeres en la ciencia que puedan ser comparadas entre países es laborioso y difícil. Aunque la UIS tiene datos comparativos de 86 países, siguen faltando cifras de la mitad de países del mundo, incluyendo los centros de investigación más importantes como Australia, Canadá, China, el Reino Unido y los Estados Unidos (Ver figura 1). [1, 4]

A pesar de estas carencias, sigue siendo la mejor fuente de datos disponible.

Algunos países que no están incluidos en la base de datos de la UIS sí compilan estadísticas nacionales sobre la disparidad de género en la ciencia, a menudo con gran detalle. Pero son calculadas con base en ‘equivalentes de tiempo completo’ (FTE por sus siglas en inglés) en lugar de ‘recuento de personas’ (HC por sus siglas en inglés), por lo que suman son las horas trabajadas en lugar de las personas que están trabajando. Esto las vuelve imposibles de comparar con los datos reunidos por la UIS y otros organismos mundiales. [4]

Esta no es la única razón para la escasez de datos de género. Las estadísticas nacionales sobre género específicas para la educación superior y los investigadores científicos con frecuencia escasean en el mundo en desarrollo. [4] Ello es comprensible. Si un país está luchando para hacer frente a problemas apremiantes como la pobreza o la crisis de salud, no es posible esperar que dé prioridad a la recolección de datos de género.

Pero esta inconsistente disponibilidad de datos de género en la ciencia a nivel nacional es indicativo de un factor subyacente más profundo: los formuladores de política, sencillamente no se dan cuenta del significado potencial de la brecha de género en la ciencia y tecnología. Y esta falta de sensibilización se convierte en una espiral de retroalimentación pues las políticas de género permanecen con una baja prioridad, lo que a su vez significa que no se recojan estadísticas, reforzando así la falta de sensibilización. [1]

Lecture

Las mujeres que siguen estudios avanzados en ciencias requieren más apoyo gubernamental

Flickr/ niyam bhushan

Ayudar a los países a recolectar, analizar y difundir las estadísticas sobre ciencia, tecnología y género rompe este círculo vicioso y pone los temas de género en la ciencia en las agendas de los formuladores de políticas. La UNESCO ha exhortado a la comunidad internacional a que ayude a los países a reunir esos datos y a poner en marcha estrategias para aumentar la participación de las mujeres en la ciencia y la tecnología. Los datos fidedignos pueden brindar información a las políticas ayudando a quienes las formulan a identificar áreas adónde dirigir la intervención. [1]

Una red invisible

En todo el mundo, los gobiernos se han vuelto más sensibles a la necesidad de apoyar a las mujeres en sus estudios científicos de nivel superior, incluyendo la formación profesional y técnica y los estudios de pre y posgrado. [1]

¿Por qué, entonces, hay tantas mujeres en el mundo en desarrollo que todavía participan poco en la ciencia? Identificar las causas fundamentales de la escasa participación femenina en la ciencia no es sencillo. Como ocurre con cualquier problema complejo, no hay un claro talón de Aquiles, ni una única razón de fondo que lo explique. Más bien, estas barreras han sido comparadas a una red invisible con hilos entrelazados que representan los obstáculos culturales, sociales, personales, institucionales, políticos y económicos. [5]

Sin embargo, la escasa representación de las mujeres en la ciencia puede ser atribuida en gran medida a su débil participación en la educación superior, y específicamente, en los grados más avanzados. [3]

En la mayoría de países, los hombres predominan en la ciencia e ingeniería (C+I) en todos los niveles de la educación superior y en los puestos de investigación (Ver figura 3). Mirando más allá de la ciencia, en todos los campos de estudio combinados, la tendencia es diferente, con la mayoría de países mostrando predominancia masculina solo a nivel de doctorados e incluso superiores, y una proporción más grande de países alcanzando la paridad de género. [3, 1]

Figura 3. Porcentaje de países con paridad o disparidad de género por niveles de educación, 2003. [3, 4]

Ciertamente, los obstáculos comienzan desde el inicio. En los países en desarrollo, la pobreza es la causa principal del acceso desigual a la educación secundaria. A su vez, esto restringe el acceso de las jóvenes a un grado universitario en cualquier especialidad.

Las mujeres y las niñas todavía están a la zaga de los hombres y niños en cuanto a acceso a la educación básica en general, y al aprendizaje científico en particular. [1, 6] Del total de adultos analfabetos en el mundo, dos tercios son mujeres. [6] El acceso a una educación consistente y de largo plazo —especialmente en el campo científico— sigue siendo difícil para muchas niñas. [1, 6]

A pesar del hecho incuestionable de que la educación secundaria empodera a las mujeres y ayuda a las familias a salir de la pobreza, el doble de niñas pobres no llega a la escuela secundaria en comparación con sus homólogas en mejor situación. [7] Esto perpetúa el ciclo.

Y luego están los obstáculos culturales. Las sociedades durante largo tiempo han impuesto inútiles estereotipos de género, diferenciando lo que se espera de niños y niñas.

Los niños reciben educación y formación porque se espera que sean los proveedores de los ingresos familiares y de la estabilidad económica futura. Las niñas, por el contrario, son educadas para ser buenas esposas, madres y amas de casa.

Al día de hoy, en algunas culturas abundan conceptos equivocados sobre las capacidades de las niñas para la ciencia. Aquellas que tienen la suerte de tener educación primaria y secundaria con frecuencia se las desanima de seguir carreras técnicas o basadas en las matemáticas, y en su lugar son conducidas por padres y consejeros bien intencionados hacia campos que no están basados en la ciencia.

Estas definiciones tradicionales de los roles de las mujeres en la sociedad y los falsos mitos de que las niñas son sustancialmente negadas para la ciencia, han sido promovidos y transmitidos de generación en generación. Y si bien pueden ser fácilmente refutados de manera científica, no será tan fácil ni rápido extirparlos de actitudes culturales muy arraigadas.

Sin embargo, también aquí la educación puede hacer la diferencia. Educar a una niña, incluso en el nivel de primaria, puede transformarla en una contribuyente de la economía. [6] Y no es difícil imaginar el vasto potencial socioeconómico que se ofrece cuando se da acceso a más niñas a la educación científica de niveles aún más altos, de manera que finalmente puedan participar en la investigación e innovación científica.

Barreras a la carrera

Una vez que una científica se las arregla para superar esos obstáculos y finaliza exitosamente su primer grado o un grado avanzado, surgen nuevos obstáculos.

Dado que esta fase de la carrera científica con frecuencia coincide con los años de maternidad, se presenta un difícil dilema entre cumplir con las expectativas del trabajo para avanzar en la carrera (compitiendo por una especialización, por ejemplo) y enfocarse en relaciones personales de largo plazo y responsabilidades familiares.

School children

Las niñas aún están detrás de los niños en el acceso a la educación científica

Flickr/ mckaysavage

Otro obstáculo potencial es la discriminación de género en varios aspectos de la carrera y del empleo científico, como las entrevistas de trabajo, los procesos de revisión por pares en las publicaciones, la concesión de subvenciones y la selección de financiamientos, las competencias por becas y promociones de trabajo. Si esa discriminación existe y en qué medida se da, ha sido debatido con vehemencia en años recientes, principalmente en Occidente. [5, 8, 9, 10]

Pero lo que no se cuestiona es que las mujeres que trabajan en ciencias reciben en general una remuneración más baja por el mismo trabajo, comparadas con sus colegas varones con la misma preparación. Y como además ellas tienen menos probabilidades de ser promovidas, las mujeres constantemente se encuentran en los niveles más bajos del escalafón de la carrera científica. [1]

Los procesos de revisión de la carrera tienden a pasar por alto la productividad de género o los patrones de publicación. Por ejemplo, la investigación sugiere que, generalmente, las mujeres escriben artículos para las revistas de manera más exhaustiva y concisa que sus homólogos masculinos, dando como resultado menos publicaciones, pero citaciones más frecuentes. [1]

El escaso número de mujeres en posiciones principales de investigación se podría explicar por un amplio rango de factores, que incluyen la lucha por mantener un saludable balance entre trabajo y vida, los criterios de género para medir el rendimiento y la promoción, y políticas inflexibles en las instituciones de investigación. [1]

Si el sistema de ascensos de una institución académica se adapta claramente mejor a los hombres —lo que supone largas horas de trabajo, tener limitadas responsabilidades familiares fuera del trabajo, hacer énfasis en los logros adelantados y ser identificado como científico con exclusión de otros roles— entonces es de esperarse que las mujeres no avanzarán tan rápido como sus colegas varones. [1]

El papel de las instituciones

Las mujeres siguen estando poco representadas en las ciencias incluso en el occidente opulento, donde la pobreza y las disparidades en la educación no son una barrera. Las razones para ello son objeto de intenso debate.

Un estudio publicado en 2010 por la Asociación Americana de Mujeres Universitarias (AAUW por sus siglas en inglés) señalaba que la discriminación de género en la ciencia sigue existiendo a nivel institucional, aunque en formas más sutiles que en el pasado. [13]

Los críticos argumentaron que, en lugar de ser ‘causada-institucionalmente’, la baja representación se debe principalmente a estilos personales de vida, preferencias en la carrera y otros factores vinculados a fundar una familia. [8]

Pero las reformas institucionales también pueden hacer la diferencia. Un estudio realizado recientemente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) revisó la igualdad de género en las facultades de ingeniería y ciencias, y dio cuenta de notables progresos en la reducción de la brecha de género en la Facultad de Ingeniería. [14]

Girls experiment

La enseñanza práctica de la ciencia puede ayudar a animar a las niñas en las carreras científicas

Flickr/ CIMMYT

También reveló una opinión abrumadoramente positiva de las profesoras sobre las políticas igualitarias de género en la Facultad de Ciencias. [14] El MIT es una de las instituciones líderes en el camino hacia la igualdad de género en los Estados Unidos y ha introducido cambios a favor de la familia en el campus, como tener un centro de cuidado diurno para los hijos de los miembros de la facultad. [5] Estas medidas podrían constituir un modelo a seguir por otras instituciones académicas.

Comenzar con la escolaridad

Muchas soluciones contra la desigualdad de género que usan recursos intensivos simplemente están más allá del alcance de las instituciones científicas del mundo en desarrollo. Sin embargo, el llamado a la acción para reducir la brecha de género en la ciencia se ha fortalecido, especialmente cuando las Naciones Unidas incluyeron la igualdad de género como uno de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en el año 2000. [7] Algunos países en desarrollo lo han tenido en cuenta.

Para alentar a las jóvenes en Bangladesh a continuar su educación secundaria, el programa Estipendio para Mujeres en la Secundaria —una iniciativa gubernamental financiada por donantes— proporciona dinero para la matrícula y el mantenimiento directamente a las niñas y sus familias cuando ingresan a la escuela secundaria y retrasan su matrimonio hasta después de cumplir los 18 años. Cuando se implementó el programa, las cifras de escolarización secundaria aumentaron de 33 por ciento en 1991 a 56 por ciento en 2005. [7]

En Kerala, India, enfoques exitosos proporcionan dinero a las familias por cada año de escuela que completan las jóvenes. [6] En 2001, la tasa total de alfabetismo se había disparado a 91 por ciento (la más alta de la India) desde 47 por ciento en 1951, con una brecha de alfabetización entre niñas y niños de solamente 6.3 por ciento. [11]

En Brasil, las familias pobres pueden recibir efectivo a cambio de mantener a sus hijos (entre 6 y 15 años) en la escuela y llevarlos a sus controles regulares de salud. [6, 12]

En la educación científica superior, iniciativas privadas —como el programa Facultad para el Futuro de la Fundación Schlumberger, el programa La Mujer y la Ciencia de L’Oréal-UNESCO y el Programa Nuevos Escolares de la Fundación Elsevier— apoyan activamente a mujeres que realizan investigaciones científicas de avanzada.

Más allá de la educación básica

Más allá de la educación, todavía hay mucho que se puede y se debe hacer. El primer paso es preguntarles a las mujeres científicas del mundo en desarrollo cuáles son sus principales necesidades y cómo se pueden hacer intervenciones más efectivas.

El UIS ha propuesto tres necesidades apremiantes que sirven como un útil punto de partida: [1] aumentar la participación de las mujeres en las carreras científicas y de investigación en todo el mundo; crear conciencia pública sobre temas de ciencia y género; y recoger más estadísticas de género con el fin de promover una investigación rigurosa.

Es esencial no solamente que más niñas permanezcan en la escuela, sino también que se les enseñe bien la ciencia, que se las aliente a seguir carreras científicas y que se las ayude a continuarlas.

Los educadores de Sudáfrica recientemente introdujeron la educación científica basada en la indagación con la esperanza de que la ciencia práctica, de observación y experimental atraiga más chicas. [15] Esto significa modificar la manera en la que se enseña la cienciaen la escuela primaria y reconocer que la forma como se entrega el conocimiento debe adaptarse a los estilos de aprendizaje de niños y niñas.

La enseñanza también debe abordar conceptos erróneos comunes sobre la ciencia, como por ejemplo que la ciencia es para los niños y que las niñas no tienen el poder cerebral que las ciencias requieren.

La tutoría y la orientación a las investigadoras en ciernes es otra manera poderosa de animar a las mujeres a permanecer en la ciencia. Las mujeres a veces pueden tener la tentación de abandonar su carrera debido a sus propias dudas o para evitar competir con sus compañeros de trabajo varones que no enfrentan los mismos obstáculos. Los modelos a seguir y las tutoras pueden proporcionar consejería objetiva y ayudar a las jóvenes científicas en las opciones de su carrera.

La construcción de redes y sistemas de apoyo también puede ayudar a las científicas a encontrar y mantener un saludable y productivo equilibrio entre su trabajo y su vida. Pueden ayudarlas a descubrir cómo otras han abordado los retos, y tal vez ofrecer opciones o soluciones que ellas no habían considerado.

Proporcionar mejores incentivos económicos acortando o eliminando la brecha salarial entre científicos y científicas con la misma preparación— puede atraer a más mujeres a la ciencia o convencerlas a quedarse. Las políticas salariales y de promoción deben considerar patrones de la productividad de género y alejarse de las evaluaciones tradicionales de trabajo que están mejor adaptadas a los hombres.

Lograr que más científicas lleguen a posiciones de alto nivel y que asuman roles de toma de decisiones en la academia, el gobierno y la industria puede hacer una gran diferencia para las jóvenes científicas si las mujeres mayores impulsan políticas que promuevan la igualdad de género. Ellas también ofrecen positivos modelos a seguir para las investigadoras jóvenes.

Desafiar mitos, recoger estadísticas

Para satisfacer la segunda necesidad crear conciencia pública— se debe comenzar una revolución socio-cultural a nivel del hogar trabajando para escalar posiciones en la red social de la comunidad. Se deben cambiar los estereotipos de género, persuadiendo a que la gente abandone mitos y concepciones erradas que limitan la participación plena de niñas y mujeres en la ciencia.

Esta es una perspectiva desalentadora, y se puede alcanzar solamente mediante consistentes campañas de concientización que se mantengan durante años. Pero este cambio cultural será más factible con cada niña y mujer educada que desafíe los mitos y falacias e impida que se transmitan a la siguiente generación.

Por último, necesitamos mejores estadísticas e investigación de género. Los países que luchan por recoger sus propios datos deben mantener un enlace con los organismos intergubernamentales como el UIS, que están en capacidad de ofrecer ayuda y consejo.

En cualquiera de estas intervenciones de trabajo, deben estar involucrados todos los actores institucionales principales, grupos como la Organización de las Mujeres en la Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSDW por sus siglas en inglés), los organismos de la ONU, los formuladores de políticas científicas, las agencias de cooperación y los gobiernos.

Sin embargo, debemos recordar que en última instancia, los más importantes contribuyentes al cambio son las familias, las comunidades, los profesores de las escuelas, los supervisores académicos y los tutores de las científicas, además de las propias científicas.

Con sus implicancias a nivel global y nacional sobre la pobreza, el desarrollo económico y el progreso social en general, ningún país puede darse el lujo de ignorar las inequidades de género en la ciencia.

Si lo hace, estará despilfarrando un recurso poderoso e inexplotado, un ejército de mujeres científicas que, cuando están adecuadamente equipadas y empoderadas, pueden canalizar sus talentos e innovaciones hacia el desarrollo de sus países.

Jeanne Therese H. Andres es filipina, candidata a un doctorado por el Departamento de Ingeniería Química y Biotecnología de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Ha sido becaria del programa Facultades para el Futuro de la Fundación Schlumberger desde 2008.

Este artículo forma parte del especial Superar las barreras de género en la ciencia.

References

[1] UNESCO Science, Technology and Gender: An International Report  [9.24MB] and Executive Summary [1.58MB] (2007)
[2] UNESCO Institute for Statistics
Women in Science: UIS fact sheet number 6 (2010)
[3] UNESCO Institute for Statistics
Women in Science: Under-represented and under-measured (2006)
[4] UNESCO
Headcounts and Headaches: measuring women in science [3.4MB] A World of Science Vol. 5 n.2 (2007)
[5] Dickey Zakaib G.
Science gender gap probed Nature News (2011)
[6] UNCTAD
Economic Importance of Educating Women and Girls Highlighted in Panel Session (2011)
[7] UN
Millennium Goal 3: Promote Gender Equality and Empower Women (fact sheet) (2010)
[8] Ceci S. and Williams W.
Understanding current causes of women’s underrepresentation in science Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America doi:10.1073/pnas.1014871108 (2011)
[9] Wenneras C. and Wold A.
Nepotism and sexism in peer-review Nature (1997)
[10] Clayton J.
Fix the system, not the women Science (2011)
[11] Website of the Government of Kerala, India
[12] UNDP India Discussion Paper on Conditional Cash Transfer Schemes for Alleviating Human Poverty: Relevance for India [647kB] (2009)
[13] AAUW
Why So Few? Women in Science, Technology, Engineering, and Mathematics (2010)
[14] MIT
A Report on the Status of Women Faculty in the Schools of Science and Engineering at MIT [1.55MB] (2011)
[15] ASSAf
Inquiry-Based Science Education: Increasing Participation of Girls in Science in sub-Saharan Africa [1.69MB] (2011)