15/11/12

Por qué van de la mano las alertas de desastre y el desarrollo

Durante eventos climáticos extremos, la gente generalmente opta por guardar su ganado en vez de ir a un refugio. Crédito de la imagen: Flickr/ Oxfam International

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Para involucrar a la gente en acción temprana hay que entender su experiencia, comportamiento y límites dice Andrew Collins, experto en desastres.

Las predicciones de desastres tienen una incertidumbre significativa que tiende a socavar los esfuerzos para dar curso a las alertas tempranas. En Bangladesh, por ejemplo, donde hay grandes peligros climáticos, las personas arriesgan sus vidas al no refugiarse en un albergue contra ciclones por preferir salvar su ganado o sus hogares.

Esta toma de riesgos es común entre toda la gente pobre alrededor del mundo, por lo que la acción temprana debe vincularse a otros problemas de desarrollo que socavan sus decisiones. Para gran parte de las personas de las comunidades con mayor riesgo de desastres, esto significa incluir la cultura de reducción de riesgos en los esfuerzos de reducción de la pobreza.

Cuando la gente encuentra una manera de reducir su carga cotidiana de trabajo libera tiempo, energía y capacidad para planificar la reducción del riesgo ante peligros. La acción temprana proseguirá cuando las comunidades puedan apropiarse del diseño e implementación de sistemas de alerta temprana y estén motivadas por la forma en que pueden beneficiarse.

¿Qué influye en el comportamiento?

Más allá de la disponibilidad de conocimientos y de tecnología, la eficacia de las alertas tempranas depende de los factores que manejan el comportamiento individual y grupal.

Las personas confían más unas en otras cuando existe la necesidad de tomar precauciones ante un desastre, y los gobiernos y los servicios de socorro tienen que estar al tanto de esta confianza a nivel individual y comunal (por ej. en el centro de trabajo) para no trabajar en contravía.

Pero la construcción de confianza, y la capacidad de los gobiernos para trabajar con ella, no son procesos sencillos. Se necesita comprender las percepciones y las complejas relaciones sociales para promover una acción temprana sostenible y eficaz.

El proceso de participación de las comunidades depende de factores culturales que influyen en el comportamiento. Ello incluye creencias en la voluntad divina ("¿Voy a sobrevivir en cualquier caso si Dios lo quiere?"), tradiciones pastorales y personalidades individuales: las personas pueden tomar más riesgos debido a su carácter o necesidad.

Además, aprender a reaccionar eficazmente a las alertas de una emergencia puede ser tanto intuitivo como fruto de la experiencia.

Aunque la intuición es difícil de identificar, puede estar basada en valores que emanan de una sensación de confianza o desconfianza, una suerte de ‘conocimiento interior’.

De otro lado, el aprendizaje fruto de la experiencia se presenta cuando las personas reconocen los signos de un desastre y usan el conocimiento pasado para dar pasos anticipados con el fin de reducir el riesgo, por ejemplo, trasladando los aluviones resultado de mareas, ríos o el aumento del agua de lluvia.

Sin embargo, las mayores amenazas a la vida más allá de las tendencias estacionales son, por definición, eventos únicos y raros para la mayoría de la gente.

Los jóvenes, en particular, pueden no haber experimentado o presenciado nunca estas amenazas. Y los eventos extremos nuevos y más complejos que involucran colapso económico, disturbios civiles y cambio climático pueden ser desconocidos para todos, incluidos los expertos en desastres. La combinación de terremoto, tsunami y desastre nuclear en Japón en 2011, es uno de tales eventos complejos de baja probabilidad.

Los ejercicios de manejo de desastres con el público pueden en alguna medida compensar las limitaciones del aprendizaje experimental. Sin embargo, necesitamos saber más sobre cómo aprende y reacciona la gente ante el riesgo de desastre y de qué manera actúa en el lugar y tiempo correctos.

Los procesos cognitivos involucrados rara vez, o nunca, son tomados en cuenta. Algunas investigaciones que buscan la reducción del riesgo de la enfermedad infecciosa del cólera muestran que tanto el temor, el asco y las valoraciones personales motivacionales cumplen cada uno un rol. Necesitamos conocer cómo esas reacciones naturales se pueden aplicar mejor a la participación temprana.

A pesar de ser muy necesaria, hay poca investigación que brinde evidencia más detallada acerca del por qué la gente cambia su comportamiento. Una pregunta primordial es acerca de las estructuras de gobierno que pueden permitir a la gente una mejor participación con sus propias impresiones (experimentales y otras) en la aplicación de medidas de reducción de riesgos.

Desbloquear las mayores limitaciones

Hay otros factores, más allá del aprendizaje, que pueden ayudar a la gente a comprometerse con las alertas tempranas, la acción anticipada y la recuperación sostenible. Tienen que ver con los contextos y valores de la vida diaria que pueden ser abordados reduciendo la pobreza.

La seguridad ambiental es un ejemplo, porque incluye la cohesión social, la estabilidad económica y ecológica, o simplemente, ningún riesgo extra de desastre.

Desde esta perspectiva, el comportamiento para la acción anticipada a través de la alerta temprana se basa en una definición de cultura: la "totalidad de las ideas, creencias, valores y conocimientos heredados que constituyen las bases de la acción social" (tomado del Diccionario Collins).

Pero esto no se comunica dentro de las formas tradicionales de advertencia e información, que son ‘limitadas’. Por lo tanto, se requiere una nueva forma de reducir el riesgo de desastres: aquella que se alinee con preocupaciones más amplias, que incluya cambios en las estructuras de poder, derechos, responsabilidades y bienestar.

Los esfuerzos para comprender los comportamientos en las alertas tempranas y acciones anticipadas serán  más exitosos si se analiza cómo se relaciona la reducción del riesgo de desastres con la reducción de la pobreza, lo que en este contexto significa no solo mejorar la satisfacción de las necesidades básicas sino, de manera más general, la ausencia de limitaciones al desarrollo sostenible.

Muchos de los millones de personas atrapadas en la pobreza son incapaces de disminuir el riesgo en sus vidas. Su acceso a la educación, salud y recursos sostenibles son esenciales para la negociación de futuros peligros. En este sentido, la comprensión de las decisiones de comportamiento tomadas en situaciones de desastre está relacionada con la presencia (o ausencia) de limitaciones contextuales.

Además, los sistemas de alerta temprana requieren que las comunidades pasen de la participación a la apropiación, lo que significa que los sistemas de alerta temprana sean manejados localmente, al lado y dentro de los gobiernos y comunidades locales, y operados con una planificación y toma de decisiones descentralizada.

Un país que lo está intentado es Mozambique, con un programa nacional para el fortalecimiento local del manejo de riesgos en áreas afectadas por inundaciones, sequías y ciclones.

Canalizar las energías y motivaciones para mejorar el bienestar y reducir el riesgo de desastres es un camino a seguir; esto debería incluir cambios en el comportamiento que lleguen a todos los niveles de gobernabilidad personal e institucional.

Andrew Collins es director del Centro de Desastres y Desarrollo (DDC por sus siglas en inglés) de la Universidad Northumbria del Reino Unido. Se le puede escribir a: [email protected]