27/01/11

Universidades del desarrollo deben fomentar conocimiento

Universidades del desarrollo deben promover demanda por el conocimiento local Crédito de la imagen: Flickr/Tulane Public Relations

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

Las universidades para el desarrollo deben poner el conocimiento al servicio del desarrollo social, dicen Rodrigo Arocena y Judith Sutz.

La escasa demanda de conocimientos es un serio problema para el desarrollo social y económico en los países en desarrollo.

En respuesta, ‘las universidades del desarrollo’ —instituciones que combinan la enseñanza, la investigación y la creación de alianzas para promover el desarrollo— deberían fomentar la demanda de conocimiento socialmente relevante.

Evidencias parciales en Uruguay sugieren que es posible afrontar esta tarea.

Construcción de la demanda 

La propensión de un país para buscar nuevas o mejores vías de resolver sus problemas depende de los beneficios percibidos en la búsqueda de soluciones; en otras palabras, del nivel de la demanda de conocimientos.

Las estrategias de desarrollo siempre han dependido del conocimiento importado. Pero este no es suficiente, porque la aplicación eficaz del conocimiento requiere, por lo general, de la construcción de capacidades para generar dicho conocimiento. Y ser capaces de producir conocimiento para resolver los problemas también es importante porque las soluciones encontradas en los países ricos pudieran no ser asequibles o eficaces en contextos más pobres.

Para asegurar que el conocimiento se aplica apropiadamente, los países en desarrollo necesitan una política que fomente la capacidad de generarlo y otra, dirigida a asegurar que esa capacidad se pondrá a trabajar. Esto se vuelve más importante a medida que la producción y la aplicación del conocimiento para la resolución de problemas crecen y se entrelazan.

Promover una combinación eficaz de estas dos políticas es una tarea fundamental para una universidad del desarrollo. Una forma de hacerlo es mediante la creación de programas de investigación que satisfagan no solamente la demanda del mercado, sino que propicien la demanda social de un conocimiento local en permanente crecimiento, algo clave para asegurar que las capacidades serán usadas.

Las universidades del desarrollo tienen tres misiones simultáneas: enseñar, investigar y colaborar con otros para el desarrollo. Las instituciones y los actores sociales que trabajan para generar y aplicar conocimientos son los componentes de los sistemas de innovación de un país, y la fortaleza de tales sistemas depende fuertemente del grado de cooperación entre esos componentes.

Mejorar dicha cooperación requiere aumentar el aporte científico en todas las actividades útiles, desde la salud hasta la vivienda, la producción y distribución de alimentos y el manejo de los servicios públicos. Las universidades del desarrollo pueden existir solamente si contribuyen a ello. La Universidad de la República del Uruguay (UdelaR) ha hecho un modesto esfuerzo en esta dirección.

Investigación para la inclusión social 

En 2003, en medio de una severa crisis económica, la UdelaR lanzó una nueva convocatoria con carácter experimental para proyectos de investigación, denominada Investigación para la Emergencia Social, cuyo objetivo fue hacer exactamente eso.

Uno de los tres proyectos financiados en el marco de esta convocatoria —dirigido a evaluar una política para brindar almuerzos en las escuelas públicas— tuvo un efecto duradero, promoviendo un diálogo fluido entre investigadores y formuladores de políticas. Dos años después, el equipo de investigación comenzó a participar activamente en el diseño de un plan nacional para atender las emergencias sociales.

La limitada experiencia ganada en este primer llamamiento abrió el camino para esfuerzos más ambiciosos cuando, algunos años después, la UdelaR presionaba una reforma encaminada a brindar un mayor acceso a la educación superior y a promover su papel en el desarrollo.

Una nueva convocatoria de proyectos —Investigación Orientada a la Inclusión Social— se realizó en 2008, concentrándose en la salud, la inclusión digital y los problemas en barrios socialmente desfavorecidos. Previo a ello, equipos especiales de la universidad llevaron a cabo entrevistas extensivas con el público para identificar sus demandas de conocimiento. Los resultados de tales entrevistas fueron presentados y discutidos en un taller que reunió a investigadores, formuladores de políticas y público en general.

Se presentaron más de treinta propuestas de investigación. La mitad de ellas abordaban problemas de salud, incluyendo propuestas para desarrollar piel artificial de bajo costo, y un kit para diagnosticar infecciones con estreptococos en mujeres al dar a luz. El programa financió trece proyectos.

Lecciones aprendidas 

La experiencia evidenció los retos que conlleva identificar la demanda de conocimientos orientados socialmente. Se trata de procesos de aprendizaje interactivo entre muy diferentes grupos de personas, que necesitan apoyo específico.

La siguiente edición del programa, ejecutada en 2009, recibió un mayor apoyo financiero de la universidad, incluyendo un financiamiento para identificar las demandas de conocimiento.

Las entrevistas con actores no académicos se volvieron una parte necesaria del proceso, debido a que la experiencia previa mostró que la fortaleza de la demanda de soluciones y el compromiso para implementarlas, si las hay, son fundamentales para el éxito de los proyectos.

En este llamado, la salud fue nuevamente el área mejor representada, probablemente debido a que la demanda de conocimiento sobre problemas de salud es más clara que en otras áreas. Las propuestas incluyeron la producción de un kit portátil para ayudar a medir la contaminación por plomo tanto en infantes como en trabajadores, algo requerido por la legislación pero que raramente se aplica debido a dificultades en su implementación.

El compromiso para poner el conocimiento al servicio del desarrollo social debería caracterizar a las universidades del desarrollo. Ello incluye el apoyo a las agendas de investigación que tome nota de las áreas donde la demanda de conocimiento es alta pero con frecuencia dejada de lado.

Si esas demandas son satisfechas de manera eficiente, quienes trabajan para promover la innovación y el público en general entenderán mejor la conexión entre generación de conocimientos y solución de problemas sociales. Eso incrementará la demanda de conocimientos. Si esto pasa, la capacidad de un país para generar y aplicar el conocimiento se usará mejor y será mejor apreciada. 

Judith Sutz es científica social, profesora y coordinadora académica del Consejo de Investigación Científica de la Universidad de la República, Uruguay. Rodrigo Arocena es profesor de Ciencia y Desarrollo y rector de la universidad.