29/08/08

Avalan ‘intermediarios’ en comunicación de la ciencia

Crédito de la imagen: IRRI

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Una encuesta internacional realizada a más de 600 personas dedicadas a integrar la ciencia en la política de desarrollo respaldó el papel de las organizaciones “intermediarias” en el fomento de la comunicación entre la comunidad científica y los responsables políticos.

El estudio, encargado por SciDev.Net y publicado la semana pasada (22 de agosto), identifica las barreras que interfieren en el logro de una mejor comunicación, incluidas la deficiente comprensión de la ciencia por parte de los políticos y las dificultades para acceder a información científica pertinente en el momento oportuno.

Pero también revela un mayor interés por parte de los científicos de países en desarrollo por actuar como defensores en los debates políticos en comparación con sus colegas del mundo desarrollado, por ejemplo en temas como la producción de alimentos o la protección del medio ambiente.

Y el informe final demuestra que los investigadores de los países en desarrollo otorgan más importancia al compromiso de la sociedad con la ciencia como factor relevante para lograr que la interfaz entre la ciencia y la política funcione con mayor eficacia.

Falta institucionalización

La encuesta es parte de un proyecto de investigación encomendado el año pasado por SciDev.Net al Instituto de Desarrollo de Ultramar del Reino Unido (ODI, por sus siglas en inglés) y contó con el apoyo financiero del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID).

La encuesta electrónica recogió opiniones de investigadores, intermediarios y responsables políticos que participan en el diálogo entre la ciencia y la política.

Como punto de partida, se hizo una revisión bibliográfica que sintetizó el pensamiento actual sobre la compleja relación entre la ciencia y la formulación de políticas e identificó algunas de las tensiones que esta relación puede provocar.

El análisis se complementó con estudios de caso de una diversidad de países, desde Camboya hasta Ghana, y entrevistas telefónicas en profundidad a actores relevantes especialmente escogidos, tanto de naciones desarrolladas como en desarrollo.

La conclusión principal del proyecto es que “la comunicación de información científica destinada a la formulación de políticas basada en pruebas está muy poco institucionalizada en el contexto de los países en desarrollo”.

Los autores (Harry Jones, Nicola Jones y Cora Walsh) expresan que “los responsables políticos y los profesionales dedicados al desarrollo podrían aprovechar más los resultados de las investigaciones si los científicos se comprometieran de manera más abierta con las implicaciones derivadas de esos resultados para la formulación de políticas y presentaran un abanico de alternativas posibles”.

De los 600 sujetos que respondieron a la encuesta, el 46,7 por ciento eran investigadores, el 34,7 por ciento se identificaron como intermediarios del conocimiento y el 18,3 por ciento eran generadores de política. Cerca de dos tercios (el 63,9 por ciento) procedían de países en desarrollo.

Muchas de las personas entrevistadas expresaron un alto nivel de insatisfacción por el poco uso de la evidencia científica y tecnológica en la generación de políticas. Esta opinión fue sostenida por el 60 por ciento de los intermediarios, pero también por el 54 por ciento de los investigadores y el 42 por ciento de los responsables políticos.

Como mayor obstáculo individual para la integración de la información científica en la formulación de políticas de desarrollo se señaló la pobre comprensión de la ciencia por parte de los responsables políticos, lo que fue considerado una barrera por el 64 por ciento de las personas encuestadas.

Otro de los factores más mencionados fue la escasa apertura de los políticos hacia las ideas externas (61 por ciento), la falta de difusión de los resultados de investigación (59 por ciento) y la carencia de incentivos para incorporar la información científica a la toma de decisiones.

En los países en desarrollo, una cantidad significativamente superior de entrevistados identificó esos obstáculos como una preocupación.

“Estos problemas sistémicos requerirán que gobiernos, actores internacionales y organizaciones no gubernamentales por igual coordinen esfuerzos con una perspectiva de conjunto”, afirman los autores.
Activismo

Se observó una diferencia significativa entre los países desarrollados y los países en desarrollo a la hora de responder si los científicos debían ser vistos como proveedores neutrales de información o si debían actuar como defensores de causas sugiriendo políticas posibles y abogando por su adopción.

La misma cantidad de sujetos entrevistados en ambos tipos de países manifestaron que los científicos deberían limitarse a brindar información sobre los resultados de sus investigaciones (17 y 14 por ciento, respectivamente).

Sin embargo, casi el triple de entrevistados de los países en desarrollo consideró que los científicos deberían sugerir alternativas políticas a quienes toman decisiones, además de presentar los resultados de investigación (el 43 por ciento en comparación con el 13 por ciento de entrevistados de países desarrollados).

Los generadores de política también manifestaron un fuerte interés por tener mayor acceso al asesoramiento de especialistas científicos sobre la relevancia de sus resultados para la formulación de políticas. “Esta postura implica una demanda de mayor compromiso y aplicabilidad de los resultados de investigación en relación con las preocupaciones políticas”, plantean los investigadores del Instituto de Desarrollo de Ultramar.

A las personas entrevistadas también se les preguntó si estaban satisfechas con la disponibilidad de información científica y técnica en una cantidad de áreas diferentes. El mayor descontento (43 por ciento) se observó respecto de la información disponible sobre el conocimiento nativo, seguido por el tema de la fuga de cerebros (28 por ciento).

En cambio, el 47 por ciento dijo estar satisfecho con la cantidad de información disponible sobre el cambio climático, aunque otro 28 por ciento la consideró insuficiente.

En cuanto a las tecnologías de la información y la comunicación, el 43 por ciento se mostró satisfecho con la información a la que tenía acceso y solo el 14 por ciento manifestó estar descontento.
El compromiso de la sociedad es “clave”

Asimismo, los individuos encuestados fueron consultados sobre el tipo de servicios que serían útiles para aumentar su compromiso con la comunidad de investigadores. Las respuestas más frecuentes fueron el intercambio de opiniones con los científicos (67 por ciento), seguido de otras oportunidades de interacción personal.

Menos valorados fueron los debates por Internet y los coloquios en línea, si bien cerca de un tercio de los sujetos encuestados los consideró “muy útiles”.

Se registró una diferencia importante en la proporción de personas que creen que la creciente participación de una sociedad informada sobre asuntos científicos redundará en mayor desarrollo.

Solo el 30 por ciento de los entrevistados de los países desarrollados se mostró de acuerdo con la idea de que un mayor conocimiento público de la ciencia y la tecnología era “clave” para avanzar en el desarrollo. No obstante, en el mundo en desarrollo esta proporción fue mucho más alta (49 por ciento).

Los autores del informe dicen que “tanto la voluntad de compromiso como la búsqueda de deliberación, participación, opinión y asesoramiento, junto con la demanda de información de relevancia local, abren una vía de esperanza”.

Sin embargo, también introducen una nota de cautela: “Si bien el compromiso, la deliberación, la participación y el asesoramiento representan oportunidades importantes, éstas deben ser abordadas de forma estratégica y con una mirada realista respecto del poder y las políticas en función de las particularidades de cada contexto”.

Enlace al informe completo [1.35MB]