23/04/08

Consejos de David Baltimore para países en desarrollo

Baltimore: "…excepto que tenga gente extraordinaria, no será capaz de producir ciencia extraordinaria" Crédito de la imagen: Science

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El premio Nóbel y presidente de la AAAS en 2007, David Baltimore, contó a SciDev.Net qué hace falta para desarrollar instituciones científicas de calidad.

David Baltimore es una figura prominente en la liga de brillantes científicos que también son exitosos administradores. Ganó el Premio Nóbel en 1975 por su descubrimiento de la transcriptasa inversa, la enzima viral que transcribe el ARN en el ADN, y ha sido presidente de la Universidad Rockefeller en Nueva York y del Instituto de Tecnología de California en Pasadena.

Como presidente durante 2007 de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por su sigla en inglés), empezó aconsejando a los gobiernos de India y Rwanda sobre proyectos científicos. También definió el tema “Ciencia y Tecnología desde una perspectiva global” para la reunión anual de la Asociación, realizada en Boston en febrero pasado. 

En el discurso inaugural, Baltimore señaló un conjunto de reglas para reforzar la ciencia internacional, en particular en países en desarrollo. Ellas son mantener altos estándares en la selección de personal; concentrar los recursos en varias instituciones pequeñas y de calidad en lugar de hacerlo en otras más grandes y más difusas; conseguir ambientes científicos más pequeños y enfocados en lugar de otros dislocados; continuar enseñando e investigando en conjunto; y preservar la libertad académica de los científicos. 

Waleed Al-Shobakky  habló con Baltimore sobre estos aspectos.

En su discurso inaugural habló sobre la tensión entre la necesidad de reforzar la ciencia y tecnología propia de un país y la tendencia de colaborar con otros países. 

Si considera que una de las razones para el apoyo del gobierno en ciencia y tecnología es que sean útiles a la competencia que hay entre los países, entonces parecería ser contradictorio ayudarse mutuamente.

Pero si ve las dos diferentes tendencias sirviendo a dos funciones distintas —una la competitividad económica, y la otra el desarrollo y la paz mundiales—, entonces se puede ver el valor de la colaboración. Y hay mucha evidencia de que los países que colaboran científica y económicamente son menos proclives a enfrentarse en una guerra.

También subrayó la necesidad de hacer ciencia básica que "produzca los saltos que generan los conceptos revolucionarios". Pero, ¿cómo pueden los países en desarrollo, que están luchando para ofrecer lo básico a su gente, asumir el gasto en una ciencia sin aplicación inmediata?

Eso no diluye sus esperanzas. Cuando el presidente de Rwanda Paul Kagame habló en la reunión [de la AAAS] dijo que el mundo en desarrollo tiene que aceptar el desafío de hacer que su ciencia sea competitiva en el escenario mundial. Lo que creo profundamente es que incluso si intentan que sus graduados produzcan los resultados más aplicados, el entrenamiento que reciben en ciencias básicas es el mejor que se puede conseguir.  

Un país pobre como Rwanda, ¿tiene posibilidades reales en la ciencia, teniendo en cuenta que cada vez es más una empresa que requiere recursos intensivos? 

Sí, las tiene porque el mundo va en su ayuda. Lo que Rwanda tiene para ello es un gobierno estable y honesto. Y con esto puede hacer mucho, más que otros países, incluso aquellos más ricos. También desean hacer el compromiso con la ciencia y la tecnología, algo que otros países no hacen.

Una de sus reglas es empezar desde abajo y con recursos. Eso no parece ser lo que están haciendo los países del Golfo, con Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos estableciendo varios megaproyectos simultáneamente. 

Estoy advirtiendo en contra de esto abiertamente, porque lo que se consigue es posible que sea mediocre. Es difícil desarrollar ciencia de primera línea. La Universidad Rey Abdullah en Ciencia y Tecnología (KAUST, por su sigla en inglés) en Arabia Saudita no se está centrando en ciencia básica — han dicho bastante claro que quieren hacerlo en ciencia aplicada. Eso es un poco inquietante, porque pienso que Arabia Saudita, que es un país tan rico, debería tener metas más altas.

Dijo en su discurso que “desarrollar excelencia es un proceso lento y meticuloso”. Pero, ¿está hoy la ciencia en una coyuntura en la que los instrumentos y equipamientos han alcanzado un alto nivel de estandarización, permitiendo a los recién llegados importarlos y hacer investigación sofisticada casi de inmediato? ¿Puede alcanzarse la excelencia científica más rápido ahora que antes?

No. El estándar a nivel mundial es comprar una máquina, si puede, y ponerla a hacer el trabajo por usted. Pero es la gente la que hace la diferencia… hacer cosas y preguntas nuevas. La calidad de la gente que usted tiene determinará lo que produce. Entonces, usted puede tener máquinas maravillosas, pero salvo que tenga gente extraordinaria no será capaz de producir ciencia extraordinaria.  

Usted mencionó la KAUST, que está en conversaciones con universidades de EE.UU. para hacer acuerdos de cooperación. Sin embargo, la imagen negativa de Arabia Saudita en EE.UU. hace que muchos docentes estadounidenses se nieguen a ir a ese país asiático o cooperen con la KAUST. Esa imagen negativa que tienen algunos países en desarrollo, ¿dañará sus oportunidades en la ciencia?

Sí, si es que los científicos no quieren ir allí. Pero no creo que eso sea un gran problema. Tan solo se debe demostrar que la vida será placentera y que la ciencia se podrá hacer, se podrá enseñar y los científicos estarán preparados para ir, particularmente si reciben atractivos salarios, de lo que cual está hablando la KAUST.

Usted es entusiasta sobre el desarrollo de las instituciones científicas en los países en desarrollo como India. Pero para muchos, al menos en lo que tiene que ver con la ciencia, son los países que lo estaban haciendo bien los que ahora están mejor, mientras que aquellos más rezagados continúan quedando atrás.

No pienso que sea verdad. Creo que, de hecho, muchos países [en desarrollo] han tenido un crecimiento significativo. Y en las situaciones en las que los países han sido políticamente estables y honestos, han sido capaces de avanzar.

El problema surge en situaciones como las de Kenia, que ha hecho las cosas bien económicamente, gracias a un crecimiento significativo durante los últimos diez años. Pero luego estalló, como sucedió recientemente, con todos los problemas derivados de las disputas étnicas que nunca fueron resueltos. El problema no es que no muestran un crecimiento. El problema es que no han sido capaces de mantener la estabilidad durante un período suficiente como para hacer la diferencia [en relación con la ciencia].

¿Qué pueden aprender los países en desarrollo de la experiencia de India?

Muchas instituciones académicas en India —algunas de las cuales son muy fuertes— datan de los años de la dominación británica. Heredaron universidades británicas y las usaron muy eficazmente. En África es lo mismo, como en Uganda y Kenia. Pero éstos dos dejaron que sus universidades se fueran a la ruina, en lugar de usarlas como una base para el desarrollo. 

Pero lo primero que uno aprende de India es que su democracia buena y sólida, incluso siendo un poco corrupta, es una maravillosa forma de gobierno. Eso le da a India una gran fuerza.

En relación con África, como también China, la democracia en India es única. África tiene que encontrar una ruta para moverse hacia la democracia. Y eso no es en los términos demasiado simplistas de George W. Bush, pero es verdad que los gobiernos autocráticos, particularmente con el poder cada vez mayor que tienen hoy, son hostiles al desarrollo económico.