Por: Martín De Ambrosio
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[BUENOS AIRES] Recuperar unas 20 millones de hectáreas de tierras degradadas en Latinoamérica y el Caribe generaría al menos US$23.000 millones en los próximos 50 años, esto es 10 por ciento del valor de exportaciones de alimentos en la región.
Así reveló un estudio de la organización World Resources Institute (WRI) presentado en Washington (28 octubre) antes de comenzar la Cumbre de cambio climático (COP22) en Marrakech y a dos años del lanzamiento de la Iniciativa 20×20 en Lima.
Esta iniciativa impulsada por once países —Guatemala, Honduras, Nicaragua, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Ecuador, Costa Rica, El Salvador y México— y varios estados de Brasil, con organizaciones privadas, busca recuperar hectáreas degradas por la tala, el soprepastoreo o la soja, entre otras actividades que las hacen improductivas e ambientalmente ineficientes.
“Lo bueno es que demostramos con números que la restauración en una buen inversión económica”.
Walter Vergara, senior fellow del WRI
Esta tarea cuesta US$1.140 millones, según WRI, que participa en la iniciativa, pero los beneficios superarían ampliamente los costos, detalla su reciente estudio.
Además de aumentar la productivdad agrícola, la recuperación incrementaría ganancias por la venta de productos forestales y actividades de ecoturismo así como la absorción del carbono de la atmósfera.
En la región, 56 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del uso de la tierra y sus cambios. La restauración podría secuestrar casi 5 gigatoneladas de CO2 durante 50 años, casi la huella de carbono anual de América Latina.
No obstante, Walter Vergara, senior fellow del WRI y principal autor del trabajo, dijo a SciDev.Net que pese a las ganacias “a menudo los inversores dicen que necesitan proyectos que estén listos-para-usar, es decir, maduros y con desarrollo para comenzar ya los trabajos apenas tengan el dinero”. “Esto indica que hace falta construir aún más capacidad”, opina Vergara.
Pero hay numerosos proyectos encarados. En Novo Campo, Brasil, por ejemplo, se ayuda a productores vacunos a recuperar zonas para pasturas; y en Nicaragua, el proyecto Nicafrance trabaja en zonas degradadas de plantaciones de café para ecoturismo. “Lo bueno es que demostramos con números que la restauración en una buen inversión económica”, completó Vergara.
“La restauración también puede ser marina, como en el Golfo de Nicoya (Costa Rica) donde se toman medidas legales para evitar la pesca en épocas del año”, señaló.