27/08/15

Aislar a las especies es un paso hacia su extinción

Guiña felino by Tammone
La fragmentación puede tener impactos distintos en distintas especies. Para la guiña, es devastador. Crédito de la imagen: Mauro Tammone

De un vistazo

  • Mantener especies sin posibilidad de interacción puede conllevar a que pierdan potencial evolutivo
  • Estudios aspiran a ayudar a gobiernos de la región a formular mejores políticas de conservación
  • Cuando se pierde un eslabón de cadena alimenticia, todos se perjudican, incluidos los humanos

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[San José, Costa Rica] Estudios en genética realizados en Latinoamérica demuestran que proteger a las especies de la destrucción humana es insuficiente como mecanismo para conservarlas si se les mantiene en ‘islas’, sin posibilidades de interacción.
 
Por ejemplo, la guiña (guigna Leopardus), pequeño felino del sur de Chile, va camino a la extinción. Su diversidad genética se debilitó luego de la fragmentación de su hábitat natural a manos de los humanos.
 
Un estudio de la Universidad de Chile sobre la reducción de la diversidad genética y aumento de dispersión del felino debido a la fragmentación de paisajes chilenos, comprueba la urgencia de crear corredores biológicos para comunicar a estas poblaciones, ya de por sí vulnerables por su baja densidad, y las extensas tierras que ellos consideran su hogar.

“En la medida en que mantengan la diversidad, las especies podrán sobrellevar los cambios ambientales a los que se enfrentan”.

Constanza Napolitano, investigadora

 
Una serie de estudios genéticos determinó que las áreas protegidas en Latinoamérica aíslan a los organismos, pues en las zonas adyacentes impera un desarrollo humano que corta las vías de comunicación entre miembros de una misma especie.
 
Estos estudios, publicados en un especial del Journal of Heredity, buscan soluciones para estos problemas, que ayuden a los gobiernos a tomar decisiones. “Son una base sólida sobre la cual formular políticas de conservación”, explica a SciDev.Net Constanza Napolitano, una de las investigadoras del estudio.
 
La variabilidad en el ADN de las especies está relacionada con sus probabilidades de extinción, pues las crías de los organismos que comienzan a cruzarse con sus familiares pierden potencial evolutivo para adaptarse al cambio.
 
En la medida en que mantengan la diversidad, las especies podrán “sobrellevar los cambios ambientales a los que se enfrentan”, explica Napolitano. Incluso, podrán vencer con más éxito los impactos climáticos radicales, agrega el genetista de la Universidad de Costa Rica, Gustavo Gutiérrez.
 

Él sabe que la genética no es la “ciencia salvadora” de la conservación, pero sí disminuye la posibilidad de cometer errores típicos, como reproducir lapas en cautiverio o combinar poblaciones enfermas de monos, que podrían introducir muchos más problemas que beneficios.
 
Otro estudio de la publicación muestra cómo, en la costa Atlántica de Brasil, la división del hábitat de los jaguares los ha obligado a dividirse en subpoblaciones. Una de ellas, incluso, ya se extinguió.
 
En la región más biodiversa del mundo, la preocupación por conservar la diversidad se ensancha en una causa común: en la medida en que un eslabón de la cadena alimenticia se pierde, el resto se debilita. Los humanos son parte de esa cadena.
 
Sin embargo, el túnel no es tan negro. “El desarrollo pone una tensión sobre los recursos naturales pero ha fortalecido a la comunidad científica, incrementando la capacidad  técnica para apoyar soluciones locales”, dice la editora de la serie, Kathryn Rodríguez, en su carta editorial.

Enlace al estudio completo en Journal of Heredity (en inglés)