13/05/14

Balance de los retos de la comunicación de la ciencia

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Crédito de la imagen: Gates Foundation

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[SALVADOR DE BAHÍA] Cuando la 13ª Conferencia Internacional sobre Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología (PCST2014) comenzó la semana pasada en Salvador de Bahía, se nos recordó que el campo comenzó realmente hace 25 años con un antiguo artículo de UNESCO. Desde entonces, la comunidad de profesionales y académicos se han llamado a sí mismos con nombres diferentes y han sido objeto de un cambio de léxico de palabras de moda en torno a hacer que la sociedad aprecie la ciencia. Para comprender el estado del campo de hoy, he identificado cuatro temas que surgieron repetidamente durante los tres días de la reunión. Identificar desafíos de esta manera puede ser particularmente revelador, al proporcionar un punto de enfoque para futuras discusiones y un resumen útil para observadores interesados.

La diversidad de idiomas es un reto fundamental para la comunicación de la ciencia.

Para el mundo en desarrollo, el problema se manifiesta en una serie de formas, todas ellas observadas en la conferencia. Voy a empezar con el inspirador grupo de comedia llamado el 'The Big Van Theory'. Se trata de un grupo de científicos que en ocasiones realizan monólogos de comedia sobre su trabajo, y dejaron a la audiencia de la PCST llorando de la risa. Ellos son de España pero actúan en portugués e inglés. Su trabajo es impresionante, pero ni el grupo ni yo podíamos pensar en nadie más que haga exactamente lo mismo. Lo que es una pena, porque tener a científicos comunicando lo que hacen de un modo entretenido, en el idioma local, sería un éxito a través de los rincones rurales del mundo en desarrollo.

Además, como señaló Elizabeth Rasekoala de la Red de África-Caribe para la Ciencia y la Tecnología, en muchas lenguas indígenas, las frases son demasiado imprecisas para prestarse a la explicación científica. Por ejemplo, las diversas maquinaciones del acto reproductivo se describen a veces como ¡un hombre que cae en una mujer! También hubo ejemplos del lenguaje entorpeciendo la construcción de consensos, porque las palabras holandesas y portuguesas para “sostenibilidad” pueden implicar diferentes cualidades materiales.

Hay muy poco conocido sobre el valor de los medios sociales a pesar de su creciente omnipresencia.
 

Mohammed Yahia de la revista Nature de Oriente Medio, dijo que no hay expertos en medios sociales, solo exploradores. Sabemos algo acerca de cómo es el panorama actual de los medios sociales, pero muy poco sobre cómo funciona; cada visión parece complicar o contradecir lo que pasó antes.

“Algunos desafíos pueden ser resueltos por la comunidad de comunicación científica. Pero otros requieren la colaboración creativa y extendida con cualquier persona que crea que la ciencia y la evidencia importan”

Nick Ishmael Perkins, SciDev.Net

Dominique Brossard, de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, señaló que en 2011, durante el Congreso Internacional de Biología de la Conservación, 1.731 tuits de 176 personas llegaron a 110.000 personas. Pero Brossard presentó un análisis que demuestra que la gran mayoría de nosotros habla con otros con ideas afines en los medios sociales. Los que no lo hacen son pocos y muy espaciados. También sabemos que alrededor de la mitad de los tweeters académicos recibieron su doctorado hace menos de cinco años, acentuando que se trata casi de un panorama inclusivo.

Así que no es fácil para los comunicadores de la ciencia entender cómo los medios sociales pueden servir a su agenda. ¿Algunos logran resultados mejores que otros? Por ejemplo, ¿cubrir noticias de última hora en comparación con construir coaliciones de defensa? Brossard terminó  una presentación sin aliento con un alegato en favor de asociaciones de investigación más formales que involucren a profesionales de los medios sociales.

La tercera cuestión es que aún queda mucho camino por recorrer para reconciliar la comunicación científica con el periodismo.

La Conferencia PCST se ha pensado tradicionalmente como un espacio para profesionales de la comunicación de la ciencia, por lo general educadores de ciencias o encargados de prensa insertados en organizaciones de investigación. Existe cierta superposición en las preocupaciones entre esta gente y los periodistas que cubren ciencia. Sin embargo, las preocupaciones que tienen algunos acerca de la independencia de las personas que trabajan tanto como periodistas científicos y como comunicadores pueden exagerar la diferencia entre la comunicación y el periodismo.

El término “comunicador de la ciencia” necesariamente incluye a un grupo diverso de profesionales. En los países en desarrollo, los escritores a menudo tienen que hacer malabares con sus tareas periodísticas y de comunicación al mismo tiempo. Sin embargo, entre los 500 delegados de la PCST, solo había un puñado de personas que habían estado en la Conferencia Mundial de Periodistas Científicos, hace ocho meses.

No es sorprendente entonces que hubo pocos paneles centrados en la práctica o la teoría periodística. Pero probó ser instructivo. Una sesión exploró diferentes enfoques sobre la cobertura de temas polémicos. Un enfoque se llama “balance falso”. Es cuando el mismo espacio está dedicado a las teorías que compiten, de modo de ofrecer el tipo de objetividad típica del periodismo en general. Otro es el enfoque del “peso de la evidencia”, que permite al periodista dejar claro cuál teoría tiene la mayoría del apoyo científico. Los presentadores que habían hecho la investigación que exploraba el impacto de las opiniones y los resultados educativos, señalaron que el enfoque del “peso de la evidencia” —aunque es reflexivo— estaba fuera de sintonía con el entrenamiento del periodista estándar. (Aunque la evidencia preliminar sugiere que es eficaz en la transmisión de la naturaleza del debate científico.)

Finalmente, deberíamos recordar que la ciencia es solo una parte de la solución.

Al final de la sesión plenaria de cierre, Martin Bauer, de la London School of Economics, Reino Unido, corrió al escenario para pedir a sus compañeros por qué luchan por alejarse de la idea de que la comunicación de la ciencia está hecha para educar a un público ignorante con hechos. Este enfoque tradicional a la educación se llama el modelo de déficit. Se ha demostrado muchas veces —y más recientemente con la ciencia del clima— que ofrecer evidencia científica no cambia por sí sola aspiraciones, conductas o valores. Hay otro modelo para entender cómo se comunica la ciencia, que se llama modelo democrático, y se trata de la construcción de un consenso público en torno a los avances científicos. El problema con este enfoque es que transforma la resolución de conflictos en el objetivo de la comunicación, lo que puede perder el punto. Así que ninguno de estos métodos es ideal.

Pero había algunas personas en la PCST que ofrecieron un tercer modo, y todos tenían algunas características en común. Ante todo, el reconocimiento de que la ciencia por sí sola no puede determinar el futuro y los valores de nuestra sociedad; que el espacio para el compromiso debe ser parte de la investigación de excelencia; que las diferentes voces reflejan diferentes tipos de autoridad y experiencia que debería ser reconocidas; y lo más importante es que el punto no es simplemente aceptar o rechazar la ciencia, sino es la integración.

Algunos se enojaron por las implicaciones operativas de este marco. ¿Cómo todo esto puede lograrse de manera realista? Pero Alan Irwin, decano de la Escuela de Negocios de Copenhague en Dinamarca, insistió en que esto no es una indulgencia romántica, es la solución más práctica para las decisiones que enfrentan nuestras sociedades ahora. Yo diría que esto es aún más cierto en los países en vías de desarrollo donde las apuestas son particularmente altas, como son las oportunidades para el desarrollo rápido a través de la tecnología.

Evidentemente, algunos de estos desafíos pueden ser resueltos por la propia comunidad de comunicación científica. Pero otros requieren la colaboración creativa y extendida con cualquier persona que crea que la ciencia y la evidencia importan.

La versión original de este artículo se publicó en la edición Global de SciDev.Net.

 

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