30/04/12

Éxito de innovación depende de su arraigo en las bases

La tecnología funciona mejor cuando los usuarios la adaptan: un podcast en lengua local ayuda a mantener un ganado saludable Crédito de la imagen: Lawrence Gudza

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La innovación tecnológica no se impone; los pobres deben involucrarse desde la selección de las ideas que más les convengan, dice Lawrence Gudza.

Generalmente se ve a la innovación tecnológica como la panacea para los problemas de los países en desarrollo. El resultado es que en países como Zimbabwe, las instituciones de las naciones más pudientes tienden a ’empujar’ tecnologías acordes a sus propias agendas, y no aquellas que convienen a las comunidades locales.

Esto priva a esas comunidades de la oportunidad de tener tecnología democrática y justa: el derecho a desarrollar, escoger y usar las tecnologías que ayuden a la gente a llevar el tipo de vida que valoran, sin comprometer la capacidad de los demás y de las futuras generaciones de hacer lo mismo.

El empuje a las tecnologías se produce a expensas de la sostenibilidad social y de soluciones duraderas a nivel de base. Pese a décadas de esfuerzos, es dudoso que el objetivo de mejorar la vida de las personas mediante la tecnología se pueda alcanzar con esta mirada.

Tales enfoques normativos para el desarrollo y adopción de tecnologías fracasan en el primer obstáculo: la aceptación. Encuentran la sutil resistencia de las comunidades pobres cuando son socialmente insostenibles, y son resistidas de manera activa cuando se perciben como una violación a las normas culturales y tradicionales de la comunidad.

Por ejemplo, la tecnología de riego por goteo fracasó en su intento de lograr impacto porque los lugareños carecen de bombas para acceder al agua del subsuelo. De otro lado, las comunidades no han aceptado los inodoros ecológicamente sanitarios (ecosan) porque la idea de recoger sus propios residuos para fertilizar jardines viola sus normas y creencias culturales.

Se requieren enfoques inclusivos, basados en la comunidad, que tomen en cuenta la forma en que los individuos usan la tecnología en su vida cotidiana. La clave para las instituciones es entablar un diálogo sobre las tecnologías con las comunidades: grupos vulnerables, líderes tradicionales, generadores de políticas, científicos y empresarios.

Analizar temas más amplios

La introducción de tecnología a través del enfoque de la comunidad es un proceso social que empodera a las comunidades para hacerse cargo de su propio desarrollo mediante el debate. Ello promueve una agenda tecnológica basada en las prioridades locales y fortalece las alianzas para la acción colectiva.

El proceso es transparente y se enfoca en las prioridades y necesidades de las comunidades. Acepta e incorpora la producción desde el compromiso y, al hacerlo, se evita un enfoque limitado sobre una tecnología en particular. En vez de eso, se examinan en términos generales los temas relacionados con el problema que la tecnología podría ayudar a resolver.

Por ejemplo, en 2006, un taller de tres días realizado en el Reino Unido, sede de la organización Soluciones Prácticas, analizó si las nanotecnologías podían ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre ellos reducir a la mitad la cifra de personas sin acceso al agua potable para 2015.

Solo hasta el último día del taller los organizadores mencionaron la palabra nanotecnología. Esto permitió el diálogo enfocado en el problema del agua en términos más generales —por ejemplo, en el acceso, disponibilidad y calidad— y no en una tecnología específica.

Como resultado, se discutió sobre varias tecnologías preferidas, y cuando se propuso la nanotecnología hubo muchas más preguntas al respecto de las que los organizadores imaginaron antes del taller.

También se plantearon temas sociales, como el papel de las mujeres y las niñas que son las responsables de ir a buscar agua, sin importar la distancia de la fuente.

Asimismo, se discutieron las tecnologías y los sistemas de conocimiento tradicionales que han mantenido las comunidades por décadas. Lo que necesitamos es encontrar vías para integrar con nuevas tecnologías, los sistemas desarrollados localmente y aumentar las oportunidades de su adopción.

Políticas de difusión

El mismo enfoque se requiere para guiar la toma de decisiones en ciencia y tecnología a nivel nacional. Todas las partes interesadas, incluidas las comunidades locales, deben colaborar en el proceso. Así se aprovechará el poder del conocimiento indígena y se garantizará que las políticas sean relevantes a las necesidades de la gente en el terreno.

La implementación y adopción de las nuevas tecnologías también debe ser impulsada por los usuarios.

En 2008, un estudio piloto entre una población rural de 51.000 habitantes de Zimbabwe, ‘Compartiendo el contenido local en las voces locales’, otro proyecto de Soluciones Prácticas, probó dispositivos móviles para transmitir información de interés para los agricultores, como producción agrícola y ganadera, y procesamiento y preservación de alimentos. Las grabaciones se hicieron con las voces y lenguas locales.

El impacto del proyecto sobrepasó las expectativas: además de mejorar las condiciones de vida mediante el aumento de la producción y los rendimientos, también ayudó a establecer mercados para los compradores y proveedores.

Ahora, esta tecnología se está difundiendo en varios distritos, involucrando a 450.000 personas. Los agricultores capacitados como extensionistas comunales están diseminando los contenidos mientras recogen conocimientos indígenas que los expertos pueden combinar posteriormente con contenidos científicos para ser usados por los miembros de la comunidad.

Otras técnicas que ayudan a garantizar que la tecnología sea usada, adoptada y pase a ser propiedad de las comunidades son las visitas de agricultor a agricultor para ‘mirar y aprender’, y la participación de las partes interesadas a niveles distritales y de la provincia para desarrollar y priorizar contenidos.

Gran parte de la adaptación de las tecnologías a las necesidades locales se hace en las comunidades por las comunidades y, en muchos casos, allí se conciben las ideas para las nuevas tecnologías.

Han pasado por lo menos 40 años desde que se inició en Zimbabwe y otros países en desarrollo el impulso a la tecnología, pero su impacto en las condiciones de vida de los pobladores pobres sigue siendo difícil de alcanzar, no importa la cantidad de tecnología que se haya acumulado en las comunidades. La diferencia entre el éxito y el fracaso es el enfoque usado para seleccionar y evaluar la tecnología.

Lawrence Gudza es líder del equipo del programa de Respuesta a nuevas tecnologías de Soluciones Prácticas del Sur de África, con sede en Zimbabwe. Se le puede escribir a: [email protected] y [email protected].

Este artículo es parte del Especial en Apoyo a la innovación de base.

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