19/02/13

En perspectiva: ciencia bien formulada aumenta su impacto social

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La forma en que científicos y periodistas presentan el conocimiento científico a la opinión pública influirá en su impacto, dice David Dickson.

Una lección que aprendí durante mi carrera como escritor de ciencia es que si se quiere influir en la actitud de un lector hacia un tema, la forma más eficaz de hacerlo, por lo general, consiste en una nota periodística equilibrada y bien fundamentada, en lugar de un artículo de opinión retórico y demagógico.

La razón es sencilla. Un lector leerá el artículo de opinión con reserva, buscando los puntos con los que posiblemente no esté de acuerdo con el autor.

DE UN VISTAZO

  • La forma cómo se presenta la información es clave para comunicar eficazmente la ciencia
  • Las dificultades incluyen ignorar la incertidumbre y dar una falsa imagen de desacuerdo
  • La información científica ‘bien contextualizada’ puede mejorar su impacto social

Por el contrario, es probable que sea más receptivo a una noticia equilibrada, sintiéndose libre para evaluar la evidencia que se le presenta, incluso si esto lo lleva a las mismas conclusiones que el periodista ya sacó pero no expresó de manera explícita.

En la comunicación de la información sobre ciencia, la forma en que esta es presentada —o ‘enmarcada’— a menudo es tan importante como la información misma.

El peligro del consenso

Me acordé de esto a propósito de un simposio realizado en el Reino Unido a comienzos de mes (6-7 de febrero) sobre políticas globales de asesoramiento científico, organizado por el Centro STEPS de la Universidad de Sussex. [1]

Uno de los temas ampliamente debatidos durante la reunión fue cómo los científicos frecuentemente enmarcan sus consejos a los formuladores de políticas presentándolos como un consenso dentro de la comunidad científica, por ejemplo en los procesos responsables del calentamiento global.

Como lo expresaron varios participantes, exagerar la certidumbre de las conclusiones científicas puede socavar la importancia que se concede a las incertidumbres legítimas.

En la reunión se presentaron otros ejemplos de formulación inadecuada.

Suman Sahai, de Gene Campaign, de la India, argumentó que presentar la necesidad de aumentar la producción alimentaria como un problema que podría ser resuelto en gran medida por los esfuerzos y conocimientos de quienes hacen ciencia ‘dura’, como los biólogos y bioquímicos, excluye las contribuciones potenciales de los científicos sociales, o de otros que carecen de bagaje científico pero tienen conocimientos y experiencia relevante.

Brian Wynne, profesor de estudios de ciencias de la Universidad de Lancaster del Reino Unido, habló de cómo los científicos del gobierno habían prestado poca atención al conocimiento práctico de los agricultores acerca de los hábitos de alimentación de las ovejas al evaluar los peligros potenciales de las consecuencias del accidente nuclear de Chernóbil en la década de los años ochenta.

“No había un marco directo para comparar y evaluar los diferentes tipos de experiencia”, señaló Wynne. “Los científicos no estaban abordando las mismas preguntas que los agricultores”.

El papel de los medios

La reunión de Sussex también recordó que la forma en que los medios enmarcan la información científica, con frecuencia influye en la manera en que se dan los debates de políticas, al determinar cómo ven la información tanto el público, como los políticos.

En el lado positivo, el entusiasmo de un periodista por un nuevo descubrimiento científico puede ser contagioso. Los informes sobre un gran avance, por ejemplo, en el tratamiento de la malaria, pueden llamar la atención de los formuladores de políticas y alentarlos a incorporarlo en sus programas médicos.

Sin embargo, también puede haber aspectos negativos, especialmente cuando una historia científica es formulada inadecuadamente para satisfacer los valores tradicionales de la sala de redacción.

Los periodistas pueden exagerar el significado de un resultado científico en su afán de destacar la novedad de una historia o su impacto potencial. Por ejemplo, podrían repetir la afirmación de un publicista acerca de un ‘gran avance’ sin verificar si otros científicos están de acuerdo con esa declaración.

Las noticias también pueden exagerar lo que significa las posiciones encontradas.

Los desacuerdos entre expertos son del legítimo interés público y dar a conocer puntos de vista divergentes es una manera de garantizar el equilibrio informativo. Pero dar espacio a los opositores por lo que a menudo se denomina “el oxígeno de la publicidad” puede ser seriamente contraproducente, como ocurrió cuando el ex presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki alentó historias en los medios de su país dando a conocer los puntos de vista de científicos disidentes acerca de que el VIH no causaba el SIDA.

Contextualizar eficazmente

La moraleja es que tanto los científicos como los periodistas que cubren ciencia deben ser conscientes de la importancia de la forma como se la comunica.

Los científicos que tratan de crear conciencia del significado social de sus hallazgos necesitan aprender cómo presentar eficazmente sus resultados cuando los comunican a los formuladores de políticas y al público. Esto puede significar dejar de lado las voces autoritarias con las que a menudo se pronuncian las conclusiones científicas, teniendo una mayor voluntad para aceptar la incertidumbre y la validez potencial de puntos de vista alternativos.

Los periodistas científicos deben garantizar que la forma en la que escriben ciencia refleje exactamente no solo el contenido sino también el significado de lo que están informando. Una forma de hacerlo es preguntando qué beneficio práctico puede tener un avance o cómo se relaciona con otras investigaciones en su campo.

También tenemos una responsabilidad para dar a conocer historias relacionadas con la ciencia que no han sido formuladas adecuadamente, por ejemplo por científicos que inflan el significado de sus resultados.

Una formulación incorrecta o engañosa, sea o no deliberada, eventualmente crea desconfianza en la ciencia lo que solo conduce a degradar la discusión pública o los temas clave relacionados con ella, desde el cambio climático hasta los nuevos medicamentos.

Si se maneja de una manera responsable, por científicos y periodistas por igual, la forma en que se contextualiza la información científica puede mejorar significativamente su impacto social.

David Dickson es un periodista científico que formó parte del plantel de Nature, Science y New Scientist, especializado en informar sobre políticas científicas. Fue director fundador de SciDev.Net de 2001 a 2011.