25/11/15

Cómo hacer que los pobres accedan a vivienda urbana

Kibera slum
Crédito de la imagen: Christian Als/Panos

De un vistazo

  • Abaratar viviendas adecuadas no puede depender de subsidios públicos
  • Uso de materiales nuevos o baratos es solo parte de la solución
  • Gobiernos deben ver la vivienda como una vía hacia el desarrollo y darle espacio

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Con solo materiales de construcción baratos o nuevos no se ataca el problema de la vivienda urbana, dice Babar Mumtaz.

En países del norte global, la ‘vivienda asequible’ urbana significa vivienda inaccesible, subsidiada por el estado (antiguamente llamadas viviendas sociales o públicas). Pero esto no puede ser la respuesta cuando los fondos públicos escasean y usualmente son mal utilizados.

Así que en el sur, la ‘vivienda asequible’ debe adaptarse a lo que las personas y la sociedad pueden pagar –pero también tiene que ver con una vivienda adecuada y aceptable.

La pregunta es, ¿por qué persiste la vivienda inadecuada? Una razón es, por supuesto, el bajo ingreso de la gente.

“Los gobiernos deben ver en la vivienda asequible, la fuerza necesaria y positiva para el desarrollo urbano”.

Babar Mumtaz

En muchos países en desarrollo, a pesar de que más del 80 por ciento de las casas son habitadas por sus dueños, los bajos ingresos implican que las casas no sean adecuadas –lo que se evidencia en tugurios y asentamientos ilegales que definen a las ciudades en el sur.

Así que la respuesta obvia pero radical debería ser pagar a las personas un salario decente. Otra respuesta sería revisar los términos y condiciones del financiamiento convencional de la vivienda: conseguir una hipoteca está fuera de los límites de aquellos sin ingresos altos o comprobados que de todas maneras no podrían pedir prestado lo suficiente para comprar las casas más baratas del mercado.

Las microfinanzas pueden ayudar con reparaciones o ampliaciones, pero tienen una aplicación limitada a la compra de vivienda. Un modelo no convencional de mayor alcance e impacto podría, por ejemplo, incorporar préstamos de corto plazo y secuenciales para construcción incremental, pagado en cuotas variables (por ejemplo, a través de teléfonos móviles) usando una red de agentes minoristas en comunidades.

Pero dejando a un lado las finanzas, ¿qué puede hacerse, y por qué no se está haciendo?

Casas más baratas

Hay dos formas para construir viviendas más baratas: haciéndolas más pequeñas o usando materiales y métodos más económicos.

Muchas casas en países en desarrollo ya son pequeñas (de una o dos habitaciones), y emplean materiales baratos, locales, usualmente reciclados. Ha habido varios intentos por maximizar el espacio con un diseño inteligente, el uso de paredes móviles e incluso nuevas tecnologías de la construcción, como bloques entrelazados e impresión 3D.

La casa de US$1.000 es un ejemplo; otros incluyen viviendas de bajo costo desarrolladas por Worldhaus en India y casas-apartamento de IKEA o Tata Housing en India (la Casa Tata Nano). Todos estos son prototipos para unidades pequeñas que emplean técnicas y materiales producidos en masa y en fábrica.


Pero, en la práctica, estos intentos no son suficientes para resolver el problema. En primer lugar, los diseños rara vez responden a cómo las personas usan los espacios domésticos, como cocinas abiertas o solo una habitación, por ejemplo. En segundo lugar, la construcción representa apenas el 40 por ciento de los costos de la vivienda –el resto es el lote, la infraestructura y los impuestos. Así que aunque se reduzcan a la mitad los costos de la construcción, lo cual no es algo sencillo dados los materiales mínimos y usualmente de reciclaje que ya se están usando, solo se disminuyen los costos en un 20 por ciento.

Sin embargo, hay espacio para que la tecnología juegue un papel. El saneamiento es un área: podría decirse que uno de los primeros asentamientos urbanos llamado Mohenjo-Daro en Paquistán, que data de hace 5.000 años, tenía un sistema de agua y saneamiento más efectivo que muchas de las ciudades modernas, en donde muchos de los hogares no están conectados del todo a sistemas de agua o saneamiento. Y producir componentes estandarizados de construcción –puertas y ventanas, pero también techos y suelos- podría abaratarlos y hacer que su incorporación a las viviendas fuera más sencilla.

Costo y disponibilidad del terreno

La mayor restricción para una vivienda adecuada es el terreno, el cual agrega costos considerables, en gran parte porque una cantidad limitada conduce a la tenencia especulativa de la tierra, en donde los inversores compran terrenos baratos y los mantienen fuera del mercado hasta que el valor aumenta.

“Muchas casas en países en desarrollo ya son pequeñas (de una o dos habitaciones), y emplean materiales baratos, locales, usualmente reciclados”.

Babar Mumtaz

Estimo que el 20 por ciento más pobre de la población promedio en una ciudad solo ocupa de dos a tres por ciento del total del terreno. No es difícil que las ciudades planeen proveer este pequeño porcentaje de terreno a las tasas y escalas necesarias y, si fuera necesario, los costos adicionales podrían ser cubiertos por uno a dos por ciento de los impuestos en las parcelas más grandes.

Esto no solo haría que las ciudades tuvieran una mejor diversidad en la ocupación, sino que también proporcionarían la vida y las actividades necesarias a vastas zonas de los suburbios a los que se puede acceder en vehículo.

Política y políticas de vivienda

Es posible contar con viviendas asequibles que sean aceptables y sostenibles a la vez –para las familias y para la sociedad-, pero últimamente esto requiere un cambio en la manera en que políticos y gobernantes ven la vivienda.

Esto es difícil por tres razones. En primer lugar, los políticos creen que proveer de vivienda atraerá migrantes, cuando de hecho lo que hacen es venir por trabajo y educación y trabajan por un futuro mejor para sus hijos.

En segundo lugar, ven a los pobres (y a sus viviendas) como un drenaje en los recursos de la ciudad en lugar de verlo como una contribución para su desarrollo, tanto como trabajadores, como productores, y también como consumidores.

En tercer lugar, los tugurios y asentamientos ilegales usualmente funcionan como convenientes ‘bancos de votos’ –grupos con los cuales los políticos tienen una relación cliente-patrono, recaudando votos a cambio de protección por desalojo. Proveer de viviendas usualmente requiere reubicación, disipar los bancos de votos o pasar el tema a otro político. Además, por lo general las personas se oponen a la reubicación, temiendo la pérdida de sus trabajos y de oportunidades ganadas.

No puede haber viviendas asequibles mientras que se sigan viendo como costos que requieren racionalizare y distribución de casas subsidiadas. En cambio, los gobiernos deben ver en la vivienda asequible, la fuerza necesaria y positiva para el desarrollo urbano.

Babar Mumtaz es un consultor internacional de desarrollo, y director de UrbaNNovation, con más de 30 años de experiencia en planificación urbana y financiamiento de vivienda. Puede ser contactado al correo [email protected]

La versión original de este artículo fue publicado en la edición global de SciDev.Net y es parte del Especial en Crisis de vivienda: reconstrucción luego de la tormenta