16/11/14

Acuerdo climático China-EE.UU. dinamizará acción mundial

China pollution.jpg
Crédito de la imagen: Mark Henley / Panos

De un vistazo

  • China se ha comprometido a limitar emisiones de carbono hacia el 2030
  • El acuerdo podría tener un impacto psicológico en otros países en desarrollo
  • Esto podría hacer más factible un acuerdo global en la cumbre de 2015 en París

Enviar a un amigo

Los detalles proporcionados en esta página no serán usados para enviar correo electrónico no solicitado y no se venderán a terceros. Ver política de privacidad.

El compromiso asumido por China para limitar las emisiones de carbono podría ser un ejemplo a seguir para el mundo en desarrollo, según expertos en cambio climático.
 
El compromiso conjunto de los dos mayores contaminadores del mundo, China y los Estados Unidos, para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero podría alentar a los países en desarrollo a abordar el cambio climático, dice Saleemul Huq, director del Centro Internacional de Cambio Climático y Desarrollo en Dacca, Bangladesh.
 
“China es el mayor contaminador, así que lo que haga China sí importa”, reconoce Huq. “Este acuerdo es realmente el punto de inflexión, y es muy psicológico. Seguir el ejemplo de China significa que los países desarrollados se están convirtiendo en parte de la solución en lugar de permanecer como parte del problema”.
 
La gran mayoría de científicos está de acuerdo en que el aumento de la temperatura global promedio no debe exceder los dos grados centígrados para fines de siglo, un umbral de peligro acordado a nivel mundial por la convención marco de la ONU sobre cambio climático. Sin embargo, de acuerdo con el último informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), el mundo se encamina a un aumento de tres a cuatro grados.
 
“Si llegamos a este límite superior de cuatro grados, el impacto será catastrófico y ninguna cantidad de adaptación será suficiente, incluso en los países ricos”, advierte Huq.
 
Pero el acuerdo Estados Unidos-China alcanzado el 11 de noviembre en el marco de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Beijing, China, podría ser un importante paso antes de la cumbre climática de las Naciones Unidas a realizarse en París, Francia, a fines de 2015.
 
En la última gran reunión de negociación de la ONU sobre cambio climático, en Copenhague, Dinamarca, en 2009, muchos países, entre ellos China y los Estados Unidos, no lograron llegar a ningún acuerdo.
 
El compromiso de China es el primero que suscribe para recortar emisiones. Al hablar ante la cumbre, el presidente chino Xi Jinping prometió limitar las emisiones de su país hacia el 2030 y aumentar en aproximadamente 20 por ciento la proporción de combustibles no fósiles en su combinación energética para la misma fecha. Mientras tanto, su homólogo estadounidense Barack Obama, se comprometió a reducir las emisiones en un 26 a 28 por ciento por debajo de los niveles de 2005 para el 2025.
 
¿Será posible que el resto del mundo siga el ejemplo? “La acción de China por sí sola probablemente no traiga grandes cambios de otros países en desarrollo, pero es un factor que podría contribuir”, opina Richard Black, director de la Unidad de Inteligencia Climática y Energía, centro de pensamiento del Reino Unido.

El evento de París constituirá en muchos aspectos nuestra última oportunidad. Fracasamos en Copenhague. No podemos permitirnos fallar en París

Saleemul Huq, Centro Internacional de Cambio Climático y Desarrollo

 
“Lo que hacen estos anuncios es aumentar la confianza entre las naciones antes de la cumbre climática de París, y por lo tanto incrementan las oportunidades de alcanzar un acuerdo exitoso allí. Sin una buena cumbre en París, realmente hay pocas esperanzas de llegar al objetivo de los dos grados centígrados. Y sin confianza entre los dos países, que juntos representan casi la mitad de las emisiones mundiales, no podrá haber una buena cumbre en París”, afirma.
 
No obstante, la idea de que los países desarrollados deberían encabezar la transición a las emisiones bajas en carbono y ayudar a los países en desarrollo está consagrada en la convención climática de la ONU de 1992, por lo que no se va a eliminar, advierte Black.
 
Sin embargo, en los últimos cinco años “ha quedado claro que sin compromisos de acción de los principales países en desarrollo, no hay acuerdo posible [sobre cambio climático]”, señala Black.
 
“En segundo lugar, muchos de esos países se están desarrollando de hecho —especialmente China— y, al hacerlo, experimentan más las desventajas del uso de combustibles fósiles por lo que tienen más incentivos para comenzar la descarbonización. Y, en tercer lugar, las tecnologías limpias se han vuelto mucho más fácilmente asequibles”.  
 
Pioneros del cambio climático
 
Algunos países en desarrollo ya están mirando hacia un futuro bajo en carbono.
 
En la India, los políticos y el público han estado discutiendo la mejor vía para el desarrollo de las energías: si seguir invirtiendo en carbón o cambiar a energías limpias como la eólica o solar. Narendra Modi, jefe del nuevo gobierno de la India, anunció en julio planes para desarrollar suficiente capacidad de electricidad solar como para alimentar por lo menos un foco de luz en todos los hogares del país para 2019.
 
Brasil es otro país que está trabajando para reducir sus emisiones, tratando de hacer frente a la deforestación en la Amazonía y convirtiendo la caña de azúcar en etanol como una alternativa a la gasolina.
 
Bangladesh, por su parte, es actualmente el usuario de energía solar de más rápido crecimiento del mundo, indica Huq. En junio de este año, el gobierno nacional anunció su decisión de proporcionar un financiamiento adicional de US$78.4 millones para instalar sistemas solares domésticos en los techos, reemplazando las lámparas de querosene en las áreas más pobres. Hasta el momento ya se han instalado tres millones de sistemas.
 
Y Costa Rica se comprometió en 2007 a convertirse en carbono neutral para el 2021.
 
Pero estos encomiables esfuerzos siguen siendo insuficientes para detener nuestro incumplimiento con el límite de los dos grados Celsius, recuerda Huq.
 
“Se tiene que hacer más y el truco ahora será cuánto está el mundo dispuesto a hacer”, afirma. “El evento de París constituirá en muchos aspectos nuestra última oportunidad. Fracasamos en Copenhague. No podemos permitirnos fallar en París”, subraya.
 
La versión original de este artículo se publicó en la edición global de SciDev.Net